Literatura y revolución león trotsky


Radio. Militarismo. Supersticiones



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Radio. Militarismo. Supersticiones


Sin embargo, quizá sea hora de tratar con más detenimiento las cuestiones políticas y prácticas. ¿Cuál es la relación entre la radio técnica y el sistema social? ¿Es socialista o capitalista? Planteo esta cuestión porque hace pocos días el conocido italiano Marconi ha dicho en Berlín que la transmisión a distancia de imágenes por ondas hertzianas es un prodigioso regalo al pacifismo, que anuncia el fin rápido de la era militar. ¿Por qué había de ser así? Los fines de época han sido proclamados tan a menudo, que los pacifistas han terminado por mezclar los comienzos y los fines. El hecho de ver a gran distancia supone poner fin a las guerras. Por supuesto, la invención de medios de transmitir una imagen animada a gran distancia es una tarea muy atrayente, porque era ultrajante para el nervio óptico que el nervio auditivo, gracias a la radio, ocupase una posición privilegiada a este respecto. Pero suponer que de ahí debe derivarse el fin de las guerras es simplemente absurdo y muestra únicamente que, en el caso de grandes hombres como Marconi, igual que para la mayoría de los especialistas -e incluso puede decirse que para la mayoría de las personas en general-, el modo de pensamiento científico aporta una ayuda al espíritu, para hablar crudamente, no en todos los terrenos, sino sólo en pequeños sectores. De igual modo que en el casco de un navío se disponen compartimientos estancos para que no se hunda en caso de accidente de un solo golpe, igual existen innumerables compartimentos estancos en el cerebro humano; en un dominio o incluso en doce, podéis encontrar el espíritu científico más revolucionario, pero detrás de un tabique yace el espíritu más limitado de los filisteos. Es la gran fuerza del marxismo, en tanto que pensamiento generalizador de la experiencia humana, ayudar a abatir esos tabiques interiores del espíritu gracias a la integralidad de su análisis del mundo. Volviendo a nuestro tema, ¿por qué el hecho de ver al enemigo debe liquidar la guerra? En los pasados tiempos, cuando había guerra, los adversarios se veían frente a frente. Así ocurría en tiempos de Napoleón. Ha sido sólo la creación de armas de largo alcance la que ha impulsado gradualmente a los adversarios a alejarse y les ha conducido a disparar sobre blancos fuera de la vista. Y si lo invisible deviene visible, esto significa sólo que también en este dominio la tríada hegeliana ha triunfado, tras la tesis y la antítesis ha venido la síntesis del exterminio mutuo.

Recuerdo la época en que se escribía que el desarrollo de la aviación pondría fin a la guerra porque el conjunto de la población sería precipitada en las operaciones militares, dado que esto llevaría a la ruina a la economía y a la vida cultural de países enteros, etc. De hecho, la invención de un ingenio volante, más pesado que el aire, ha abierto un nuevo y más cruel capítulo de la historia del militarismo. No hay duda alguna de que actualmente también estamos a punto de iniciar un capítulo más sangriento y más espantoso todavía. La técnica y la ciencia tienen su propia lógica, la lógica del conocimiento de la Naturaleza y de su sometimiento a los intereses del hombre. Pero la técnica y la ciencia no se desarrollan en el vacío, lo hacen en una sociedad humana dividida en clases. La clase dirigente, la clase poseedora, domina la técnica y a través de ella domina la Naturaleza. La técnica en sí misma no puede ser calificada de militarista o de pacifista. En una sociedad en que la clase dirigentes es militarista, la técnica está al servicio del militarismo.

Resulta incontestable que la técnica y la ciencia zapan poco a poco la superstición. Sin embargo, todavía ahí, el carácter de clase de la sociedad imponen reservas sustanciales. Tomad América: los sermones son retransmitidos por radio, lo cual significa que la radio sirve de medio de difusión de prejuicios. Tales cosas no suceden aquí, según pienso: la Sociedad Amigos de la Radio vigila, eso espero. (Risas y aplausos.) En un sistema socialista, el conjunto de la Técnica y de la ciencia estará indudablemente dirigido contra los prejuicios religiosos, contra la superstición que traduce la debilidad del hombre frente al hombre o la Naturaleza. Yo os pregunto: ¿qué ha de pesar una “voz del paraíso” cuando por todo el país se difunda una voz desde el Museo Polytécnico? (Risas.)22.

