El escepticismo antiguo


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«pr_V to_V kat_ P_rrwna skeptiko_V _toi __ektiko_V _piklhq_ntaV mhd_n katalhpt_n e_nai _po_hnam_nouV.
_nagka_wV d_ _cei pr_ pant_V diask_yasqai per_ t_V _m¢n a_t¢n gn;sewV_ e_ g_r a_ mhd_n pe__kamen gnwr_zein, o_d_n _ti de_ per_ t¢n _llwn skope_n. _g_nonto m_n o_n ka_ t¢n p_lai tin_V o_ ___nteV t_nde t_n _wn_n, o_V _nte_rhken _Aristot_lhV. _scuse m_n toia_ta l_gwn ka_ P_rrwn _ _Hle_oV_ _ll_ a_t_V m_n o_d_n _n gra__ katal_loipen, _ d_ ge maqht_V a_to_ T_mwn _hs_ de_n t_n m_llonta e_daimon_sein e_V tr_a ta_ta bl_pein_ Pr¢ton m_n, _po_a p__uke t_ pr_gmata_ de_teron d_, t_na cr_ tr_pon _m_V pr_V a_t_ diake_sqai_ teleuta_on d_, t_ peri_stai to_V o_twV _cousi. t_ m_n o_n pr_gmat_ _hsin a_t_n _po_a_nein _p_ _shV _di__ora ka_ _st_qmhta ka_ _nep_krita, di_ to_to m_te t_V a_sq_seiV _m¢n m_te t_V d_xaV _lhqe_ein _ ye_desqai. di_ to_to o_n mhd_ piste_ein a_ta_V de_n, _ll_ _dox_stouV ka_ _kline_V ka_ _krad_ntouV e_nai, per_ _n_V _k_stou l_gontaV _ti o_ m_llon _stin _ o_k _stin _ ka_ _sti ka_ o_k _stin _ o_te _stin o_te o_k _stin. to_V m_ntoi ge diakeim_noiV o_tw peri_sesqai T_mwn _hs_ pr¢ton m_n __as_an, _peita d_ _tarax_an».

EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 18, 1-4: DECLEVA CAIZZI, 53: DIELS, 9 A 2.



24  TRABUCCO, F., «La polemica di Aristocle di Messene contro lo scetticismo e Aristipo e i cirenaici», Rivista critica di storia della Filosofia, Milano, 1960, XV, pp. 117.

25  Cf. TRABUCCO, F., «La polemica di Aristocle di Messene contro Protagora e Epicuro» Atti dell'Academia delle Scienze di Torino, 1958-59, 93, pp. 2-4. Trabucco cree que Aristocles se equivoca, al interpretar escépticamente la doctrina de Protágoras y pone en relación a Protágoras con la doctrina escéptica sin estar legitimado para ello.

26  Cfr. REALE, G., «Ipotesi per una rilettura della filosofia di Pirrone di Elide», en Lo Scetticismo antico, Atti del Convegno Organizzato dal Centro di Studio del Pensiero Antico del C.N.R., Roma, 5-8 Novembre, (1980), I, p. 313. Algún estudioso como ZELLER, E., Die Philosophie der Griechen in ihrer geschichtlichen Entwicklung, Dritter Teil, erste Abteil.: Leipzig, 1923, II, 1, p. 312, nota 1 ha creído que la crítica de Aristóteles está dirigida a los cínicos, pero el mismo Reale cree que esto no es posible ya que de ser así, entonces Aristóteles habría hablado en este caso de a_t_rkeia, _leuqer_a y _gkr_teia que son conceptos cínicos por excelencia, cfr. REALE, art. cit., p. 314 y POHLENZ, M., «Das Lebensziel der Skeptiker», Hermes, 1904, XXXIX, p. 25. Marcel Conche, llega más lejos en Pyrrhon ou l'apparence, Villers sur Mer, 1973, pp. 40 y ss., ya que afirma que la doctrina pirroniana, transmitida por Timón, es la réplica a las críticas de Aristóteles de los negadores del principio de no-contradicción.

27  CALVO, T., «El pirronismo y la hermenéutica escéptica del pensamiento anterior a Pirrón» en Mirar con cuidado (Filosofía y escepticismo), Universidad de Valencia, Valencia, 1994, pp. 3-19, vid., nota 9.

