Comisión sobre la Declaración de Fe de icm reporte a la Conferencia General de icm 2016


Textos Históricos que han formado la Identidad de ICM



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Textos Históricos que han formado la Identidad de ICM



Introducción


En la formulación de la nueva Declaración de MCC de fe, la Comisión ha tomado una decisión muy clara y útil para reconocer y honrar las fundaciones en las que ICM se inició y conformó.

Alentadora, desalentadora o desafiante, como haya sido, nuestra historia es nuestra historia. Es vista desde muchas perspectivas, y es importante preservar el material fundacional de este viaje de fe comunitaria, de la Denominación para las generaciones venideras.

Reconocemos estas expresiones de fe como algunas de las piedras y el mortero que construyeron los cimientos de la historia compartida y la evolución del movimiento de ICM. Estas expresiones han servido en papeles importantes en el desarrollo de este movimiento diverso, multicultural y multigeneracional. Contribuyen a nuestro patrimonio, y hemos estado firmes en nuestra determinación para incluirlos en este documento para que no se pierdan, sino que permanezcan unidos a la conciencia, conocimiento y antecedentes de la Declaración de Fe.

Los documentos en las secciones siguientes están distribuidos en círculos concéntricos.

Nosotros sugerimos que los credos históricos juegan un papel central en la gran tradición cristiana de la cual ICM es parte.

Siguiendo a estos documentos, localizamos nuestra identidad en los documentos que han sido producidos por ICM. Estos incluyen, las versiones pasadas, de nuestra Declaración de Fe. También incluimos sermones, libros y cantos que han sido importantes en nuestras reuniones.

También ofrecemos una lista de lecturas sugeridas, que esperamos sean un suplemento para nuestras comprensiones de la teología y nos ayuden a situar a ICM dentro de la historia compartida de la Iglesia.

Finalmente, adicionalmente, presentamos las Declaraciones de Fe que algunas congregaciones de ICM han reportado que las utilizan en sus servicios litúrgicos.

Al reconocer y honrar los cimientos de esta comunidad de fe, entendemos que esto incluye arte, poesía, danza y más, que no han sido y no podría, sin embargo, ser completamente incluidas en este documento en este momento. Esto no es una lista exhaustiva, pero se pretende mostrar las influencias de la historia y formación de ICM. Aquí hay otros capítulos que ayudan a sustentar esta Declaración de Fe y anclajes a los que podemos referirnos mientras continuamos nuestro movimiento.

Los Credos Históricos4

El Credo de los Apóstoles (finales del s.II d.C.)5


Este primer credo es el que la iglesia en Roma utilizó para los bautismos. Continúa siendo utilizado por muchas iglesias occidentales y fue adoptado por su nombre por la Declaración de Fe de ICM en sus comienzos en 1972 o 1973.

Aquí se presenta el Textus Receptus, versión del credo de c. 700 d.C.



Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.  

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa Virgen María; padeció bajo el poder de Poncio Pilatos; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; ascendió a los cielos. Está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso, desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.6

El Credo Niceno-Constantinopolitano (381 DC)7


Tradicionalmente, el Credo Niceno es aceptado después de tener el acuerdo de la gran mayoría de los 150 obispos reunidos en Constantinopla (381 DC). No se tiene registro en los documentos asociados con ese concilio, sino que se encuentra en los documentos del Concilio de Calcedonia (451 DC).

Este credo es reconocido por la Iglesia Ortodoxa del Este, la Iglesia Católica Romana, y las Iglesias Protestantes mayores. Es la culminación de décadas de reflexión teológica y el debate sobre la naturaleza de la Trinidad. Las tradiciones, tanto ortodoxa como la católica, lo recitan como parte de su celebración Eucarística.

El Credo Niceno fue referido por su nombre en la Declaración de Fe de ICM adoptada en 1972 o 1973.

Creo en un solo DIOS, PADRE todopoderoso[παντοκράτορα], Creador[ποιητήν] del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, JESUCRISTO, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos [πρὸ πάντων τῶν αἰώνων]: Dios de Dios, Luz de Luz. Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado [ποιηθέντα], de la misma naturaleza del Padre [ὁμοούσιον τῷ Πατρί], por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo; y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre [ἐνανθρωπήσαντα]. Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin [τέλος].

Creo en el ESPÍRITU SANTO, Señor y dador de vida, que procede del Padre (y del Hijo) [ἐκπορευόμενον], que, con el Padre y el Hijo, recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo la iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén8.


La Definición de Calcedonia (451 CE)9


Adoptada por el Cuarto Concilio Ecuménico, la Definición de Calcedonia proclama tanto la plena divinidad, como plena humanidad de Jesucristo. Más que ofrecer una declaración positiva, la definición se ofrece para poner límites a las definiciones negativas sobre lo que se puede y no debe decir sobre cómo interactúan las dos naturalezas en la persona de Jesús.

A pesar de que la Definición de Calcedonia nunca se ha mencionado formalmente en la Declaración de Fe de ICM, sus enseñanzas son esenciales sobre el cómo tradicionalmente se ha comprendido a Jesucristo como plenamente Dios y plenamente humano.

