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de la narración oral, pero inscribiéndola al mismo tiempo en las
transformaciones materiales de su época.
La narración encuentra también su expresión en la historia en
la figura del cronista que se distingue de la figura del historiador.
“El historiador está supeditado a explicar de una u otra manera
los sucesos de los que se ocupa”,
38
mientras que el cronista se ha
desembarazado “de la carga de una explicación demostrativa. En su
lugar aparece la interpretación, que no tiene que ver con un enca-
denamiento preciso de acontecimientos determinados, sino con el
modo de insertarlos en el gran curso de la historia”.
39
En su inter-
pretación del pasado, el cronista se ocupa de lo nimio, de los deta-
lles, de lo olvidado, de lo invisibilizado, etcétera, y por eso su tarea
tiene un ímpetu salvífico. El cronista recupera lo acontecido en su
singularidad, o, como señala Oyarzún, “da cuenta de lo singular en
su acaecer” y de ahí su “carácter justiciero”
40
para con la nimiedad
y el detalle. En este sentido, Benjamin advierte que “en el narrador
se preservó el cronista en una figura transformada, secularizada”, en
la medida en que la “orientación histórica-salvífica” del cronista se
recrea de manera “profana” en el narrador.
41
En las afinidades entre el narrador y el coleccionista también
se despliegan indicios para pensar una nueva forma de narrar capaz
de recuperar, a través de fragmentos, lo significativo de las ruinas, de
lo olvidado, de aquello que ha caído en desuso. De manera análoga
al coleccionista, que “convierte la glorificación de las cosas en su ta-
rea”,
42
Benjamin señala, en su primer exposé “París, capital del siglo
xix”, que la narración permite la glorificación de las experiencias,
al arrancarlas del olvido y preservar su significatividad en el desplie-
gue inacabado de sus reapropiaciones. El coleccionista es compara-
do entonces con Sísifo en tanto lleva a cabo el trabajo de “quitar a
las cosas sus carácter de mercancía por el hecho de poseerlas. Pero
a cambio les da el valor de quien las ama”.
43
De ahí que las figuras
del narrador y del coleccionista se encuentren en la base de una
nueva historiografía crítica, en tanto que ambos arrancan objetos
o experiencias del olvido, reinsertándolos en el presente a través
de la reapertura de su potencialidad significativa. En su ensayo so-
bre “Eduard Fuchs, coleccionista e historiador”,
44
Benjamin opone
precisamente al coleccionista del historiador cientificista moderno,
de manera semejante a como el narrador y el cronista se contrapo-
nen al historiador en su ensayo “El narrador”.
En sus “Borradores sobre novela y narración”, Benjamin se
pregunta: “¿acaso no se dirige todo esfuerzo del nuevo narrador a
este único propósito: abolir la precisión, demoler la plástica en la
acción, la descripción del lugar y el transcurso del tiempo?”.
45
El
Passagen-Werk, y sin lugar a dudas las tesis “Sobre el concepto de
historia”, pueden ser concebidos precisamente como el intento de
Benjamin de realizar los designios de este “nuevo narrador”.
46
Esto
implica un movimiento de actualización y a la vez de recreación
de la figura del narrador, que recupera el impulso del cronista y del
coleccionista, y que arremete contra las formas convencionales de
narración, haciendo saltar la continuidad del tiempo a través de la
fragmentación y recuperando la potencialidad de la narración para
“elaborar la materia prima de las experiencias”.
47
Esta elaboración
38. Walter Benjamin, El narrador, op. cit., p. 77.
39. Ibid., pp. 77-78.
40. Pablo Oyarzún, op. cit., p. 49.
41. Walter Benjamin, El narrador, op. cit., p. 78.
42. Walter Benjamin, El París de Baudelaire, op. cit., p. 55.
43. Ibid., p. 55.
44. Walter Benjamin, Obras, libro ii, vol. 2, op. cit., p. 82.
45. Walter Benjamin, El narrador, op. cit., p. 137.
46. Ibid., p. 135.
47. Ibid., p. 95.
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consiste en dotar a las experiencias de una significatividad comuni-
cable, que al insertarse en la narración como práctica social inter-
pela a los interlocutores, suscitando la reflexión y manteniendo una
dinámica que no se clausura sobre sí misma.