28  Se puede conjeturar la ampliación de la crítica que hace Aristóteles, añade a Pirrón y, quizá, también a los cínicos. Esta hipótesis no está del todo clara, por ejemplo, GOEDECKEMEYER, A., Die Geschichte des griechischen Skeptizis­mus, Leizpig, 1905; II ed. 1968, p. 10 nota 5, no cree que Pirrón sea uno de los autores nombrados por Aristocles en este grupo, pues la posición de Pirrón fue bastante particular, de ahí que no pueda ser incluido en ningún grupo de filósofos. Sin embargo Trabucco, «La polemica di Aristocle di Messene contro Protagora e Epicuro» art. cit., pp. 2-4 da por supuesta esta ampliación, pero critica a Aristocles por ello.

29  Cfr. ARISTÓTELES, Metaf., IV, 1008 b, 14-15.

30  «Pero hay algunos que, según dijimos, pretenden, por una parte, que una misma cosa es y no es, y que, por otra parte, lo conciben así. Y usan este lenguaje muchos incluso de los que tratan acerca de la naturaleza. Pero nosotros acabamos de ver que es imposible ser y no ser simultáneamente». ARISTÓTELES, Metaf., IV, 1005 b 35-1006 a 4.

31  Ibidem, 1006 a 11-14.

32  Para el estudio de los problemas que plantea el texto véase la ya clásica introducción de REID, J., Tulli Ciceronis Academica, London, 1885, pp. 1-73; y la introducción de PIMENTEL, J., Cuestiones Académicas, México, 1980, principalmente, pp. VII-XI.

33  Cfr. CICERÓN, Epis. Att., XII, 38, 1. Ésta es también la tesis defendida por RUCH, M., Le preámbule dans les oeuvres philosophiques de Ciceron, Paris, 1958, p. 154.

34  Cfr. CICERÓN, Epis. Att., XIII, 32, 3, Cicerón dice aquí que antes del 29 de Mayo le había enviado los dos libros a Cátulo.

35  Cfr. REID, J., Op. cit., pp. 28-38 y PIMENTEL, J., Op. cit., pp. IX-X.

36  Rackham se atreve, no sé si con buen criterio, a adelantarnos los supuestos contenidos de los libros perdidos de la tercera redacción, vid., RACKHAM, H., Cicero, De natura deorum, Academica, London, 1972; véase también REID, J., Op. cit., pp. 28-51.

37  «mas a esta representación cuando se distinguía por sí misma, la llamaba aprehensible (comprehendibile). -¿Admitiréis esta palabra?» «Desde luego que nosotros sí -dijo- pues ¿de qué otro modo expresarías «katalhpt_n»?»-«Pero cuando estaba ya recibida y aprobada la llamaba aprehensión, semejante a las cosas que son cogidas con la mano». CICERÓN, Acad., I, XI, 41; véase además II, VI, 17; VII, 22-23; X, 31; XIV, 44; XIX, 62; XXV, 81; XXXIV, 109 y XLVII, 145. A pesar de este intento de distinguir entre katalhpt_V que estrictamente indica el objeto que causa la impresión, y kat_lhyiV que es la impresión misma, todavía existe una cierta confusión en los términos, pues en el Lúculo las palabras que denotan el objeto y las que denotan la impresión son intercambiables, Cfr. REID, J.M., op. cit., p., 152.

38  «Pero -dijo- ¿qué es lo que oigo acerca de ti mismo?» «¿Sobre qué cosa? -dije-». «Que por ti ha sido abandonada la Antigua Academia (veterem Academiam) -dijo- y que perteneces a la Nueva (novam)». CICERÓN, Acad., I, IV, 13.

39  Cfr. CICERÓN, Acad., I, XII, 46.

40  «... que habían conducido a Sócrates a la confesión de su ignorancia (confessionem ignorationis),, y ya, antes de Sócrates a Demócrito, a Anaxágoras a Empédocles y a casi todos los antiguos quienes dijeron que nada puede conocerse, nada percibirse, nada saberse (qui nihil cognosci, nihil percipi, nihil sciri posse )». CICERÓN, Acad., I, XII, 44; cfr. asimismo, De Oratore, III, XVIII, 67.

41  Cicerón reconoce a Arcesilao como la única fuente del escepticismo, porque en su pensamiento manifesta problemas epistemológicos propios del escepticismo: «Pensaba, en consecuencia, que todo está escondido en lo oculto y que nada hay que se pueda percibir o entender; que, por estas causas, es oportuno que nadie declare ni afirme algo ni lo apruebe con el asentimiento». CICERÓN, Acad., I, XII, 45.

