LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
que, con frecuencia, llegan a adosarse a los paramentos de aguas arriba de las relictas barreras.
A considerar la existencia de numerosas cicatrices erosivas internas asociadas a eventos de alta
energ´ıa.
Estas acumulaciones se desarrollaron en el seno de un caudaloso lecho y bajo unas condiciones de
acentuad´ısima fitoestabilizaci´
on de las vertientes. As´ı lo refleja el emplazamiento de estos cuerpos,
construidos por las pret´
eritas aguas del Tajo, en la misma desembocadura de importantes barrancos
que, entonces, no arrastraban apenas detr´ıticos; id´
entica sugerencia es aportada por la ausencia de
coluviones, de edad coet´
anea a las estructuras tob´
aceas, all´ı donde es visible el contacto de ´
estas
con las acentuadas laderas de este angosto tramo del valle (Fig. 2.14). El deterioro de aquellas
condiciones biost´
asicas condujo a las aguas del Tajo a desarticular, y posteriormente, a incidir con
profusi´
on aquellos notables edificios generando, en algunas ocasiones, ciertos fitohermos, de menor
tama˜
no, que se dispusieron de modo empotrado en los anteriores dispositivos (Guerrero Dominguez
y Gonz´
alez, 2000).
Figura 2.13: Perfil longitudinal del cauce del Alto Tajo y de las acumulaciones tob´
aceas ubicadas en su fondo
de valle (margen oriental), aguas arriba de Perajejos de Las Truchas, Guadalajara (Guerrero y Gonz´
alez, 2000):
1.- Facies de musgos; 2.- Fitohermos de barrera; 3.- Grandes cicatrices erosivas; 4.-Acumulaciones de calcarenitas
y lutitas tob´
aceas (intraclast and phytoclast tufa); 5.-Aluviones detr´ıticos (gravas y cantos); 6.- Coluviones; 7.-
Grandes recubrimientos coluvionares; 8.- Edificios pleistocenos escalonados; 9.- Edificios tob´
aceos empotrados;
10.- Tobas de surgencia en la ladera; 11.- Substrato mesozoico; 12.- Lecho actual del r´ıo Tajo.
2.3.
EDIFICIOS CON MORFOLOG´
IA DE RAMPA
Se trata de acumulaciones tob´
aceas que adoptan la morfolog´ıa de una inclinada rampa cons-
truida por carbonatos precipitados por una notable turbulencia en el seno de tramos fluviales con
un elevado gradiente longitudinal. Con redundancia, a su vez, el perfil local adopta una morfolog´ıa
de grader´ıa que, casi siempre, coincide con desniveles de origen tect´
onico o con grandes resaltes
litol´
ogicos modelados por la erosi´
on diferencial. Esos dispositivos en grader´ıa imponen dos subtipos
de ambientes tob´
aceos:
En los confines de cada pelda˜
no, la subverticalidad del lecho incita el funcionamiento de
los procesos de precipitaci´
on f´ısico-qu´ımica mientras que la turbulencia y oxigenaci´
on de las
aguas, as´ı como su transparencia, permite el desarrollo de numerosas formaciones hep´
aticas
que, con el paso del tiempo, conforman capas tob´
aceas m´
as o menos adaptadas a los desniveles.
En ocasiones, en la coronaci´
on de los pelda˜
nos pueden progresar algunos reducidos edificios
de barrera que, por norma general, no sobrepasan alturas superiores a 2-3 m.
Por el contrario, en la denominada huella o pisa horizontal de la grader´ıa, las aguas transcurren
con mayor lentitud y menor agitaci´
on por lo que la precipitaci´
on de carbonatos es inducida
por procesos biol´
ogicos vinculados a la actividad fotosint´
etica de macrofitos y microfitos.
34
2. DEP ´
OSITOS TOB ´
ACEOS: PRINCIPALES MORFOTIPOS
Figura 2.14: Evoluci´
on y etapas de desarrollo (prograda-
ci´
on y agradaci´
on) de los edificios tob´
aceo desarrollados
en el valle del Alto Tajo, aguas arriba de Peralejos de las
Truchas (Guerrero y Gonz´
alez, 2000).
Aunque este tipo de morfotipo no es muy frecuente, hay que destacar su presencia en algunos
r´ıos del Sistema Ib´
erico y especialmente en el Preb´
etico externo donde abundan en los corredores
fluviales tributarios del Guadalimar (cuenca del Guadalquivir) o del r´ıo Jard´ın (cuenca del J´
ucar).
En ellos, sus rampas (Fig. 2.15) ofrecen varias centenas de metros de desarrollo longitudinal y salvan
desniveles de orden decam´
etrico. Casi todas ellas no son funcionales pues, a pesar de su edad reciente
(Holoceno) se encuentran profusamente incididas, sobre todo a consecuencia del aprovechamiento
secular que ha hecho el hombre de sus entornos (Gonz´
alez Mart´ın et al., 2000a; Fidalgo, 2011).
Figura 2.15: Rampas tob´
aceas profusamente incididas por la erosi´
on actual de los cauces que avenan el flanco
septentrional de la Sierra de Alcaraz (Albacete). A) Rampa del rio La Mesta. B) Rampa del r´ıo Salobre.
35
LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
2.4.
