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Palomba (1999) sostiene igualmente que al desarrollar indicadores, modelos y sistemas de
igualdad de oportunidades es importante establecer qué objetivo se pretende alcanzar en
cuestión de conocimientos. En el caso de las mujeres y la ciencia, debemos establecer si el
objetivo de los indicadores estadísticos es identificar:
i)
un problema social, cuando se ve a las mujeres como grupo vulnerable de la comunidad
científica y se precisa una intervención política orientada a protegerlas;
ii)
una cuestión de equidad, cuando no se respetan ciertos derechos y se requiere una
intervención política para acabar con las diferencias;
iii) un problema al que se enfrentan las universidades, los organismos de investigación y las
empresas para "aprovechar al máximo el capital humano" y no malgastar los recursos
científicos nacionales, con lo que la intervención política se dirige a aumentar la
inversión para garantizar a las mujeres mejores oportunidades.
Los tres objetivos son legítimos. ¿Cómo podemos usar las estadísticas para abordarlos? En esta
sección nos centraremos especialmente en el tercero de ellos: ¿qué tipo de indicadores nos
pueden ayudar a comprender cómo se está malgastando la capacidad de las mujeres? ¿Cómo
pueden servir los indicadores para desarrollar sistemas y estructuras más justos? ¿Qué
inversiones son precisas para brindar a las mujeres la posibilidad de estudiar carreras científicas
y permanecer y desarrollarse en ellas? Unos cuantos indicadores pueden ser insuficientes, por
lo que conviene establecer un sistema interrelacionado para conseguir una herramienta eficaz
en la programación política.
La primera fase consiste en desarrollar mediciones estadísticas adecuadas desglosadas por sexos.
A continuación se deberían desarrollar indicadores del acceso a las carreras científicas, lo que
implica el análisis sobre qué carreras eligen los hombres y cuáles las mujeres, así como la
introducción de indicadores que midan factores temporales tales como la duración media de
los estudios y el promedio de edad de los estudiantes, por géneros, al final de la carrera. Es
esencial que se registren estadísticas por géneros no sólo de los alumnos que aprueban los
exámenes, sino de todos los que se presentan a ellos. Esta es la única forma de medir los
índices de éxito masculinos y femeninos.
Índices de segregación horizontal y vertical 
La mayoría de los países pueden ofrecer una idea aproximada del número de hombres y
mujeres que siguen carreras científicas; sin embargo, esto no basta para planificar una amplia
gama de medidas destinadas a reducir los gastos innecesarios. Es importante que se
introduzcan indicadores para medir la segregación sexual en las ocupaciones y profesiones
científicas. La segregación horizontal mide el índice de concentración en los sectores (o las
disciplinas) ocupacionales sin realizar ninguna evaluación de las oportunidades. La segregación
vertical afecta a la posición de los hombres y las mujeres en las jerarquías de la ciencia.
El valor estadístico que más se usa para medir la segregación horizontal es el índice de
disimilaritud, que expresa la distancia a una distribución igualitaria por géneros. El valor
máximo es 1, e indica la presencia de un solo sexo; el mínimo es 0, y significa que los
hombres y las mujeres están igualmente distribuidos. Cuanto mayor es la agregación en una
disciplina, menor es la segregación, pues la variabilidad general disminuye. El índice de
disimilaritud se ha de interpretar junto con el indicador más simple de la presencia de
mujeres, el "índice de feminización", que compara la presencia femenina con el total.
Estadísticas sobre el género en ciencia: una medida de la desigualdad
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Política científica de la Unión Europea
Podemos también calcular el número de mujeres (y de hombres) que deberían cambiar de
sector para que en cada grupo temático la presencia de mujeres igualara a la de hombres. El
mismo indicador se puede calcular por puestos.
Tabla 8.1: Número de varones que deberían abandonar sus puestos para que la
distribución por sexos de los catedráticos franceses fuera igualitaria (1998)
Grupo temático
Química, física
1 576
Matemáticas
1 372
Biología, medicina
496
Humanidades
1 124
Fuente: Palomba (1999, p. 8)
El índice de disimilaritud presenta algunas limitaciones, pues se basa en la hipótesis de una
distribución uniforme por géneros en cada grupo temático. Obviamente, este supuesto no se
ajusta a la realidad y no permite variaciones en el proceso de asignar individuos a empleos,
pues se puede argumentar que tales cifras representan una diferencia verdadera en las
preferencias de cada género (Hakim, 1998, p. 8). Sin embargo, se trata de un punto de partida
útil para plantear la cuestión del género en la comunidad científica, que se declara neutral al
respecto.
Conviene formular otras advertencias sobre el análisis de la segregación horizontal. Un
aumento del número de mujeres entre los miembros del personal universitario no significa
necesariamente que se haya reducido la discriminación directa e indirecta. La abolición de la
división entre universidades y otras entidades expendedoras de títulos (en que el número de
mujeres empleadas era superior) ha dado la impresión de que se intentaba impulsar
artificialmente a las mujeres empleadas en las universidades (por ejemplo, en el Reino Unido
en 1994/5). El paso de puestos de titularidad a contratos de corta duración en algunos Estados
miembros también parece relacionado con el aumento de la proporción de personal femenino
en las universidades. Algunas instituciones recurren cada vez más a tales contratos en el marco
de un mercado laboral secundario creciente, con lo que proporcionan apoyo en la docencia y
la investigación a académicos ya establecidos. En ciertos casos, los trabajadores firmantes de
esos contratos de corta duración, que en la mayoría de los países suelen ser mujeres (véase el
capítulo 3), no están siguiendo un desarrollo profesional regular. Por lo tanto, los índices se
han de utilizar con precaución. El significado de las redes dominadas por hombres en la
conformación de la comunidad científica mediante la asignación de recursos y premios ya se
ha discutido en este informe. Aquí mencionamos el aumento del número de mujeres
contratadas por laboratorios e institutos científicos, pero con carreras bloqueadas
(Reyneri,1996; David, 1994). Así pues, la reducción de la segregación horizontal puede ir
acompañada de una segregación vertical permanente.
La medición de la segregación vertical es la más adecuada para estimar la falta de optimización
de los recursos humanos femeninos. La comparación entre el porcentaje de mujeres que se
encuentran en el vértice superior de la pirámide jerárquica y el de las que se encuentran en su
base es un indicador útil de la segregación, y en especial si se compara con los
correspondientes porcentajes masculinos. Resulta especialmente interesante calcular qué
proporción del total de hombres empleados en universidades o centros de investigación
ocupan puestos superiores y compararlo con la cifra correspondiente a las mujeres.
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