42  Cfr. CICERÓN, Acad., I, XII, 45.

43  Cfr. CICERÓN, De Orat., III, 67.

44  Cfr. SEXTO, H.P., I, 220 y EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 8: MIGNE, P.G., XXI, 1213 A, 1216 B.

45  Interesante, en este sentido, que veamos para estas dos últimas afirmaciones CICERÓN, Acad., I, XII, 46.

46  Cfr. CICERÓN, Acad., II, XXX, 98. Como ya hemos visto, Carnéades solía parodiar la frase que decía: «sin Crisipo no habría Estoa (e_ m_ g_r _n Cr_sippoV, o_k _n _n sto_». D.L., VII, 183, con otra que decía, «sin Crisipo no existiría yo (Carnéades) (e_ m_ g_r _n Cr_sippoV, o_k _n _n _g;)». D.L., IV, 62; cfr. para estas noticias sobre los estoicos vid., PLUTARCO Sto. Rep., 10, 44 y EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 8: MIGNE, P.G., XXI, 1216 B.

47  Cfr. SEXTO M., VII, 159; CICERÓN, De nat. deor., II, LXV, 162 y Acad., III, XVII, 39).

48  «Primeramente, ¿cómo podéis no ser estorbados cuando las falsas [representaciones] no difieren de las verdaderas? después, ¿cuál es el juicio de la verdadera, si es común con el de la falsa? De esto nació necesariamente aquella epoch_ (Ex his illa necessario nata est _poc_, id est adsensionis retentio), esto es suspensión del asentimiento, en la cual Arcesilao se mantuvo más firmente, si es verdad lo que algunos estiman acerca de Carnéades». CICERÓN, Acad., II, XVIII, 59.

49  «Entonces Catulo dijo: ¿yo?; me vuelvo a la opinión de mi padre, que, por cierto, decía ser la de Carnéades; de modo que considero que nada puede percibirse pero, no obstante, estimo que el sabio asentirá a lo no percibido, esto es opinará, pero de tal manera que entienda que él opina y sepa que nada hay que pueda aprehenderse y percibirse; por lo cual, aunque apruebo aquella epoch_ de todas las cosas, asiento con vehemencia a aquella otra opinión: que nada hay que pueda percibirse». CICERÓN, Acad., II, XLVIII, 148.

50  CICERÓN, Acad., II, XXIV, 77. Este texto es para Brochard una prueba inequívoca de que, según Cicerón, Arcesilao fue el creador de la _poc_ (aunque bien es cierto que el texto está muy lejos de ser claro y preciso en el tema de la suspensión del juicio) cfr. BROCHARD, V., Les Sceptiques grecs, Paris, 1887, Nouvelle édition conforme a la deuxième, Paris, 1969, p. 94 (existe traducción castellana, BROCHARD, V., Los escépticos griegos, Buenos Aires, 1945). La recomendación de Arcesilao, según Cicerón, está, pues, muy clara: no declarar nada ni aprobar nada con el asentimiento, suspender el juicio, Cfr. CICERÓN, Acad., I, XII, 45. Según Cicerón, todo este cambio en la filosofía vino como consecuencia de la afirmación de Arcesilao de que nada podía saberse o percibirse, lo cual significó llevar hasta sus máximas consecuencias la afirmación socrática, por excelencia:«¿No es verdad que, cuando ya se hallaban consolidadas las más importantes escuelas de los filósofos se levantó entonces, al igual que Tiberio Graco en la mejor situación pública para perturbar la tranquilidad, del mismo modo Arcesilao, para trastornar la filosofía consolidada y abrigarse bajo la autoridad de los que habían dicho que nada se puede saber o percibir?». Ibidem II, V, 15.

51  Cfr. D.L., IX, 61.

52  Cfr. D.L., IV, 28.

53  Cfr. COUSSIN, P., «L'origine et l'évolution de l'epoch_», Revue des Études Grecques, 42, 1929, p. 374-375. Algunos autores como GOEDECKEMEYER, A., Op. cit., p. 32-33 y PALEIKAT, G., Die Quellen der akademischen Skepsis, (Abhandlungen zur Geschichte des Skeptizismus, hrsg. von A. Goedeckemeyer Heft 2), Königsberg Diss., Leipzig, 1916, pp. 3-7, citan textos de Diocles de Cnido y Numenio en la Praep. Evang., de Eusebio (cfr. XIV, 6,4; 6,6 y 12-13) para sostener la influencia de Pirrón sobre Arcesilao, pero según Coussin estos testimonios posteriores en numerosos siglos a Arcesilao y Pirrón y, por tanto, son poco convincentes, vid., art. cit., 376-377. Nosotros nos inclinamos, igual que la mayoría de los autores, por la prioridad en el tiempo de Pirrón sobre Arcesilao, aunque no parece que la Nueva Academia se formase con influencias del pensamiento pirroniano.