No podemos quedarnos a la zaga


La victoria sobre la pobreza y la superstición está asegurada si progresamos en el plano técnico. No debemos quedarnos a la zaga detrás de los demás países. El primer eslogan que cada radio aficionado debe tener en la cabeza es: no te quedes a la zaga. Porque estamos extraordinariamente atrasados en relación con los países capitalistas avanzados; este retraso es nuestra principal herencia del pasado. ¿Qué hacer? Sí, camaradas, la situación debía ser tal que los países capitalistas continuarían progresando y desenvolviéndose regularmente como antes de la guerra, mientras nosotros deberíamos preguntarnos con angustia: ¿seremos capaces de alcanzarlos? Y si no podemos alcanzarlos, ¿no seremos aplastados? A esto nosotros respondemos: No debemos olvidar que el pensamiento científico y la técnica en la sociedad burguesa han alcanzado su más alto grado de desarrollo en el momento mismo en que económicamente esa sociedad burguesa se adentra cada vez más en el callejón sin salida y cae en decadencia. La economía europea no está en expansión. Durante los quince últimos años, Europa se ha empobrecido y no enriquecido. Pero sus invenciones y descubrimientos han sido colosales. Mientras que asolaba Europa y devastaba inmensas extensiones del continente, la guerra daba al mismo tiempo un prodigioso impulso al pensamiento científico y técnico que se ahogaba en las garras del capitalismo decadente. Sin embargo, si consideramos las acumulaciones materiales de la técnica, es decir, no la técnica que existe en la cabeza de los hombres, sino la que está incorporada en las máquinas, las manufacturas, las fábricas, los ferrocarriles, los telégrafos y teléfonos, etc., entonces es evidente que estamos terriblemente retrasados. Sería más correcto decir que este retraso sería terrible si no poseyésemos la inmensa ventaja de la organización soviética y de la sociedad que permite un desarrollo planificado de la ciencia y de la técnica mientras que Europa se ahoga en sus propias contradicciones.

Nuestro retraso actual en todas las ramas no debe, sin embargo, ser ocultado, sino, por el contrario, evaluado con una objetividad severa, sin asustarse, pero también sin ilusionarse ni un solo momento. ¿Cómo se transforma un país en un todo económico y cultural? Por los medios de comunicación: los ferrocarriles, los navíos, los servicios postales, el telégrafo, el teléfono, la radiotelegrafía y la radiofonía. ¿Dónde estamos en este plano? Estamos terriblemente atrasados. En América la red de ferrocarriles se extiende aproximadamente 405.000 kilómetros; en Inglaterra, unos 40.000; en Alemania, 54.000, y entre nosotros solamente 69.000 kilómetros, y eso que tenemos grandes distancias. Resulta aún mucho más instructivo comparar los cargamentos transportados en esos países y en el nuestro, midiéndolos en toneladas-kilómetros, es decir, una tonelada transportada durante un kilómetro. Los Estados Unidos han transportado el año pasado 600 millones de toneladas-kilómetro; nosotros hemos transportado 48,5; Inglaterra, 30; Alemania, 60; es decir, que U. S. A. ha transportado diez veces más que Alemania, veinte veces más que Inglaterra y dos o tres veces más que el conjunto de Europa, incluidos nosotros.

Tomemos el servicio postal, uno de los medios básicos de la difusión de la cultura. Según los informes proporcionados por el Comisariado de Correos y Telégrafos, basados en las cifras más recientes, el gasto en la red postal de Estados Unidos se eleva, durante el último año, a 1.250 millones de rublos, lo cual corresponde a nueve rublos y cuarenta kopeks por cabeza. En nuestro país, el gasto para el mismo sector alcanza 75 millones, lo que significa treinta y tres kopeks por cabeza. Hay una diferencia entre esos 490 kopeks y los 33 nuestros.

Las cifras para el telégrafo y el teléfono no son menos sorprendentes. La longitud de las líneas telegráficas en Estados Unidos es de tres millones de kilómetros; en Inglaterra, de medio millón, y aquí de 616.000 kilómetros. Pero la longitud de las líneas telegráficas es comparativamente pequeña en América, porque tienen muchas líneas telefónicas (60 millones de kilómetros), mientras que en Gran Bretaña no hay más que seis millones y aquí solamente 311.000 kilómetros. No riamos ni lloremos sobre nosotros mismos, camaradas, pero metámonos firmemente estas cifras en la cabeza; debemos medir y comparar para poder alcanzarlos y sobrepasarlos a cualquier precio. (Aplausos.) El número de teléfonos -otro buen índice del nivel cultural- es en América de catorce millones: en Inglaterra, de un millón, y aquí de 190.000. Por cada cien personas, hay en América trece teléfonos; en Inglaterra, algo más de dos, y entre nosotros un décimo, o, en otras palabras, en América el número de teléfonos en relación con la cifra de población es 130 veces mayor que aquí.

Por lo que concierne a la radio, no sé cuánto gastamos cada día (pienso que la Sociedad de Amigos de la Radio, podría encargarse de esa tarea), pero en América se gasta un millón de dólares, es decir, dos millones de rublos por día en la radio, lo cual suma 700 millones, más o menos, anualmente.

Estas cifras nos revelan duramente nuestro atraso. Pero nos revelan también la importancia que puede y debe tomar la radio como medio de comunicación menos caro, en nuestro inmenso país rural. No podemos hablar seriamente de socialismo sin concebir la transformación del país en un solo conjunto, unido por toda clase de medios de comunicación. Para poder introducir el socialismo, tenemos, primero v ante todo, que ser capaces de hablar a las regiones más alejadas del país, como el Turkmenistán. Porque el Turkmenistán, con el que he comenzado hoy mis reflexiones, produce algodón, y de los trabajos del Turkmenistán depende el trabajo de las fábricas textiles de las regiones de Moscú y de Ivanovo-Voznesensk. Para comunicar directa e inmediatamente con todos los puntos del país, uno de los medios más importantes es la radio, lo cual significa naturalmente que la radio no debe ser un juguete reservado a la capa superior de ciudadanos que ocupan una situación más privilegiada en relación con los demás, sino que debe convertirse en un instrumento de comunicación económica y cultural entre la ciudad y el campo.



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