LAS FORMACIONES TOB ´
ACEAS EN MANTO EN EL ENTORNO DE
LOS MACIZOS K ´
ARSTICOS
Una variedad morfol´
ogica, hasta ahora apenas abordada y a caballo entre los edificios de sur-
gencia y los conjuntos aluviales, consiste en las m´
ultiples plataformas tob´
aceas que se expanden
por prolongados planos inclinados adosados a los flancos de numerosos macizos k´
arsticos y que, en
ocasiones, invaden los contornos de las cubetas sedimentarias adyacentes, generalmente de car´
acter
subsidente. Estos dispositivos, seg´
un algunos autores franceses, suelen estructurarse en una secuen-
cia lateral conformada por dep´
ositos de toba—“travertinos de glacis” – calizas palustres o lacustres
y donde se hace frecuente la existencia de costras calizas o calcretas por lo que se ha denominado a
esta variedad con el nombre de tobas de piedemont (Vaudour, 1982) y sus edades se remontar´ıan,
con frecuencia, desde el Ne´
ogeno terminal al Pleistoceno inferior y/o medio. De aqu´ı que su pre-
sencia, en estos ´
ambitos geoestructurales, haya sido considerada clave para establecer su evoluci´
on
en este lapso de tiempo debido a la estrecha relaci´
on existente entre estas formaciones tob´
aceas y
los vastos aplanamientos labrados en bordes monta˜
nosos.
Dispositivos morfol´
ogicos de esta tipolog´ıa han sido descritos en ciertos territorios de la cuenca
mediterr´
anea en su extremo oriental, caso de los Montes Taurus (Turqu´ıa), donde se vinculan gen´
eti-
camente a superficies de corrosi´
on modeladas a finales del Plioceno (Bousquet et Pechoux, 1981);
tambi´
en en sus confines occidentales, concretamente en algunas zonas del Sistema Ib´
erico espa˜
nol
(Moissenet, 1983). M´
as recientemente, se han reconocido en los bordes fallados de determinadas
cuencas levantinas -Hoya de Bu˜
nol, Gestalgar, Cofrentes. . . .- (V´
azquez Navarro, comunicaci´
on per-
sonal)
3
por donde descargaron importantes caudales k´
arsticos: en ocasiones, sus testigos alcanzan
longitudes kilom´
etricas a la vez que ofrecen espesores que sobrepasan varias decenas de metros.
3.
OTROS MORFOTIPOS
En este ep´ıgrafe se incluyen algunos dispositivos carbon´
aticos propios de ambientes con aguas
m´
as o menos remansadas. Entre ellas destacan las acumulaciones desarrolladas en ´
areas lacustres
o pantanosas. ´
Estas, si bien ofrecen una notable variedad de facies (Ordo˜
nez et al., 1986a; Pedley,
1990 y 2009; Pedley et al., 1996 y 2003; Ford and Pedley, 1996) y pueden alcanzar espesores
superiores a 30 m (Heiman and Sass, 1989; Buccino et al., 1978), no son proclives a engendrar
morfotipos espec´ıficos con entidad suficiente para manifestarse en los paisajes k´
arsticos, salvo en el
caso de que evolucionen a terrazas como consecuencia de una posterior incisi´
on fluvial (Pedley et al.,
2003). Quiz´
as, el ´
unico representante de esta naturaleza lo constituyan los replanos estromatol´ıticos
(Fig. 2.16) que, como aut´
enticos biohermos alg´
aceos, progresan en las m´
argenes de algunas cubetas
lacustres, generalmente represadas por barreras tob´
aceas. Sin embargo, su presencia es bastante
rara. En Espa˜
na, estos dispositivos se han identificado en las Lagunas de Ruidera
4
(Ord´
o˜
nez et
al., 1986a; Pedley et al., 1996; Gonz´
alez Mart´ın et al., 2004, Ordo˜
nez et al., 2005) y en el Lago
de Ba˜
nolas, donde fueron denominadas “plataformas litorales lacustres –pasivas-” (Brusi et al.,
1997a).
Estas repisas nacen en los bordes lacustres m´
as o menos cubiertos por las aguas hasta una cier-
ta profundidad que no suele sobrepasar los 4 m de profundidad. Adem´
as de los ´
ambitos lacustres
arriba mencionados, replanos sumergidos han sido detectados recientemente en otros humedales
tob´
aceos como la Laguna del Tobar (Cuenca) o la del Arquillo, en Albacete, por buceadores del
Grupo Gemosclera. En su techo abundan estromatolitos laminares que conviven, si la altura de la
l´
amina de agua permite su desarrollo, con macrofitos higr´
ofilos que se enra´ızan sobre su superficie.
Hacia el centro de la laguna, este techo finaliza en un talud donde, en ocasiones, vuelven a dominar
estromatolitos adosados parietalmente a aqu´
el; a veces, en este avance lateral progresan especial-
mente los estromatolitos ubicados en el segmento alto del talud aprovechando la mejor insolaci´
on
3
Ver el Apartado 1 del Cap´ıtulo 19 sobre Las Tobas de la Rama Castellana y del Sector Levantino del Sistema
Ib´
erico de Cuenca, Castell´
on y Valencia.
4
Ver Cap´ıtulo 17 dedicado a los conjuntos tob´
aceos en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.
36