El narrador, sostiene Benjamin, tiene consejo para dar, pero
éste no debe entenderse como una sentencia; y de ninguna manera
la narración constituye un apostolado de la moral, sino que tiene
que dar qué pensar, reabriendo los sentidos de la experiencia en el
transcurso mismo de la actividad de narrar. “El consejo es menos
la respuesta a una pregunta como una propuesta concerniente a la
continuación de una historia (que se está desarrollando en el mo-
mento). Para procurárnoslo, sería ante todo necesario ser capaces
de narrarla”.
48
El consejo constituye así una “propuesta” para que
nos dispongamos a narrar y a continuar nosotros mismos con la
historia. En la narración confluyen de este modo una pluralidad de
voces que se acoplan, se mezclan y se entretejen. En este sentido,
Benjamin se refería a una “nueva objetividad”
49
que surgiría de la
pluralidad de voces, en la medida en que el consejo del narrador
consiste en propulsar la propia narración del oyente y la apertura
de las interpretaciones. Asimismo, la nueva narración a través de
la revolución de su forma, genera una disonancia respecto de las
expectativas del lector, que se ve impelido a reasignar un sentido al
relato. Así, a través de la discontinuidad, la narración produce cierto
distanciamiento de la experiencia, con lo que es posible un posicio-
namiento crítico. De la misma manera, en el teatro épico de Bre-
cht, la narración discontinua genera un efecto de distanciamiento
necesario para la “nueva objetividad”, que consiste en rescatar las
posiciones olvidadas y restituirlas al relato histórico.
EL TEATRO ÉPICO DE BRECHT COMO PARADIGMA DE UNA NUEVA
FORMA DE NARRACIÓN
En esta sección nos abocamos al análisis del teatro épico de Brecht,
porque consideramos que puede obrar como un puente entre “El
narrador” y el Libro de los pasajes, en la medida en que el teatro
épico se estructura en torno de la interrupción y la discontinuidad,
y constituye una forma que revoluciona el teatro, de una mane-
ra que puede resultar esclarecedora de la novedosa forma narrativa
subyacente a su obra inconclusa. De este modo, esperamos mos-
trar que para Benjamin el teatro épico constituye una forma pa-
radigmática de narración discontinua, en la que se sustenta para la
caracterización de su propia metodología crítica que se encuentra
en la base del Passagen-Werk. A través de la interrupción, el teatro
épico genera una desestructuración del sentido de la narración que
produce un shock que posibilita el distanciamiento reflexivo –el de-
nominado efecto de extrañamiento o de distanciamiento [Verfrem-
dungseffekt]–.
50
La relevancia de Brecht en la concepción de Benjamin ha sido
históricamente desdeñada y valorada de manera negativa tanto por
Adorno
51
como por Scholem. Éste último llegó a afirmar que “la
influencia de Brecht en la producción de Benjamin de los años
treinta resultó funesta y en algunos casos hasta catastrófica”.
52
Estas
lecturas han desincentivado una debida consideración del tema; sin
embargo, el libro de Erdmut Wizisla, Benjamin y Brecht. Historia de
48. Ibid., p. 64.
49. Ibid., p. 132.
50. Respecto de la reapropiación por parte de Benjamin de la concepción del
Verfremdungseffekt en el teatro épico de Brecht, véanse Willy Thayer, Tecnologías
de la crítica. Entre Walter Benjamin y Gilles Deleuze, Santiago de Chile, Metales
Pesados, 2010, pp. 132-136; y Fredric Jameson, “Extrañamientos del efecto
de extrañamiento”, en
Brecht y el método, Teresa Arijón (trad,), Buenos Aires,
Manantial, 2013, pp. 59-68.
51. Theodor W. Adorno, Sobre Walter Benjamin, op. cit., p. 95.
52. Gershom Scholem, op. cit., p. 26.
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