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éste, para Benjamin, solamente ser dialéctico significa “captar en las
velas el viento de la historia. Las velas son los conceptos. Pero no
basta con poseer velas. El arte de saber colocarlas es lo decisivo”.
75
Aun así, lo importante es lo que el concepto no puede recoger,
la experiencia del tiempo: “la historia es precisamente lo que no
cabe en el concepto”.
76
En el tiempo no homogéneo aparece la
imagen dialéctica, en el tiempo de la experiencia. “En la interrup-
ción del conocimiento. En la tensión del silencio. No en la obra de
Benjamin, sino en su horizonte: los muertos del discurso; lo que
no ha llegado a escritura; el exterior del texto”.
77
En las imágenes
dialeécticas se tensa la memoria de un pasado oprimido, fallido, y
el deseo de una actualidad emancipada. La representación de la his-
toria tiene que poder hacer saltar el
continuum temporal; frente a la
vivencia y la continuidad del tiempo vacío, ahistórico, se presenta
la experiencia e interrupción del continuo temporal en momen-
tos plenos, que remiten al pasado. La imagen del pasado no puede
conocerse “tal y como fue”, sino tal como aparece en una actuali-
dad en que peligra. ¿Peligra en nuestro presente? “Sólo por mor de
los desesperados nos es dada la esperanza”:
78
la esperanza reside en
los que ya no pueden tener ninguna. La esperanza que ofrecen los
muertos tiene el tamaño de la memoria de los vivos.
79
La historia
es objeto de una construcción, una imagen del pasado de la que
sólo puede hacerse cargo una mirada creadora, constructiva; una
mirada, sin embargo, que no tiene nada de empática, pues la empa-
tía sólo es “fatídica impersonalidad patológica, en virtud de la cual
el historiador trata de deslizarse por ‘sustitución’ hasta la posición
71. Ibid., p. 467.
72. Ibid., p. 842.
73. Walter Benjamin, Gesammelte
Schriften, op. cit., p. 700.
74. Walter Benjamin, Iluminaciones i, op. cit., p. 180.
en la que se nos ha educado en historia”.
71
Las imágenes del sueño
y del despertar del sueño se relacionan como la expresión y la in-
terpretación, una interpretación que permite la salida del hechizo.
“Aprovechar los elementos oníricos al despertar es el canon de la
dialéctica. Constituye un modelo para el pensador y una obligación
para el historiador”.
72
No sirve el alejamiento de lo pasado hacia lo
mitológico, sino que hay que disolver la mitología en el espacio de
la historia. El historiador no debe ponerseen el lugar de la historia;
debe dejar aparecer en su vida lo pasado: un “
pathos de la cerca-
nía”
73
que disuelve la empatía evasiva.
El materialista histórico que se hace con la imagen dialéc-
tica debe tener el don de encender en lo pasado la chispa de la
esperanza, de recuperar la tradición histórica de manos del confor-
mismo que está a punto de subyugarla. Con la cristalización de la
dialéctica, se rompe el contrato con los vencedores y se pone todo
el
pathos en el rescate de los oprimidos. La fijación de las imáge-
nes dialécticas no es un método que el historiador pueda aplicar
a cualquier objeto y en cualquier momento. La historiografía es
inseparable de la praxis política: “el sujeto del conocimiento his-
tórico es la propia ‘clase luchadora y oprimida’”.
73
El historiador de
la dialéctica en reposo es el heraldo de esta clase; es a éste a quien
se le ha concedido una débil fuerza mesiánica, fuerza que reclama el
pasado: es él quien atiende esta reclamación cuando capta firme-
mente esa “imagen irrecuperable del pasado, que amenaza con
desaparecer con todo presente que no se reconozca mentado en
él”.
74
El verdadero conocimiento histórico solo se da en la forma
de la imagen dialéctica; de hecho, todo conocimiento, puesto que
75. Walter Benjamin, Libro
de los pasajes, op. cit., p. 476.
76. Juan Mayorga, op. cit., p. 60.
77. Ibid., p. 60.
78. Walter Benjamin, Gesammelte Schriften, op. cit., p. 201.
79. Juan Mayorga, op. cit., p. 482.
80. Walter Benjamin, Gesammelte Schriften, op. cit., p. 234.
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