54  Aunque a Sexto le parecen semejantes las posiciones de Arcesilao y de Pirrón, sin embargo es un tanto crítico con las teorías del primero, pues aporta datos que confirmarían un cierto platonismo dominante en su filosofía, aunque bien es cierto que bastante disfrazado y camuflado por una dosis de escepticismo, de ahí que cite el testimonio de Aristón, según el cual en Arcesilao estarían sintetizadas tres tendencias. Cfr. SEXTO, H.P., I, 234. Este testimonio aparece como sabemos en D.L. IV, 32-33: DECLEVA CAIZZI, 32, y en EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 6: MIGNE, P.G., XXI, 1200 A. Esta sentencia es una sutil parodia de la descripción de la quimera homérica, cfr. infra, p. 96, nota 49. Podríamos deducir, según esta caracterización, que Arcesilao no tenía un lugar muy definido entre sus contemporáneos, prueba de ello es quizá su situación un tanto ambigua.

De lo que parece no existir dudas es que tanto para Sexto M., VII, 190, como para Diógenes Laercio, IV, Arcesilao pertenece a la tradición académica depositaria de las enseñanzas de Sócrates y Platón.



55  Cfr. la introducción de Sexto Empírico, Esbozos Pirrónicos,, Introducción, traducción y notas de Antonio Gallego Cao y Teresa Muñoz Diego, Madrid, 1993, p. 19.

56  Cfr. Acad., II, XLII, 130; no es éste el único lugar en el que Cicerón pone a Pirrón en relación con Aristón, vid., otros pasajes, por ejemplo, De officiis, I, 2; De Fin., II, IV, 11 y 13; V, III, 8 y Tusc. disp., V, 30.

57  Cfr. además de los citados en la nota anterior; De Fin., II, XIII, 43; IV, XVI, 43; III, III, 11; IV, XVIII, 49; V, VIII, 23; Tusc. disp., II, VI, 15; V, XXX, 85; De oficciis, I, 6 y De Oratore, III, XVII, 62.

58  «Además, hubo otros grupos de filósofos, casi todos los cuales se proclamaron socráticos: como los eritreos, los erilios, los megáricos y los pirrónicos. Pero tales grupos hace ya largo tiempo que están derrotados y extinguidos (fracta et extincta), por la fuerza y los argumentos de éstos». CICERÓN, De Oratore, II, XVII, 62.

59  SÉNECA, Epist., LXXXVIII, 43-44. Particularmente significativo es la confrontación del testimonio de Séneca y los de Cicerón sobre los seguidores de Pirrón. Éstos son citados al lado de los académicos en una doxografía que señala, por un lado, algunos aspectos del escepticismo y que revela la traza de la sucesión Eléatas-Atomistas-Pirrónicos: el texto de Séneca, viene precedido, por un lado, de una explícita alusión a los problemas generados por Protágoras, Nausífanes, Parménides y Zenón (problemas a los que hace referencia con «Circa eadem fere Pyrrhonei»), y, por otro, de un vínculo con las escuelas dialécticas de derivación socrática.

60  Cfr. WEISCHE, A., Cicero und die Neue Akademie. Untersuchungen zur Entstehung und Geschichte der antiken Skeptizismus, Münster, 1961, pp. 106 y ss.

61  Como muestra veamos algunos textos en los que Cicerón deja una clara alusión de la superación de las teorías pirronianas. Así en De officiis, dice: «Así, ésta (doctrina) es propia de los estoicos, académicos y peripatéticos, puesto que la opinión de Aristón, Pirrón y Erilo, ya fue rechazada anteriormente». CICERÓN, De offic., I, 6: DECLEVA CAIZZI, 69 H. Otros textos recogen la misma idea, por ejemplo, en el De Fin., dice: «Pirrón, Aristón y Erilo ya hace tiempo abandonados». CICERÓN, De Fin., II, XI, 35: DECLEVA CAIZZI, 69 M; o «Las opiniones de Pirrón, Aristón y Erilo ya refutadas y rechazadas». Ibidem.., V, VIII, 23: DECLEVA CAIZZI, 69 I. Y en Tusculanae: «Estas son las teorías que gozan de un cierto seguimiento; pues las de Aristón, Pirrón y Erilo y algunos otros se desvanecieron». CICERÓN, Tusc. disp., V, XXX, 85: DECLEVA CAIZZI, 69 L.

