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sagrado], sin que haya nada que separar. Una profanación absoluta
y sin residuos coincide ahora con una consagración igualmente va-
cua e integral”.
36
Esta afirmación no encuentra soporte filológico
en el texto de Benjamin, quien diagnostica una inmanencia fatídica
del mundo, a la que Dios habría consentido por haber descendido
y verse implicado en él de un modo culpable, como quien está im-
plicado en un delito. En este sentido, puede hablarse efectivamente
de una desaparición de la trascendencia, pero no un proceso de
profanación como pretende Agamben. Curiosamente, éste recono-
ce explícitamente el carácter religioso que el capitalismo adquiere
en este fragmento de Benjamin, al distinguirlo de la mera “secula-
rización” que propone Weber: “según Benjamin, el capitalismo no
representa sólo, como en Weber, una secularización de la fe protes-
tante, sino que es él mismo esencialmente un fenómeno religio-
so”.
37
Sin embargo, como se mostró, parece pasarlo por alto unas
líneas después.
EL PARÁSITO, LA IMAGEN
DEL CAPITALISMO
La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1905) de Max
Weber es una de las fuentes de inspiración de
Kapitalismus als Re-
ligion. Michael Löwy considera que uno de los movimientos de
desplazamiento más importantes que Benjamin lleva a cabo con su
texto frente a Weber es el reemplazo de un “‘value-free [Wertfrei]’
analysis” por “a passionate anticapitalist attack”.
38
A este primer
desplazamiento le siguen otros, que dan cuenta de la lectura crítica
que Benjamin lleva a cabo de las tesis weberianas. Mientras que
la idea de una naturaleza propiamente religiosa del capitalismo es
completamente ajena al planteo de Weber, quien mantiene cons-
tantemente la distinción entre la religión y el sistema económico
capitalista, Benjamin propone analizar el capitalismo no sólo como
una “formación condicionada por lo religioso”, sino como “un fe-
nómeno esencialmente religioso”.
39
Una segunda crítica al enfoque weberiano puede leerse tam-
bién en la tesis de Benjamin de que “el cristianismo en la época
de la reforma no favoreció la llegada del capitalismo: se transfor-
mó en capitalismo”.
40
La ejecución del culto encarnado en el con-
sumo y en las actividades que el aumento del capital exige bastan
para la conservación y expansión del culto capitalista, con lo que
los dogmas y el edificio completo de la teología se tornan super-
fluos: “el capitalismo es una religión puramente cultual”, que “no
conoce ninguna dogmática especial, ninguna teología”.
41
Una ter-
cera divergencia en el análisis del capitalismo de Benjamin se vuelve
visible, sobre todo al final del fragmento, donde, profundizando su
análisis del culto capitalista, Benjamin homologa el paganismo, el
capitalismo y el cristianismo con las formas míticas de culto, pues
su principal motor es el “interés más inmediatamente práctico”,
42
sin aspiraciones trascendentes. De esta manera, el carácter propio de
la ética protestante y su función propiciadora del surgimiento
del modo de producción capitalista se ve relativizado al punto de
perder la relevancia teórica que le asignaba Weber. Para Benjamin
no hay tanto secularización como un desbarrancamiento de Dios
mismo en el pantano de la inmanencia del mundo.
El movimiento más interesante de desplazamiento de Benja-
min en relación a Weber lo constituye, sin embargo, la introducción
36. Giorgio Agamben, op. cit., p. 106.
37. Ibid., p. 105.
38. Michael Löwy, “Capitalism as Religion: Walter Benjamin and Max Weber”, en
Historical
Materialism, vol. 17, núm. 1, 2009, pp. 61.
39. Walter Benjamin, Gesammelte
Schriften, libro vi, op. cit., p. 100.
40. Ibid., p. 102.
41. Ibid., p. 100.
42. Ibid., p. 103.
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