Estudios sobre la Economía Española - 2016/24
La Desigualdad en España: Fuentes, Tendencias
y Comparaciones Internacionales
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Luis Ayala Cañón
Universidad Rey Juan Carlos y Equalitas
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Este trabajo ha sido encargado conjuntamente por FEDEA y la Revista de Libros.
fedea
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INTRODUCCIÓN
A mediados de los años setenta, la OCDE publicó uno de los primeros informes
con información comparada sobre el alcance de la desigualdad en los que por aquel
entonces eran considerados países ricos. Su autor, Malcolm Sawyer (1976), utilizó
datos de encuestas de ingresos a los hogares de distintos países y seleccionó una
muestra que incluía a Australia, Canadá, Francia, la República Federal Alemana,
Noruega, España, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos. Aunque sesgadas por los
problemas de homogeneidad de las fuentes y la simplicidad de las decisiones
metodológicas adoptadas, como el uso de la renta per cápita en lugar de ajustarla según
las características y el tamaño de los hogares, sus estimaciones de indicadores básicos
de desigualdad dibujaban un panorama muy nítido del alcance de las diferencias entre
los países industrializados en los niveles de equidad: los países nórdicos –sobre todo
Suecia– eran los que disfrutaban de menores niveles de desigualdad gracias a la
extensión cobrada por los sistemas de impuestos y prestaciones sociales, Estados
Unidos era el país donde la desigualdad era mayor y España era dentro de los países
europeos ricos uno donde mayores eran las distancias entre el porcentaje de la renta
disponible que recibían los hogares pertenecientes al quintil más bajo y el
correspondiente al 20% más rico. Este ratio era cercano al 7%, muy superior a los de
Suecia o la RFA, aunque no muy diferente de los de Canadá y Francia, país este último
en el que los hogares con mayor renta recibían una proporción del total todavía mayor
que en España.
Esta posición desfavorable en los rankings internacionales de desigualdad no
parece haberse modificado sustancialmente si se mira a los datos más recientes para el
conjunto de Estados Miembros de la Unión Europea. Según la información que ofrece
Eurostat, a mediados de la actual década el ratio entre los porcentajes de renta
correspondiente a los dos quintiles extremos
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era similar al que había hace casi cuarenta
años. Entre los 27 países que forman la Unión Europea, sólo en Rumanía el cociente
entre la renta del 20% más rico y el más pobre era ligeramente mayor que el español.
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Las medidas que comparan la renta de distintos percentiles de la distribución de la renta son muy
frecuentes en el análisis de la desigualdad. A veces se compara el porcentaje de renta que acumula un
percentil en el tramo de mayores ingresos con el de otro percentil con rentas bajas. En otras ocasiones, se
mide la distancia entre la renta que delimita estar en la decila o el quintil más rico con la que separa la
decila o el quintil más pobre.
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Quedan pocas dudas, por tanto, de que con los datos oficiales y los indicadores más
habituales, España es en la actualidad uno de los países ricos donde mayor es la
desigualdad, tal como coinciden en confirmar diferentes informes elaborados con bases
de datos homogéneas (OCDE, 2015).
Tal caracterización de España como un país con alta desigualdad no es
novedosa, dado que antes de la crisis la desigualdad ya era alta en el contexto
comparado, con sólo seis países con el indicador citado mayor que el español,
añadiéndose Bulgaria, Letonia, Portugal, Grecia y Lituania a Rumanía. La crisis y el
impacto diferencial del desempleo en España han hecho que el reparto de la renta sea
todavía más desigualitario que años atrás. Puede resultar más llamativa la ausencia
aparente de cambios en el largo plazo, ya que los instrumentos generales de corrección
de las desigualdades de las rentas primarias se han extendido notablemente. Mientras
que a principios de los años setenta el gasto público en España apenas excedía el 20%
del PIB, en la actualidad está ligeramente por debajo del 50%, correspondiendo casi dos
tercios del total al gasto en protección social, sanidad y educación. Un crecimiento
similar, aunque más contenido en su nivel máximo, ha sido el de los ingresos públicos,
con un desarrollo muy amplio de la imposición personal progresiva sobre la renta. La
aparente inmovilidad de los indicadores de desigualdad parece sorprendentemente ajena
a este extenso desarrollo de la intervención pública redistributiva.
Un intervalo temporal tan amplio –las cuatro últimas décadas– puede esconder,
sin embargo, importantes diferencias en la trayectoria de la desigualdad. En este largo
período se han sucedido tanto cambios muy pronunciados del ciclo económico como la
sucesión de acentos muy diversos en el desarrollo de los sistemas de impuestos y
prestaciones. Aunque en cada país la demografía y las instituciones pueden modular de
distinta forma el efecto sobre la distribución de la renta de los cambios en las
condiciones macroeconómicas, existe cierto consenso desde los estudios pioneros de
Blank y Blinder (1986) y Cutler and Katz (1991) en identificar las etapas de recesión
con aumentos de la desigualdad y empeoramientos de los hogares con menores
ingresos, mientras que las fases expansivas se asocian con mejoras en los niveles de
equidad. En este sentido, los dos extremos del intervalo temporal considerado, primer
tercio de los años setenta y primera mitad de la década actual, coinciden con los
períodos más adversos de deterioro de la actividad económica y del empleo en España