62  «Y así, tantas familias de filósofos desaparecen por falta de sucesores: los académicos, ya sean antiguos, ya sean recientes, no dejaron ningún jefe (de escuela); ¿quién se encargará de trasmitir los preceptos de Pirrón? (quis est qui tradat praecepta Pyrrhonis?)». SÉNECA, Nat. quaest., VII, XXXII, 2. Lo cual coincidiría con la noticia dada por Menodoto, según Diógenes, del abandono de la línea iniciada en Pirrón al no tener sucesores Timón de Fliunte, cfr. D.L., IX, 105.

63  Cfr. CICERÓN, De Fin.,V, VI, 16. Aquí Cicerón se reclama de la «diuisio carneadia» para las soluciones a estos problemas.

64  Enesidemo nace en Gnoso, Creta, según Diógenes Laercio (IX, 116) o en Egeo según Focio (Myriobiblon, cod. 212), sí que está claro que enseñó en Alejandría (Cfr. EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, 18, 29). Otro problema es la exacta cronología de su vida. En general existen tres teorías al respecto:

1) Enesidemo tiene su florecimiento en la primera mitad de la primera centuria a. C. (80-60). Esta conjetura hace de Enesidemo un contemporáneo de Cicerón, de Filón de Larisa y de Antíoco de Ascalón. Basándonos en los textos de Focio tendríamos:

a) Enesidemo se queja de que en esta época la academia estaba contaminada por el estoicismo.

b) Podemos identificar la dedicatoria de la obra con un amigo de Cicerón, L. Aelius Tubero.

2) Principio de la era cristiana. Este dato viene avalado por dos cuestiones: la primera es un pasaje de Diógenes Laercio (IX, 115-116) en el que da la lista de los filósofos escépticos desde Pirrón hasta Saturnino, fijando dos puntos de referencia la muerte de Pirrón (275 a.C.) y la de Sexto (210 d. C.), se calcula que Enesidemo ha debido vivir al comienzo del siglo I; y la segunda es el hecho de que Cicerón no lo nombra nunca por él mismo. Si hubiesen sido contemporáneos, el silencio de Cicerón (siempre bien informado) sobre Enesidemo hubiese sido difícil de explicar.

3) 130 d.C. Esta fecha sólo está basada en un texto de Aristocles en Eusebio (Praep. Evang., XIV, 18, 29) en el cual se presenta a Enesidemo como habiendo vivido recientemente.



Estas dificultades son insolubles. Descartamos, en primer lugar, la tercera posibilidad, sólamente tiene en cuenta el texto de Aristocles y desprecia todos los demás. También rechazamos la segunda hipótesis a pesar de que la objeción de Cicerón creo que es muy fuerte, pero como dice Brochard, Op. cit., p. 245 es posible que Cicerón no haya oído hablar de la enseñanza de Enesidemo o no haya creído conveniente prestarle atención. Así pues, establecemos la primera hipótesis como la más aceptable. Para apoyar esta decisión contamos con un excelente artículo de DECLEVA CAIZZI, «Aenesidemus and the academy» Classical Quarterly, 42, (1992), pp. 176-189, en el que apunta numerosas y razonables pruebas de que Enesidemo desarrolló su actividad en «Aegea» de Eolia, la cual pertenecía al territorio de la provincia de Asia. Allí tiene acceso a buenas fuentes de información concernientes al antiguo pirronismo. Dado su interés filosófico, es normal que tuviera buenas relaciones con Lucius Tubero, un ilustrado y cultivado legado romano entre el 61-58, que era simpatizante de la academia. A través del conocimiento de la antigua tradición escéptica y de la tradición académica desarrolló sus propios puntos de vista que sirvieron como manifiesto para un renacimiento del pirronismo. Si esta reconstrucción es correcta el silencio de Cicerón sería menos difícil de explicar, pues es fácil que la obra de Enesidemo todavía no hubiese alcanzado la importancia que después tendrá en la historia del pensamiento o también es probable que no significase ningún trabajo interesante para el mismo Tubero si es que llegó a tenerlo en sus manos.