Nosotros, entonces, siguiendo a los santos Padres, todos de común consentimiento, enseñamos a los hombres a confesar a Uno y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto [τέλειον] en Deidad [θεότητι] y también perfecto en humanidad [ἀνθρωπότητι]; verdadero Dios y verdadero hombre, de cuerpo y alma racional [ψυχῆς λογικῆς]; consustancial (coesencial) con el Padre [ὁμοούσιον τῷ πατρὶ] de acuerdo a la Deidad, y consustancial con nosotros [ὁμοούσιον  τὸν αὐτὸν ἡμῖν] de acuerdo a la Humanidad; en todas las cosas como nosotros, sin pecado; engendrado del Padre antes de todas las edades [πρὸ αἰώνων], de acuerdo a la Deidad; y en estos postreros días, para nosotros, y por nuestra salvación, nacido de la virgen María [θεοτόκου], de acuerdo a la Humanidad [ἀνθρωπότητα]; uno y el mismo, Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, para ser reconocido en dos naturalezas [ἐν δύο φύσεσιν], inconfundibles [, ἀσυγχύτως], incambiables [ἀτρέπτως], indivisibles [ἀδιαιρέτως], inseparables [ἀχωρίστως]; por ningún medio de distinción de naturalezas desaparece por la unión, más bien es preservada la propiedad [ἰδιότητος] de cada naturaleza y concurrentes [συντρεχούσης] en una Persona [πρόσωπον] y una Sustancia [ὑπὸστασιν], no partida ni dividida en dos personas [δύο πρόσωπα], sino uno y el mismo Hijo, y Unigénito, Dios, la Palabra, el Señor Jesucristo; como los profetas desde el principio lo han declarado con respecto a Él, y como el Señor Jesucristo mismo nos lo ha enseñado, y el Credo de los Santos Padres que nos ha sido dado.10

El credo Atanasiano11 (c. 500 DC)


El Credo Atanasiano fue desarrollado a finales del s. V o a principios del s. VI. Al contrario del nombre histórico que lleva, no fue escrito por Atanasio, Obispo de Alejandría quien fue el campeón de la divinidad de Cristo en el Primer Concilio Ecuménico de Nicea en el 325 D.C. El documento original no fue escrito en griego, sino en latín, y aborda algunos asuntos teológicos que no fueron parte de las deliberaciones del Primer Concilio Ecuménico. Es incluido en el Libro de las Horas de la Iglesia Ortodoxa Oriental y en los Ritos Católicos Orientales, pero no se utiliza formalmente en los servicios. El credo es reconocido por los católicos y por varias tradiciones protestantes, y con frecuencia se le utiliza en el Domingo de la Trinidad en la Tradición Occidental.

El Credo Atanasiano fue mencionado, brevemente en los primeros años de la Declaración de Fe de ICM. Su referencia fue adoptada en 1973; pero, poco tiempo se le removió del texto, después de que comenzaron las objeciones sobre sus definiciones estrictas sobre la fe correcta y sus advertencias sobre que quienes no las acepten no podrán salvarse.

"Todo el que quiera salvarse, ante todo es menester que mantenga la fe católica; el que no la guarde íntegra e inviolada, sin duda perecerá para siempre.

Ahora bien, la fe católica es que veneremos a un solo Dios en la Trinidad, y a la Trinidad en la unidad; sin confundir las personas ni separar las sustancias. Porque una es la persona del Padre y el Hijo y otra (también) la del Espíritu Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo tienen una sola divinidad, gloria igual y coeterna majestad. Cual el Padre, tal el Hijo, increado (también) el Espíritu Santo; increado el Padre, increado el Hijo, increado (también) el Espíritu Santo; inmenso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso (también) el Espíritu Santo; eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno (también) el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno, como no son tres increados ni tres inmensos, sino un solo increado y un solo inmenso. Igualmente, omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente (también) el Espíritu Santo; y, sin embargo, no son tres omnipotentes, sino un solo omnipotente. Así Dios es el Padre, Dios es el Hijo, Dios es (también) el Espíritu Santo; y, sin embargo, no son tres dioses, sino un solo Dios; Así, Señor es el Padre, Señor es el Hijo, Señor (también) el Espíritu Santo; y, sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor; porque, así como por la cristiana verdad somos compelidos a confesar como Dios y Señor a cada persona en particular; así la religión católica nos prohíbe decir tres dioses y señores. El Padre, por nadie fue hecho ni creado ni engendrado. El Hijo fue por solo el Padre, no hecho ni creado, sino engendrado. El Espíritu Santo, del Padre y del Hijo, no fue hecho ni creado, sino que procede.

Hay, consiguientemente, un solo Padre, no tres padres; un solo Hijo, no tres hijos; un solo Espíritu Santo, no tres espíritus santos; y en esta Trinidad, nada es antes ni después, nada mayor o menor, sino que las tres personas son entre sí coeternas y co-iguales, de suerte que, como antes se ha dicho, en todo hay que venerar lo mismo la unidad de la Trinidad que la Trinidad en la unidad. El que quiera, pues, salvarse, así ha sentir de la Trinidad.

Pero es necesario para la eterna salvación creer también fielmente en la encarnación de nuestro Señor Jesucristo. Es, pues, la fe recta que creemos y confesamos que nuestro Señor Jesucristo, hijo de Dios, es Dios y hombre. Es Dios engendrado de la sustancia del Padre antes de los siglos, y es hombre nacido de la madre en el siglo: perfecto Dios, perfecto hombre, subsistente de alma racional y de carne humana; igual al Padre según la divinidad, menor que el Padre según la humanidad. Más aun cuando sea Dios y hombre, no son dos, sino un solo Cristo, y uno solo no por la conversión de la divinidad en la carne, sino por la asunción de la humanidad en Dios; uno absolutamente, no por confusión de la sustancia, sino por la unidad de la persona. Porque a la manera que el alma racional y la carne es un solo hombre; así Dios y el hombre son un solo Cristo. El cual padeció por nuestra salvación, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, está sentado al adiestra de Dios Padre omnipotente, desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, y a su venida todos los hombres han de resucitar con sus cuerpos y dar cuenta de sus propios actos, y los que obraron bien, irán a la vida eterna; los que mal, al fuego eterno.

Esta es la fe católica y el que no la creyere fiel y firmemente no podrá salvarse”.12


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