3. LAS ACUMULACIONES TOB ´
ACEAS: EXIGENCIAS GEOAMBIENTALES Y
DISTRIBUCI ´
ON ESPACIO-TEMPORAL
Son numerosas las aportaciones en el continente europeo destinadas al conocimiento de c´
omo
eran los ecosistemas, y sus cubiertas vegetales, que coincidieron con la gestaci´
on de sistemas tob´
aceos
a trav´
es de estudios biogeogr´
aficos, malacol´
ogicos. . . . Su an´
alisis se ha mostrado como una v´ıa de
enorme inter´
es para la comprensi´
on de la evoluci´
on del medio natural en estos entornos (Mazet,
1988; Magnin, 1985; Magnin et al., 1988 y 1991; Magnin, 1997; D´ıaz del Olmo, 1994; Andr´
e et al.,
1997; Porras y D´ıaz del Olmo, 1997; Ali et al., 2002, 2003a, 2003b, 2003c y 2004; Hoffmann, 2005;
Ollivier et al., 2006 y 2008, etc.). Respecto al estudio de la estructura vegetal, ´
este se ha apoyado
tradicionalmente sobre dos m´
etodos complementarios:
el an´
alisis pol´ınico, muy conocido y utilizado sobre todo en carbonatos dispuestos en se-
cuencias que incluyen turba o ciertas cantidades de materia org´
anica, ya que fuera de estos
contextos las tobas suelen ser pobres generalmente en p´
olenes y muchas veces se hallan muy
deteriorados (Taylor et al., 1998).
el reconocimiento de improntas o impresiones de macrorrestos fundamentalmente hojas (Fig.
3.5), o de frutos, conos de pinos, ramas o tallos cuya presencia es muy frecuente entre los
carbonatos tob´
aceos.
Figura 3.5: Improntas de restos foliares en una acumulaci´
on tob´
acea del Alto Tajo.
2.
LAS ACUMULACIONES TOB ´
ACEAS: DISTRIBUCI ´
ON TEMPORAL
Exceptuados los dispositivos estromatol´ıticos, que son un factor com´
un en los registros estra-
tigr´
aficos de todas las eras geol´
ogicas, los conjuntos tob´
aceos pre-cuaternarios han adquirido una
enorme singularidad. Sin embargo, no hay demasiadas referencias a tobas y/o travertinos desa-
rrollados en tiempos precuaternarios (Evans, 1999; Arenas et al, 2010b). Los principales motivos
alegados (Ford and Pedley, 1996) se relacionar´ıan con el bajo potencial de preservaci´
on que estos
carbonatos tienen ante los procesos erosivos as´ı como al car´
acter diseminado, la escasa continuidad
lateral y el reducido espesor de sus afloramientos.
2.1.
CONJUNTOS TOB ´
ACEOS PRECUATERNARIOS
Entre los m´
as antiguos destacan los que se remontan al inicio del Paleozoico –C´
ambrico- (Ford
and Pedley, 1996) e, incluso, a tiempos m´
as tempranos en la australiana regi´
on del Queensland (Me-
girian, 1992) y que ofrecen diversas variedades tob´
aceas (cascadas, edificios de surgencia, dep´
ositos
43
LAS TOBAS EN ESPA ˜
NA
lacustres y palustres, etc.). Al P´
ermico se remontan los carbonatos emplazados en la regi´
on polaca
de Silesia (Szulc and Cwizewicz, 1989).
De igual modo, sedimentos tob´
aceos han sido identificados, junto a otros carbonatos, en los
estratos del Mesozoico pertenecientes al:
Tri´
asico superior, en Polonia (Szulc et al., 2006); en la cuenca de Durham, en Carolina del
Norte (Wheeler and Textoris, 1998);
Tr´
ansito Tri´
asico–Jur´
asico, en Gran Breta˜
na (Leslie et al., 1992; Ford and Pedley, 1996).
Cret´
acico terminal en Francia (Freytet and Plaziat, 1982).
En Espa˜
na, tambi´
en han sido advertidos entre los materiales jur´
asicos de la Cuenca de Cameros
(Mel´
endez and G´
omez, 2002); los que se disponen en la Formaci´
on Aguilar (Jur´
asico-Cret´
acico),
en el borde septentrional de la Meseta Norte (Hern´
andez et al., 1998; Di´
eguez et al., 2009); en
el Cret´
acico inferior en la regi´
on valenciana (Monty and Mass, 1979) y, tambi´
en en el Cret´
acico
terminal de los flancos meridionales tanto de los Pirineos (M¨
acker, 1997) como del Sistema Central
(Portero et al., 1990).
