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IV
La primera está relacionada con una interpretación materialista del
contenido de los poemas, que lo aleja de cualquier explicación de un
arte puro e incontaminado; la segunda, según argumentamos más
detalladamente en los siguientes párrafos, es su función alegórica
y salvífica, y que tiene un propósito crítico frente al despliegue del
capitalismo, su idea del progreso y la pauperización de la experien-
cia moderna. Para comprender la singularidad de la lectura política
que realiza Benjamin de la poesía de Baudelaire, basta recordar un
texto clásico de la misma época: De Baudelaire al surrealismo,
48
pu-
blicado en 1933 por Marcel Raymond. En este texto se adscribe
al poeta como fuente de una doble tradición estetizante: la de los
artistas, que lleva a Mallarmé y a Valéry; y la de los videntes, que
lleva a Rimbaud, Apollinaire y a las vanguardias de principios del
siglo xx. Frente a esta sobreestetización y su doble reducción “artís-
tica y vidente”, Benjamin cifrará otra interpretación política-estética
en la que el poema funciona como artefacto perturbador de la so-
ciedad y de la experiencia estética.
Una muestra del análisis materialista y político es el que realiza
Benjamin de algunos poemas de Las flores del mal, particularmente
de la sección “Révolte”. Así cuando en el poema “Letanía de Satán”
Baudelaire canta:
[…]¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Báculo de exiliados, lámpara de inventores,
confidente de ahorcados y de conspiradores, […]
49
Estos poemas y otros que han sido descifrados como expresio-
nes de cierto satanismo; Benjamin sostiene que no se debe tomar
muy en serio ese culto al ángel caído. En contra partida, en el Libro
de los pasajes Benjamin interpreta este poema como “la imagen [del
revolucionario Louis Auguste] Blanqui, [que] atraviesa como un
“relámpago las Letanías de Satán”.
50
Asimismo, a propósito del poe-
ma “Abel y Caín”, comenta que “Caín, ancestro de los deshereda-
dos, se nos aparece como el fundador de una raza que no puede ser
otra que la proletariada”.
51
En los primeros versos del poema, se lee
lo siguiente:
Raza de Abel, traga y dormita;
Dios te sonríe complacido.
Raza de Caín, en el fango
cae y miserablemente muere.
[…]
Raza de Abel, mira tus siembras
y tus rebaños prosperar;
raza de Caín, tus entrañas
aúllan hambrientas como un can.
52
Según esta línea de ciframiento, la poesía de Baudelaire no
quedaba reducida a artificios literarios para el deleite, la expresión
individual, la experimentación lingüística o la constitución de un
campo autónomo y puro como en el caso de l’art pour l’art, sino
50. Walter Benjamin, Libro de los pasajes, op. cit., p. 58.
51. Walter Benjamin, “Charles Baudelaire. Un lírico en la época del altocapitalismo”,
op. cit.
52. Charles Baudelaire, Las flores del mal, op. cit.
48. Idem.
49. Charles Baudelaire, Las flores del mal, Antonio Martínez Sarrión (trad.), Madrid,
Alianza, 2011.
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que se posicionaba frente a las contradicciones del capitalismo, ex-
ponía sus miserias y creaba espacios críticos para la cesura contra
el orden, el progreso y la respetabilidad burguesa e introducía la
inquietud en la narcotizada experiencia cotidiana. Así, la oposición
entre Abel y Caín del poema homónimo, que es de origen bíblico,
será reinterpretado por Benjamin como la contradicción material
entre el capitalista, al que hay que liquidar, y el proletariado, que
es el interruptor de la historia; contradicción que por el momento
tendrá similares efectos en la marginación, desgracia y explotación
de los miserables caínes (obreros) y se expresará en el cúmulo de
agraviados que deja tras de sí el discurso del progreso.
En este punto es de destacarse la atrevida analogía que esta-
blece Benjamin entre dos textos del mismo periodo, uno poético
y otro político: Las flores del mal (1857) y El 18 brumario de Luis
Bonaparte (1852), por las implicaciones políticas que conlleva. Un
trazado que al mismo Marx quizá no le hubiera molestado, habida
cuenta de su aprecio por la literatura, pues como afirma Wheen,
los fundamentos del pensamiento de Marx deben mucho a sus lec-
turas de la literatura clásica.
53
En El 18 brumario de Luis Bonaparte,
Marx sostenía que la base popular del apoyo a Luis Bonaparte era
un conjunto de personajes de la peor ralea social y a los que se les
conocía como la bohème: “vástagos degenerados y aventureros de la
burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presi-
dio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni [desclasa-
dos], carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles,
mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores,
caldereros, mendigos”.
54
Pero mientras que Marx critica y se mofa
de la base social en que se apoyaba la legitimidad política de Napo-
león, Benjamin sostiene que los tipos sociales que describe Baude-
laire en su poesía (las putas, los viejos decrépitos, los mendigos, el
dandy, el asesino, etcétera) y que socialmente son similares a los
descritos por Marx, tienen una función disolvente con respecto al
capitalismo y a la experiencia burguesa. Incluso Benjamin opone
los tipos sociales literarios descritos por Baudelaire, a lo que la lite-
ratura de la época denominó como fisiognomías. Éstas eran un tipo
literario de retrato que no perturbaba o inquietaba, sino que deri-
vaba en descripciones burlescas, típicas y socarronas; eran adecuadas
para pasar una tarde agradable y apuntalaban el régimen político
decimonónico francés. Es imposible no establecer el paralelismo de
esta literatura fisiognómica con la literatura pura, pues ambas po-
dían tener efectos aquietadores y neutralizadores de la experiencia.
En efecto, mientras las fisiognomías entretenían al buen bur-
gués del siglo xix y lo retraían a la vida privada y a la búsqueda de
la ganancia, la literatura pura era propicia para los regímenes totali-
tarios del siglo xx (como el fascismo y el estalinismo que estetiza-
ban la política) y le cantaba loas a “la belleza de la tanqueta” y a las
ráfagas de la metralleta homicida. Así, frente a un Marx que censura
la base lumpenpolítica de Bonaparte y una literatura fisiognómica
autocomplaciente o una estética del arte puro socialmente incon-
taminado, la poesía baudelairiana destacaba por sus pretensiones
para configurar ámbitos discordantes e introducir shocks en la ex-
periencia estandarizada. Aparece el cadáver, la prostituta, el viejo
decrepito, la mulata, el vampiro, todo aquello que el orden, el pro-
greso y la racionalidad pretendían ocultar, rechazar y olvidar. Esta
53. Se podrá argumentar que ese paralelismo responde a un cierto aire de época,
pues Marx y Baudelaire eran contemporáneos (tres años separa las fechas de
su nacimiento, Baudelaire: 1818-1883; y Marx: 1821-1867). Con estrategias
discursivas distintas y objetivos diversos, pero en el fondo obedecen a una
misma actitud crítica y liberadora. ¿Es posible pensar que algún día cruzaron
sus miradas en el París del siglo xix en las ocasiones cuando Marx estuvo en esa
ciudad (1843, 1849, etcétera)?
54. Karl Marx, El 18 brumario de Luis Bonaparte, México, Grijalbo, 1974, p. 87.
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