suponemos que es grande el cambio representado por cada grupo sucesi-
vo de líneas divergentes de puntos, las formas a14 a p14, las formas b14
y f14 y las formas o14 a m14 constituirán tres géneros muy distintos.
Tendremos también dos géneros muy distintos descendientes de I, que
diferirán mucho de los descendientes de A. Estos dos grupos de géneros
formarán de este modo dos familias u órdenes distintos, según la canti-
dad de modificación divergente que se suponga representada en el cua-
dro. Y las dos nuevas familias u órdenes descienden de dos especies del
género primitivo, y se supone que éstas descienden de alguna forma des-
conocida aún más antigua.
Hemos visto que en cada país las especies que pertenecen a los géne-
ros mayores son precisamente las que con más frecuencia presentan var-
iedades o especies incipientes. Esto, realmente, podía esperarse, pues co-
mo la selección natural obra mediante formas que tienen alguna ventaja
sobre otras en la luchapor la existencia, obrará principalmente sobre aq-
uellas que tienen ya alguna ventaja, y la magnitud de un grupo cualquie-
ra muestra que sus especies han heredado de un antepasado común al-
guna ventaja en común. Por consiguiente, la lucha por la producción de
descendientes nuevos y modificados será principalmente entre los gru-
pos mayores, que están todos esforzándose por aumentar en número. Un
grupo grande vencerá lentamente a otro grupo grande, lo reducirá en
número y hará disminuir así sus probabilidades de ulterior variación y
perfeccionamiento. Dentro del mismo grupo grande, los subgrupos más
recientes y más perfeccionados, por haberse separado y apoderado de
muchos puestos nuevos en la economía de la naturaleza, tenderán cons-
tantemente a suplantar y destruir a los subgrupos más primitivos y me-
nos perfeccionados. Los grupos y subgrupos pequeños y fragmentarios
desaparecerán finalmente. Mirando al porvenir podemos predecir que
los grupos de seres orgánicos actualmente grandes y triunfantes y que
están poco interrumpidos, o sea los que hasta ahora han sufrido menos
extinciones, continuarán aumentando durante un largo período; pero na-
die puede predecir qué grupos prevalecerán finalmente, pues sabemos
que muchos grupos muy desarrollados en otros tiempos han acabado
por extinguirse. Mirando aún más a lo lejos en el porvenir podemos pre-
decir que, debido al crecimiento continuo y seguro de los grupos mayo-
res, una multitud de grupos pequeños llegará a extinguirse por completo
y no dejará descendiente alguno modificado, y que, por consiguiente, de
las especies que viven en un período cualquiera, sumamente pocas trans-
mitirán descendientes a un futuro remoto. Tendré que insistir sobre este
asunto en el capítulo sobre la clasificación; pero puedo añadir que, según
104
esta hipótesis, poquísimas de las especies más antiguas han dado descen-
dientes hasta el día de hoy; y como todos los descendientes de una mis-
ma especie forman una clase, podemos comprender cómo es que existen
tan pocas clases en cada una de las divisiones principales de los reinos
animal y vegetal. Aunque pocas de las especies más antiguas hayan deja-
do descendientes modificados, sin embargo, en períodos geológicos re-
motos la tierra pudo haber estado casi tan bien poblada como actualmen-
te de especies de muchos géneros, familias, órdenes y clases.
Sobre el grado a que tiende a progresar la organización
La selección natural obra exclusivamente mediante la conservación y
acumulación de variaciones que sean provechosas, en las condiciones or-
gánicas e inorgánicas a que cada ser viviente está sometido en todos los
períodos de su vida. El resultado final es que todo ser tiende a perfeccio-
narse más y más, en relación con las condiciones. Este perfeccionamiento
conduce inevitablemente al progreso gradual de la organización del ma-
yor número de seres vivientes, en todo el mundo. Pero aquí entramos en
un asunto complicadísimo, pues los naturalistas no han definido, a satis-
facción de todos, lo que se entiende por progreso en la organización.
Entre los vertebrados entran en juego, evidentemente, el grado de inte-
ligencia y la aproximación a la conformación del hombre. Podría creerse
que la intensidad del cambio que las diferentes partes y órganos experi-
mentan en su desarrollo desde el embrión al estado adulto bastaría como
tipo de comparación; pero hay casos, como el de ciertos crustáceos pará-
sitos, en que diferentes partes de la estructura se vuelven menos perfec-
tas, de modo que no puede decirse que el animal adulto sea superior a su
larva. El tipo de comparación de von Baer parece el mejor y el de mayor
aplicación: consiste en el grado de diferenciación de las partes del mismo
ser orgánico -en estado adulto, me inclinaría a añadir yo- y su especiali-
zación para funciones diferentes o, según lo expresaría Milne Edwards,
en el perfeccionamiento en la división del trabajo fisiológico.
Pero veremos lo obscuro de este asunto si observamos, por ejemplo,
los peces, entre los cuales algunos naturalistas consideran como superio-
res a los que, como los escualos, se aproximan más a los anfibios, mien-
tras que otros naturalistas consideran como superiores los peces óseos
comunes, o peces teleósteos, por cuanto son éstos los más estrictamente
pisciformes y difieren más de las otras clases de vertebrados. Notamos
aún más la obscuridad de este asunto fijándonos en las plantas, en las
cuales queda naturalmente excluido por completo el criterio de
105