Los testigos tob´
aceos tampoco est´
an ausentes entre los roquedos del Cenozoico inferior, desta-
cando en el continente americano los detectados en Brasil, junto a travertinos termales en un graben
cercano a R´ıo de Janeiro (Sant
´Anna et al., 2004). Pero sobre todo, en el Eoceno norteamericano
donde diversos morfotipos –barreras, edificios de surgencia y otros convivieron con travertinos ter-
males (Bradley, 1974), as´ı como en el australiano, cuya desaparici´
on del registro geol´
ogico coincidi´
o
con un incremento de la aridez (Evans, 1999). En el norte de este mismo continente, dispositivos
tob´
aceos yacen en los estratos del Oligoceno (Carthew et al., 2003b). Tampoco faltan en alguna
de las cuencas mol´
asicas al pi´
e de los Alpes (Platt, 1992). En Espa˜
na, han sido localizados en la
Cuenca del Ebro (Anad´
on y Zarrame˜
no, 1981; Zamarre˜
no et al., 1997), en el borde meridional de
los Pirineos (Nickel, 1983) y en la Isla de Mallorca (Arenas et al., 2007).
Mayor es la frecuencia de tobas en los rellenos del Ne´
ogeno ubicados en diversos dominios
continentales. As´ı, en Norteam´
erica, la denominada Formaci´
on Barstow, en el desierto californiano
de Mojave, ha atra´ıdo la atenci´
on de numerosos investigadores (Becker et al., 2001; Cole et al., 2004;
Ibarra and Corsetti, 2012). Tambi´
en tobas del Cenozo´ıco medio se han abordado en los ´
ambitos
hiper´
aridos africanos -Oasis de El Kharga (Ford and Pedley, 1996)- o en el Desierto de Atacama
(Wet et al., 2012). De igual modo, han sido identificadas en el registro ne´
ogeno de numerosas
regiones del Pr´
oximo Oriente (Glover et al., 1998), As´ıa central (Freytet et Fort, 1980), de Europa
–Croacia (Roglic, 1977), Alemania (Koban and Schweigert, 1993; Kallis et al., 2000), Hungr´ıa
(Schweitzer and Scheuer, 1995) y Eslovaquia (Mitter, 1981)-.
En el Ne´
ogeno de la Pen´ınsula Ib´
erica, niveles tob´
aceos se han reconocido en m´
ultiples posiciones
estratigr´
aficas y territoriales
2
. As´ı en el Pirineo oriental, al igual que en el Midi franc´
es, se han
citado tobas de esta edad (Roiron et Ambert, 1990; Roiron, 1997), con especies de flora subtropical
y tropical. Tambi´
en se han detectado en el Mioceno de la Cordillera B´
etica andaluza, en el entorno
almeriense de Alhama (Garc´ıa et al., 2003) y en el Puerto de los Mart´ınez (Guendon et al., 1997b).
Mayor es su presencia en la Cuenca del Duero y, especialmente en la de Madrid (Ord´
o˜
nez and Garc´ıa
del Cura, 1983) donde carbonatos biog´
enicos fluviales (calizas tob´
aceas, oncol´ıticas, estromatolitos)
se insertan en la Unidad superior miocena en los p´
aramos a una y otra vertiente del valle medio
del Tajo (Ord´
o˜
nez et al., 1987b); Garc´ıa del Cura et al., 1991a; Sanz Montero, 1996). Elementos
tob´
aceos han sido establecidos tambi´
en en la Cuenca del Ebro (Arenas et al., 2000; V´
azquez Urbez
et al., 2002; V´
azquez Urbez, 2008) y en la de Calatayud (Sanz Rubio et al., 1996); de igual modo se
2
La presencia de tobas, o de carbonatos tob´
aceos, ha sido profusamente se˜
nalada en las memorias de las Hojas
1/50.000 del Mapa Geol´
ogico de Espa˜
na, sobre todo entre los materiales que colmatan aquellas cuencas sedimentarias
delimitadas por relieves constituidos por roquedos calizos karstificables.
44