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Índices 
Índice de alusión escritural 
Índice


 


LAS
 
BASES
 
DEL
 
GOBIERNO
 
PRESBITERIANO 
[TEXTO] 
 



F-1.01–F-1.02 
F-1.0201–F-1.0204 
Libro de Orden 2017/2019 

L
AS BASES DEL GOBIERNO PRESBITERIANO
 
C
APÍTULO UNO
 
L
A MISIÓN DE LA IGLESIA
1
 
F-1.01 L
A MISIÓN DE 
D
IOS
 
La buena nueva del evangelio es que el Dios trino—Padre, Hijo y Espíritu Santo—crea, redime, 
sostiene, gobierna y transforma todas las cosas y todas las personas. Este único Dios viviente, dice la 
Escritura, liberó de la opresión al pueblo de Israel e hizo pacto para ser su Dios. Por medio del poder del 
Espíritu, este único Dios se encarna en Jesucristo, quien vino a vivir en el mundo, a morir por el mundo y 
a resucitar a una vida nueva. El evangelio de Jesucristo anuncia la proximidad del reino de Dios, trayendo 
buenas nuevas a todas las personas empobrecidas, la vista a todas las ciegas, la libertad a todas las 
oprimidas, y proclamando el favor del Señor hacia toda la creación. 
La misión de Dios en Cristo da forma y sustancia a la vida y al trabajo de la Iglesia. En Cristo, la 
Iglesia participa en la misión de Dios para la transformación de la creación y la humanidad proclamando a 
todas las personas las buenas nuevas del amor de Dios, ofreciendo a todas las personas la gracia de Dios 
en la fuente y en la mesa, y llamando a todas las personas al discipulado en Cristo. Los seres humanos no 
tienen una meta más alta en la vida que glorificar y gozar de Dios ahora y siempre, viviendo en un pacto 
de compañerismo con Dios y participando de la misión de Dios. 
F-1.02
 
J
ESUCRISTO ES LA CABEZA DE LA 
I
GLESIA
 
F-1.0201  La autoridad de Cristo 
Dios Todopoderoso, quien resucitó a Cristo de la muerte y lo puso por encima de todo reino y autoridad, 
le ha dado a Él todo poder en los cielos y en la tierra, no tan sólo en esta era sino en la que ha de venir. Dios 
ha puesto todas las cosas bajo el señorío de Jesucristo y ha hecho a Cristo la cabeza de la Iglesia, la cual es 
su cuerpo. La vida y la misión de la Iglesia son una participación gozosa en la vida y obra continua de 
Cristo. 
F-1.0202  Cristo llama y capacita a la Iglesia 
Cristo llama a la Iglesia a existir, proveyéndole de todo lo necesario para su misión en el mundo, para 
su santificación y para su servicio a Dios. Cristo está presente con la iglesia tanto en espíritu como en 
palabra. Sólo Cristo gobierna, llama, enseña, y utiliza a la Iglesia según su voluntad. 
F-1.0203  Cristo le da vida a la Iglesia 
Cristo le da a la Iglesia su fe y vida, su unidad y misión, su orden y disciplina. La Escritura nos 
enseña acerca de la voluntad de Cristo para la Iglesia, la cual debe ser obedecida. En la adoración y en el 
servicio a Dios, y en el gobierno de la Iglesia, los asuntos deben ser ordenados de acuerdo a la Palabra por 
la razón y el buen juicio, y bajo la dirección del Espíritu Santo. 
F-1.0204  Cristo es la esperanza de la Iglesia 
Al afirmar con la comunidad cristiana primitiva que Jesús es el Señor, la Iglesia confiesa que Él es su 
esperanza y que la Iglesia, como cuerpo de Cristo, está sujeta a su autoridad y, por tanto, libre para vivir 
en la realidad viva y alegre de la gracia de Dios. 
                                                 
1
 
A través de este documento y la Forma de Gobierno, el término capitalizado «Iglesia» se refiere a la Iglesia Universal, la Iglesia
 
llamada en 
Cristo; excepto como parte de un título (e.g. Iglesia Presbiteriana (EE.UU
.
).
 