65  Cfr. DECLEVA CAIZZI, F., «Prolegomeni...», art. cit., p. 96 y ss.

66  Cfr. D.L., IX, 115.

67  Cfr. mi artículo (en prensa) «Enesidemo: la recuperación de la tradición escéptica griega», 1994, y GLUCKER, J., Antiochus and the Late Academy, Göttingen, 1978, p. 354. En cualquier caso, parece aceptado hoy que ya sea a partir de Timón, como dice Menodoto, en el texto de Diógenes, o a partir de Eubolo (maestro de Tolomeo), la lista es incompleta, Cfr.D.L., IX, 116 y Aristocles apud. EUSEBIO, Praep. Evang., XIV, XVIII, 29.

68  García Junceda considera exacta la opinión ciceroniana, y cree que Pirrón no se puede incluir, de ninguna forma, en la tradición escéptica-gnoseológica (esta opinión será matizada por nosotros más adelante). Cfr. GARCIA JUNCEDA, J.A., «Pirrón y el escepticismo griego. Semblanza del apático Pirrón», Estudios Filosóficos, 16, (1967), pp. 245-292; 511-530; 17, (1968), pp. 93-123; véase especialmente pp. 114-118 y MINDÁN MANERO, M., «El fundamento de la conducta en el escepticismo griego», Revista de Filosofía, 15, 1956, pp. 227-242.

69  Cfr. GELIO, Noct. Att., Praefatio, 4

70  Cfr. para los problemas relativos al texto de esta obra y a la sucesión de sus capítulos: Aullu GELLE, Les Nuits Attiques, [texte établi et traduit par René MARACHE], Paris, Tome I 1967, tome II, 1978, introducción; también, The Attic Nights of Aulus Gellius, [trans. J.C. ROLFE], London, Cambridge, Massachusetts, vol. I,II,III, 1948-1952; y la edición crítica de Oxford; A. GELLII, Noctes Atticae, [Recognovit Brevique Adnotatione Critica Instruxit, P.K., MARSHALL], Tomus I y II, Oxford, 1968.

71  Según Diógenes Laercio, Favorino introdujo alguna variante en el ordenamiento de los tropos, cfr. D.L., IX, 87.

72  Es poco probable que el modelo de Gelio fuesen los diez libros de Favorino sobre los tropos pirrónicos. La referencia a esta obra en el texto: «Super qua re Favorinus quoque subtilissime argutissimeque decem libros composuit, quos Purrwne_wn Tr_pwn inscribit», más bien contribuye a pensar que Gelio utiliza otra obra de Favorino y recuerda como excursus la mejor obra del autor que divulga, de ahí los calificativos subtilissime argutissimeque, prueba del paréntesis que está realizando. Esta tesis es defendida también por DUMONT, loc.cit., p. 159.

73  Véase, por ejemplo, Vidas de los sofistas, I, 8,

74  Como por ejemplo, D.L., II, 1, 11, 20, 23, 38, 39, 40; III, 3, 19, 20, 24, 25, 37, 40, 48, 57, 62; IV, 5, 54, 63; V, 5, 9, 21, 41, 76, 77; VI, 25, 73, 89; VIII, 12, 15, 47, 48, 53, 63, 73, 83, 90; IX, 9, 20, 23, 34, 50, 87.

75  Desde esta perspectiva, podemos entender que tanto en Diógenes Laercio como en Sexto, que al parecer tienen como una de sus fuentes a Favorino, subsiste junto a una línea moral menor pirrónica, una actitud fenomenista frente al conocimiento mucho más importante e influyente. Fueron, justamente, los problemas referentes al conocimiento los que van a tener un mayor desarrollo en el escepticismo. Para ver todo este problema véase ANNAS J. and BARNES J., The Modes of Scepticism. Ancient Text and Modern Interpretations, Cambridge, London, New York, Sydney, 1985, pp. 19-30; cfr. además, DUMONT, J. P., Le Scepticisme et le Phénomène. Essai sur la signification et les origines du pyrrhonisme (Bibliothèque d'Histoire de la Philosophie), Paris, 1972, pp. 154-155. Por su parte, ROBIN, L., Pyhrron et le Scepticisme grec (Les Grands Philosophes), Paris, 1944, p. 230, se equivoca al hacer de Favorino (ca. 80-50), un sucesor de Sexto Empírico (ca. 225-250).

