niveles de complejidad y posibilidad de agencia. La dimensión temporal puede trascender la propia
existencia del individuo y ser tanto una continuación como una nueva emergencia sujeta a procesos
de construcción de la memoria.
La continuidad del proceso implica que mientras por un lado ningún ambiente sociocultural
existe o ha existido independientemente de la imposición
de significados humanos,
por otro lado, la
subjetividad de cada ser humano y sus representaciones mentales alteran estos procesos de
imposición de significados, ya que sus orígenes parten del mismo ambiente sociocultural que los
envuelve (Schweder 1991). La sociedad es un producto del hombre; la realidad social no existe sin
el hombre, cada biografía individual es un episodio de la historia de la sociedad, que lo precede y
sobrevive (Berger y Luckmann 1989).
La base de la nueva propuesta se sitúa en un resurgimiento en ciencias sociales de la Teoría
de Sistemas. En la primera mitad del siglo XX la Teoría de Sistemas surge en los campos de
ecología y biología, centrándose en el estudio de las relaciones entre los organismos y el medio que
los rodea (Maturana y Varela 1980). La primera etapa propuso una definición general de sistema
(Hall y Fagen 2009: 81-92). Inspirado por las prometedoras perspectivas de una serie de estudios
interdisciplinares, Ludwig Von Bertalanffy fue uno de los primeros en proponer una Teoría General
de Sistemas. Este intento fue fuertemente criticado y considerado fallido (Bertalanffy 2009: 11-36)
Sin embargo, el trabajo de ecologistas como Robert May (1974), sobre la inestabilidad de las
ecuaciones mostradas por organismos vivos en sus comunidades, supusieron un nuevo impulso,
revitalizando la discusión. La nueva formulación de la Teoría de Sistemas es en parte también una
respuesta a la Teoría del Caos, que a su vez puede ser considerada una respuesta matemática a los
descubrimientos realizados en ecología. Este nuevo planteamiento se conoce como Teoría General
de Sistemas pero recibe también otra serie de denominaciones, tales como: “Teoría de Sistemas
Dinámicos,” “Teoría de la Complejidad” o “dinámicas no lineales.” La nueva corriente de
pensamiento unifica avances en ciencias sociales como la “Teoría de Juegos” (Leyton-Brown
2008), “Teoría de la Información” (Garfinkel 2008) o la “Teoría de la Decisión” (Bermúdez 2009).
En cuanto a la antropología, la perspectiva de sistemas fue adoptada en un principio por
antropólogos como Clifford Geertz y Roy A. Rappaport (1967). La definición de religión, recogida
anteriormente, de Clifford como un sistema cultural se ha convertido en una referencia común.
Los nuevos planteamientos de la Teoría de Sistemas aportan un marco teórico para la
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comprensión de problemas en áreas de conocimiento tan diversas como pueden ser la biología o la
cognición (Maturana y Varela 1980), o las ciencias sociales (Luhmann 1995). Dichos problemas se
componen de múltiples variables por lo que se requieren nuevas herramientas conceptuales para su
estudio, ya que las soluciones clásicas responden a cadenas causales lineales. A lo largo del siglo
pasado, la modernidad ha descubierto y estudiado la complejidad implícita a nuestra forma de
entender el mundo que nos rodea, desde la comprensión de partículas elementales a átomos,
organismos, seres humanos, cultura y sociedad. De este modo, la posmodernidad se enfrenta a los
desarrollos de la complejidad en distintas disciplinas, como pueden ser los campos de física,
biología, sociología, etc. En respuesta a esta situación, la teoría de sistemas pretende unificar el
conocimiento multidisciplinar. Bauman propone el uso de “sistema, como una nueva teoría de la
posmodernidad, como una totalidad cuya lógica viene dada por sus partes, una totalidad cuya
existencia y perpetuación se encuentra sometida a sus partes, subordinadas por definición. De
nuevo, una totalidad formulada para definir, ya que en la práctica es capaz de hacerlo, los
significados de las acciones individuales y las agencias que componen dicha totalidad (Bauman
2002: 431). Este enfoque se centra en el concepto de auto-organización en sistemas adaptativos
complejos. Un sistema adaptativo complejo es una red de agentes que interaccionan entre sí, cuyo
comportamiento como grupo es dinámico y se entiende en términos de proceso. De este modo,
emergen interacciones bajo patrones espontáneos (Kauffman 1993).
Una de las herramientas conceptuales es la noción de
autopoiesis y de
sistema autopoiético
(Maturana y Varela 1980). Una breve introducción a la noción de sistema autopoiético debería
comenzar con una definición de sus características acompañada de ciertas reflexiones sobre sus
consecuencias en nuestro estudio. Bailey (1994: 44-11) propone una definición genérica de sistema
basándose en una discusión de las definiciones previas: el sistema se compone de una serie de
unidades “que pueden denominarse componentes, partes, unidades, características, variables,
atributos, etc.” Más adelante explica que estas unidades establecen distintos tipos de conexiones,
que a su vez reciben distintos nombres, como “relaciones, interrelaciones, conexiones,
correlaciones, etc.” Estas relaciones no son casuales, lo que significa que los niveles de
entropía
(entendida como el grado de desorden) se encuentra por debajo del máximo (completo desorden, lo
que implica la imposibilidad de realizar explicaciones o predicciones). Autopoiesis hace referencia
a la capacidad
de auto-crear, un sistema autopoiético es un sistema que selecciona y
crea sus propias
condiciones de vida (Bailey
ibid).
De este modo es posible reducir la complejidad del fenómeno mediante la descripción de sus
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