F-1.02–F-1.03 
Las Bases del Gobierno Presbiteriano 
F-1.0205–F-1.302a 

Libro de Orden 2017/2019 
F-1.0205  Cristo es la base de la Iglesia 
Toda la plenitud de Dios se complació en vivir en Cristo, y por medio de Cristo, Dios reconcilió todas 
las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la 
sangre que derramó en la cruz (Colosenses 1:19–20). Por tanto, en el nombre de Cristo, la Iglesia es 
enviada a dar testimonio de las buenas nuevas de reconciliación con Dios, con todas las personas y con 
toda la creación. En Cristo, la Iglesia recibe su verdad y llamado, su santidad y unidad. 
F-1.03 E
L LLAMADO DE LA 
I
GLESIA
 
F-1.0301  La Iglesia es el cuerpo de Cristo 
La Iglesia es el cuerpo de Cristo. Cristo le da a la Iglesia todos los dones necesarios para ser su 
cuerpo. La Iglesia se esfuerza por demostrar estos dones en su vida como comunidad en el mundo (1 
Corintios 12:27–28): 
La Iglesia ha de ser una comunidad de fe, encomendándose sólo a Dios, aun a riesgo de perder 
su vida. 
La Iglesia ha de ser una comunidad de esperanza, regocijándose en el conocimiento seguro y 
certero de que Dios, en Cristo, está haciendo una nueva creación. Esta nueva creación es un 
nuevo comienzo para la vida humana y para todas las cosas. La Iglesia vive en el presente de la 
fuerza de esa nueva creación prometida. 
La Iglesia ha de ser una comunidad de amor, donde el pecado es perdonado, la reconciliación se 
realiza y las paredes divisorias de hostilidad son derrumbadas. 
La Iglesia ha de ser una comunidad de testimonio, señalando más allá de sí misma a través 
de palabras y obras hacia las buenas nuevas de la gracia transformadora de Dios en 
Jesucristo su Señor. 
F-1.0302  Las marcas de la Iglesia
2
 
Con todo el pueblo cristiano de la iglesia universal, afirmamos que la iglesia es «una sola, santa, 
universal y apostólica». 
a.  La unidad de la Iglesia 
La unidad es un don de Dios a la Iglesia de Jesucristo. De la misma manera que Dios es un solo Dios 
y Jesucristo es nuestro único Salvador, la Iglesia es una porque pertenece a su único Señor, Jesucristo. La 
Iglesia busca incluir a todas las personas y nunca se conforma con disfrutar de los beneficios de la 
comunidad cristiana para sí solamente. Hay una Iglesia porque hay un Espíritu, una esperanza, «un Señor, 
una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos». 
(Efesios 4:5–6). 
La Iglesia se esfuerza en ser una, porque en Cristo es una. Ser una con Cristo es estar unida con todas 
aquellas personas que Cristo llama a una relación con él. Por tanto, estar en unidad mutua es llegar a ser 
sacerdotes mutuamente, orando por el mundo y mutuamente y compartiendo los diferentes dones que 
Dios le ha dado a cada persona cristiana para el beneficio de toda la comunidad. Las divisiones entre las 
diferentes denominaciones obscurecen, pero no destruyen la unidad en Cristo.
 
La Iglesia Presbiteriana 
(EE.UU.) afirma, su histórica continuidad con toda la Iglesia de Jesucristo, su compromiso a la reducción 
de esa oscuridad, y está dispuesta a buscar y profundizar la comunión con todas las iglesias dentro de la 
sola Iglesia, santa, universal y apostólica. 
                                                 
2
 Ver El Credo Niceno, Libro de Confesiones, 1.3. 


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