76  «De Pyrroniis philosophis quaedam, deque Academicis strictim notata; deque inter eos differentia».
GELIO, Noct. Att., XI, V.

77  GELIO, Noct. Att., XI, V.

78  Gelio no presenta todas y cada una de las diferencias, sino que explícitamente cita sólo aquella que los separa. Esto no cuadra con la presentación del texto, por eso, estamos de acuerdo con DUMONT, J.P., Op. cit., p. 158, en el desequilibrio existente entre el sumario que sirve de entrada al texto y el desarrollo del mismo, aunque no creemos plausible la explicación que da de este hecho: según Dumont, Aulo Gelio en el curso de una de sus noches pasadas en el Ática, proyecta resumir el libro de Favorino que está leyendo; tiene la paciencia de copiar el principio detallado del libro, pero a medida que transcurre la noche el plan inicial se reduce, ofreciendo el texto un ligero desequilibrio entre el esquema anunciado en el título y la redacción definitiva.

79  GELIO, Loc. cit.; Cfr. MILLS PATRICK, M., The Greek Sceptics, New York, 1929, pp. 44-45, el cual mantiene la idea de investigación en Pirrón, DECLEVA CAIZZI argumenta en contra del testimonio de Mills Patrick pues, según ella, no se atestigua en los textos de Pirrón la presencia de la idea de investigación que luego si que se desarrollará con el escepticismo posterior, Op. cit., p. 199.

80  Sexto Empírico distingue en las Hipotiposis Pirrónicas entre la doctrina académica y la filosofía escéptica, pues afirma que los principales tipos de filosofía son tres, la dogmática, la académica y la escéptica; cfr. SEXTO, H.P., I, 4.

81  Esta es al menos la opinión de STRIKER, G., «Skeptical Strategies» in Doub and Dogmatism. Studies in Hellenistic Epistemology, Ed. Burnyeat, F.M., Oxford, 1980, p. 54, nota 1.

82  Cfr. TARRANT, H., Sceptcism or platonism? The philosophy of the fourth Academy, Cambridge, 1985, pp. 22-23.

83  De hecho, Teodosio, que es un pirrónico-empírico, rechaza en el Sumario escéptico (cfr. D.L., IX, 70), el término «pirrónicos» como nombre para la disciplina escéptica, según su opinión, porque tenemos dudas sobre la disposición mental de Pirrón, prefiriendo aparentemente el término «escéptico». Tales reservas pueden tener detrás la tendencia, que se puede ver en Filón (Quaestiones et Solutiones in Genesin, 3, 33) de usar términos tales como «escéptico» y «eféctico» como nombres para los filósofos pirrónicos sólo, aunque no con un sentido técnico.

84  De los cuatro términos que pueden servir como nombres para los pirrónicos (escépticos, zetéticos, efécticos y aporéticos, Cfr. D.L., IX, 69-70) los dos primeros derivan de verbos que significan «examinar», «buscar». En estos términos se introdujo una significación que era ajena al significado propio del término: ese examen y esa búsqueda pasó a ser constante, una constante búsqueda de la verdad: examen junto a descubrimiento.

85  D.L., IX, 78.

86  Esta es también la hipótesis de Michael Frede, para quien el escepticismo pirrónico y el escepticismo académico forman parte de lo que podemos denominar «escepticismo clásico», y las diferencias entre ellos son menores comparadas con el escepticismo dogmático, en el que, en rigor, no pueden ser clasificados ninguno de los dos. Cfr. FREDE, M., «The sceptic's two kinds of assent and the question of the possibility of knowledge» en Essays in Ancient Philosophy, Oxford, 1987, pp. 201-222, principalmente, p. 201 y 221.

87  De las palabras de Gelio se deduce que para Pirrón los hombres deben hacer un uso moderado de sus juicios sobre la realidad, de ahí que a causa de la mezcla y confusión que existe sobre los signos de lo verdadero y falso, el hombre debe ser prudente en sus juicios y no declarar que las cosas son más de este modo que de aquél modo o de ninguno de ellos.

88  O del pr_V ti, citado por Gelio a propósito de las impresiones que tenemos de las cosas: Ibidem. Esta fórmula, tomada casi con seguridad de Favorino, nos retrotrae al tropo de Enesidemo «todas las cosas aparecen relativas», pr_V ti p_nta _a_netai. Este tropo aparece con el número ocho en Sexto, cfr. H.P., I, 135-140; con el número diez en Diógenes Laercio, vid., IX, 87-88 y en Filón con el número seis, cfr. De ebrietate, 186-189.

