en estructura, costumbres y constitución, tanto mayor es el número que
puede sustentar un territorio, de lo que vemos una prueba considerando
los habitantes de cualquier región pequeña y las producciones aclimata-
das en países extraños. Por consiguiente, durante la modificación de los
descendientes de una especie y durante la incesante lucha de todas las
especies por aumentar en número de individuos, cuanto más diversos
lleguen a ser los descendientes, tanto más aumentarán sus probabilida-
des de triunfo en la lucha por la vida. De este modo, las pequeñas dife-
rencias que distinguen las variedades de una misma especie tienden
constantemente a aumentar hasta que igualan a las diferencias mayores
que existen entre las especies de un mismo género o aun de géneros
distintos.
Hemos visto que las especies comunes, muy difundidas, que ocupan
grandes extensiones y que pertenecen a los géneros mayores dentro de
cada clase, son precisamente las que más varían, y éstas tienden a trans-
mitir a su modificada descendencia aquella superioridad que las hace
ahora predominantes en su propio país. La selección natural, como se
acaba de hacer observar, conduce a la divergencia de caracteres y a mu-
cha extinción de las formas orgánicas menos perfeccionadas y de las in-
termedias. Según estos principios, puede explicarse la naturaleza de las
afinidades y de las diferencias, generalmente bien definidas, que existen
entre los innumerables seres orgánicos de cada clase en todo el mundo.
Es un hecho verdaderamente maravilloso -lo maravilloso del cual pro-
pendemos a dejar pasar inadvertido por estar familiarizados con él- que
todos los animales y todas las plantas, en todo tiempo y lugar, estén rela-
cionados entre sí en grupos subordinados a otros grupos, del modo que
observamos en todas partes, o sea: las variedades de una misma especie,
muy estrechamente relacionadas entre sí; las especies del mismo género,
menos relacionadas y de modo desigual, formando secciones o subgéne-
ros; las especies de géneros distintos, mucho menos relacionadas; y los
géneros, relacionados en grados diferentes, formando subfamilias, famil-
ias, órdenes, subclases y clases. Los diferentes grupos subordinados no
pueden ser ordenados en una sola fila, sino que parecen agrupados alre-
dedor de puntos, y éstos alrededor de otros puntos, y así, sucesivamente,
en círculos casi infinitos. Si las especies hubiesen sido creadas independ-
ientemente, no hubiera habido explicación posible de este género de cla-
sificación, que se explica mediante la herencia y la acción compleja de la
selección natural, que producen la extinción y la divergencia de caracte-
res, como lo hemos visto gráficamente en el cuadro.
112
Las afinidades de todos los seres de la misma clase se han representa-
do algunas veces por un gran árbol. Creo que este ejemplo expresa mu-
cho la verdad; las ramitas verdes y que dan brotes pueden representar
especies vivientes, y las producidas durante años anteriores pueden re-
presentar la larga sucesión de especies extinguidas. En cada período de
crecimiento, todas las ramitas que crecen han procurado ramificarse por
todos lados y sobrepujar y matar a los brotes y ramas de alrededor, del
mismo modo que las especies y grupos de especies, en todo tiempo han
dominado a otras especies en la gran batalla por la vida. Las ramas ma-
yores, que arrancan del tronco y se dividen en ramas grandes, las cuales
se subdividen en ramas cada vez menores, fueron en un tiempo, cuando
el árbol era joven, ramitas que brotaban, y esta relación entre los brotes
pasados y los presentes, mediante la ramificación, puede representar
bien la clasificación de todas las especies vivientes y extinguidas en gru-
pos subordinados unos a otros.
De las muchas ramitas que florecieron cuando el árbol era un simple
arbolillo, sólo dos o tres, convertidas ahora en ramas grandes, sobreviven
todavía y llevan las otras ramas; de igual modo, de las especies que viv-
ieron durante períodos geológicos muy antiguos, poquísimas han dejado
descendientes vivos modificados. Desde el primer crecimiento del árbol,
muchas ramas de todos tamaños se han secado y caído, y estas ramas ca-
ídas, de varios tamaños, pueden representar todos aquellos órdenes, fa-
milias y géneros enteros que no tienen actualmente representantes viv-
ientes y que nos son conocidos tan sólo en estado fósil. Del mismo modo
que, de vez en cuando, vemos una ramita perdida que sale de una rami-
ficación baja de un árbol, y que por alguna circunstancia ha sido favore-
cida y está todavía viva en su punta, también de vez en cuando encontra-
mos un animal, como el Ornithorhynchus o el Lepidosiren, que, hasta
cierto punto, enlaza, por sus afinidades, dos grandes ramas de la vida, y
que, al parecer, se ha salvado de competencia fatal por haber vivido en
sitios protegidos. Así como los brotes, por crecimiento, dan origen a nue-
vos brotes, y éstos, si son vigorosos, se ramifican y sobrepujan por todos
lados a muchas ramas más débiles, así también, a mi parecer, ha ocurri-
do, mediante generación, en el gran Árbol de la Vida, que con sus ramas
muertas y rotas llena la corteza de la tierra, cuya superficie cubre con sus
hermosas ramificaciones, siempre en nueve división.
113
Capítulo
5
Leyes de la variación
Efectos del cambio de condiciones
Hasta aquí he hablado algunas veces como si las variaciones, tan co-
munes en los seres orgánicos en domesticidad, y en menor grado en los
que se hallan en estado natural, fuesen debidas a la casualidad. Esto, por
supuesto, es una expresión completamente incorrecta, pero sirve para
confesar francamente nuestra ignorancia de las causas de cada variación
particular. Algunos autores creen que el producir diferencias individua-
les o variaciones ligeras de estructura es tan función del aparato repro-
ductor como el hacer al hijo semejante a sus padres. Pero el hecho de que
las variaciones ocurran con mucha más frecuencia en domesticidad que
en estado natural y la mayor variabilidad en las especies de distribución
geográfica muy extensa que en las de distribución geográfica reducida,
llevan a la conclusión de que la variabilidad está generalmente relaciona-
da con las condiciones de vida a que ha estado sometida cada especie
durante varias generaciones sucesivas. En el capítulo primero procuré
demostrar que los cambios de condiciones obran de dos modos: directa-
mente sobre todo el organismo, o sólo sobre determinados órganos, e in-
directamente sobre el aparato reproductor. En todos los casos existen das
factores: la naturaleza del organismo -que, de los dos, es el más impor-
tante- y la naturaleza de las condiciones de vida. La acción directa del
cambio de condiciones conduce a resultados definidos e indefinidos. En
este último caso, el organismo parece hacerse plástico, y tenemos una
gran variabilidad fluctuante. En el primer caso, la naturaleza del organis-
mo es tal, que cede fácilmente cuando está sometida a determinadas con-
diciones, y todos o casi todos los individuos quedan modificados de la
misma manera.
Es dificilísimo determinar hasta qué punto el cambio de condiciones
tales como las de clima, alimentación, etc., ha obrado de un modo defini-
do. Hay motivos para creer que en el transcurso del tiempo los efectos
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