89  Cfr. SEXTO, H.P., I, 7: DECLEVA CAIZZI, 40; Cfr. también SUIDAS, s.v. Purr;neioi: DECLEVA CAIZZI, 39 B y D.L., IX, 69-70: DECLEVA CAIZZI, 39 A.

90  Para el estudio de la vida de Sexto Empírico Cfr., el definitivo artículo de VOLLGRAFF, G.W., «La vie de Sextus Empiricus», Revue de Philologie, de Litterature et d'Histoire anciennes, XXVI, 1902, pp. 195-210. Este artículo se encuentra también en SEXTO EMPIRICO, Los tres libros de Hipotiposis Pirrónicas, traducido del griego y adicionados de tres apéndices, por Lucio GIL FAGOAGA, Madrid, 1926.

91  D.L., I, 20. Para Diógenes el escepticismo no es una doctrina, sino más bien, una determinada actitud frente a las cosas.

92  Cfr., ADORNO, F., «Sesto Empirico: metodologia delle scienze e «scetticismo» como metodo», en Lo Scetticismo Antico, Atti del Convegno Organizzato dal Centro di Studio del Pensiero Antico del C.N.R., Roma, 5-8 Novembre, 1980, II, p. 450, nota 2.

93  «De igual manera nos comportamos nosotros preguntando si tiene una escuela el escéptico. Ahora bien, si por escuela se entiende una adhesión a muchas doctrinas que guardan coherencia entre sí y con los fenómenos, y si por doctrina se entiende el asentimiento a cualquier cosa oscura, decimos que no tiene una escuela. Si, en vez de esto, se entiende por escuela la dirección según un determinado modo de pensar, en conformidad con el fenómeno, como aquél que muestra cómo es posible parecer que se vive rectamente... decimos que el escéptico tiene una escuela». SEXTO, H.P., I, 16-17.

94  D.L., IX, 115-116, esta descripción laerciana arranca de Timón, discípulo de Pirrón, y termina en Sexto Empírico, sirviendo Enesidemo como uno de los intermediarios.

95  Cfr. WOLGRAFF, G.W., art. cit., pp. 195-203, para analizar la relación entre todos los sucesores desde Pirrón a Sexto Empírico; vid., también un artículo de VIANO, C.A., «Lo scetticismo antico e la medicina», en Lo scetticismo antico, Op. cit., pp. 565-568, conecta al pirronismo con la medicina empírica a través de Menódoto y Sexto.

96  Cfr., H.P., III, 279; ver también I, 241; II, 259.

97  Cfr. H.P., III, 32; M., IX, 282; 364, 367, 376, 418; XI, 18; I, 21, IV, 34 y V, 2.

98  MUTSCHMANN, Hermann, Sexti Empirici Opera, Vol. I, Purrwne_wn _potup;sewn Libros tres continens (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Teubneriana), Leipzig, 1912, vid., praefatio.

99  Cfr. BROCHARD, V., Op. cit., pp. 317-319; véase también la nota 3 de la página 318. En las notas 1, 2, 3, 4 y 5 de la p. 319 Brochard aporta textos que supuestamente justifican el orden de prelación de las obras de Sexto.

100  Cfr. BURY, R.G., Op. cit., vol. I, introducción pp. XLI-XLII. Se podría encontrar en un texto de Sexto una confirmación de este orden, SEXTO, M., VII, 1.

101  «Pero, de hecho, el alma no es nada, como hemos demostrado en los comentarios sobre ella». SEXTO, M., VI, 55. Aunque no sabemos si existió en verdad esta obra, parece que también hay referencias a ella en H.P., II, 31 y III, 186.

102  En Pr_V Logiko_V donde habla de sus «_atriko_V _pomn_masi», Cfr. SEXTO, M., VII, 202.

103  Tenemos dos grandes ediciones (con traducción), que se han convertido en clásicas y a las que suelen acudir la mayoría de los estudiosos de estos temas: la primera de Mutschmann, y la segunda de Bury. Para evitar cualquier equívoco vamos a ofrecer una tabla de correspondencia entre las distintas notaciones usadas por estos dos autores y la utilizada por Janá_ek para sus índices de la obra de Sexto:
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