Basándose en el análisis de la conducta irracional que se adscribe tradicionalmente a los
jurodivye algunos autores relacionan este comportamiento con el autismo infantil (Challis y Dewey
1974: 2). Este tipo de autismo se diagnostica en la actualidad durante la infancia y sus síntomas
persisten a lo largo de toda la vida del enfermo.
Los autistas muestran una aparente insensibilidad al dolor y a la climatología. Al igual que
los
jurodivye, un autista resiste temperaturas muy bajas sin dar muestras de sufrir el frío. Del mismo
modo podría llevar un jersey de lana bajo un calor húmedo sin dar muestras de incomodidad. Esta
resistencia al frío y calor extremo es una de las características más destacadas en las descripciones
de
jurodivye.
Otros puntos en común son su gran capacidad para el ayuno y las pocas horas de sueño. Las
personas que sufren autismo son en general solitarias y muestran serios problemas de accesibilidad
social. Su comportamiento es extraño y oscila entre el exceso de tranquilidad y la hiperactividad.
Las vidas de los
jurodivye describen su infancia como niños que no juegan con los demás, cerrados
en sí mismos o en sus lecturas. Otros sin embargo se escapan de casa y son difíciles de controlar.
Algunos son incapaces de adaptarse a la sociedad. Alguno fue encontrado en el bosque por unos
campesinos, el chico no aceptaba el contacto humano e intentaba escaparse y finalmente quedó al
cuidado del sacerdote local.
Otra característica del comportamiento típico de un autista que parece encajar con
los relatos
sobre los
jurodivye es el comportamiento maniático o el ritualismo compulsivo. Es común el uso
repetitivo y peculiar de objetos en un modo “inapropiado”. Procopio de Ustjug llevaba tres
atizadores en una mano. Y Pelagija Serebrenikova recogía ladrillos o piedras, los cargaba y uno a
uno los lanzaba a un pozo. Después ella misma se arrojaba al pozo y recogía las piedras una por
una.
Otros síntomas del autismo afectan a la comunicación verbal, pudiendo llegar a una total
pérdida del discurso, mutismo, discurso divergente, procesos de descarrilamiento, también se dan
casos de discurso metafórico. El autista puede dirigirse a sí mismo como si lo hiciera a otra persona,
también puede hablar con seres invisibles.
Estos problemas en el lenguaje están presentes en distintos
jurodivye. Algunos han
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permanecido en silencio durante años. Otros repetían las palabras de su interlocutor, ecolalia,
hablaban en metáforas y aforismos o pronunciaban un discurso carente de sentido que era percibido
como una profecía. Muchos autistas presentan en su edad adulta un alto índice de epilepsia. Estos
ataques epilépticos pueden ser una explicación a los trances que sufren los
jurodivye.
Los rasgos anteriores son comunes a otras patologías mentales. Un par de rasgos específicos
del autismo parece encajar en la figura de
jurodivyj. El autista puede compensar su discapacidad en
unos aspectos con una habilidad sorprendentemente superior en otra área. Muchos son, por ejemplo,
capaces de memorizar enormes cantidades de datos o dar interpretaciones a los hechos
espectacularmente originales.
Muchos autistas desde su infancia muestran una gran preocupación sobre como deberían ser
las cosas, con el tiempo el autista puede llegar a obsesionarse con la moral y la justicia. Una persona
que sufre autismo es incapaz de contemplar un punto de vista diferente al suyo. Esta convicción de
poseer la razón, junto a su preocupación por la justicia y moral y su falta de comprensión de las
jerarquías sociales parece encajar a la perfección con los famosos enfrentamientos protagonizados
por
jurodivye y figuras de poder.
Challis y Dewey no afirman que el
jurodstvo tenga sus raíces exclusivamente en el autismo,
pero sí defienden que alguno de los
jurodivye podrían ser clasificados como autistas a pesar de la
insistencia canónica de “la
elección voluntaria de su comportamiento, motivado por su ansiedad
por servir a Cristo” (Thompson 1987: 7).
II.4. Perspectivas desde el estudio del chamanismo
En
Understanding Russia E. M. Thompson
6
plantea distintas líneas de acercamiento y
comprensión del fenómeno del
jurodstvo. Cuestiona la normalidad o anormalidad mental de estos
santos, su conexión con la cultura bizantina, el problema de su canonización, su representación en
las hagiografías, su unión al chamanismo y por último su influencia en la literatura y cultura rusa.
Tras analizar los textos hagiográficos Thompson afirma que muchas de las características
6 Thompson, E. M. (1987)
Understanding Russia: the holy fool in Russian culture Lanham, MD: University Press of
America
.
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específicas del
jurodstvo rusa pueden encontrarse en sus antecedentes bizantinos, pero no todas.
Tras analizar detenidamente los casos bizantinos y compararlos con los rusos afirma que existen
ciertas diferencias entre ambos grupos y que estas diferencias han tomado un carácter sustancial con
el paso del tiempo. Sin duda el
salós bizantino ha sido una gran influencia para el
jurodstvo ruso,
pero no la única. Por lo tanto el fenómeno conocido como
jurodstvo no es idéntico a su predecesor
bizantino. Thompson busca otros antecedentes para estas diferencias, señalando la gran influencia
que ha podido tener sobre la cultura rusa la rica tradición euroasiática del chamanismo, por lo que
“el chamán se convierte en un modelo para la figura rusa del
jurodivyj” (Thompson 1987: 66-67).
Tanto la Kíev de Rus’ como las regiones de Moscovia no solo estuvieron expuestas al paganismo
eslavo sino que durante largos periodos de tiempo mantuvieron un estrecho contacto con el
paganismo procesado
por sus habitantes, vecinos o conquistadores de procedencia turca o finesa.
Thompson se hace eco de la noción de chamanismo como religión pagana universal. La
figura del chamán está presente en pueblos nativos norteamericanos, africanos y asiáticos.
Curiosamente el término chamán procede de la lengua de los tungus, uno de los pueblos que junto
con buriatas, ostiacos, iakuts, coriacos, votiacos, mordvinos y komi conviven en Siberia con el
pueblo ruso. Thompson alega que al igual que se admite la gran influencia que tuvo la ocupación de
los mongoles, que llegó a dotar a los moscovitas de un modelo de organización estatal, es del
mismo modo razonable pensar que este contacto tan prolongado con distintas culturas chamánicas
tuvieron un notable impacto en la vida religiosa rusa y en su sistema de valores.
Parece lógico pensar que siglos de luchas, comercio y de convivencia favorecen el inevitable
intercambio cultural. A estas formas de contacto debemos añadir el hecho de que estos pueblos en
numerosas ocasiones comparten territorio con el pueblo ruso. Los distintos pueblos de origen finés
han convivido con rusos, en algunos casos hasta nuestro días, en las cercanías de Nóvgorod, Viatka,
Perm’, Ustjug, Vologda, Sol’vychegodsk y Kostromá.
Esta línea de investigación basada en la comparación de religiones no
parece haber tenido un
gran eco entre los académicos rusos. Según Thompson parece tratarse de un tabú entre los
historiadores rusos desde que el respetado académico soviético D.S. Lichačëv afirmara repetidas
veces que no había existido interconexión alguna entre las culturas eslavas y las no eslavas.
Thompson intenta seguir la pista de los autores que difieren de esta postura. Hace referencia a unos
artículos de D.N. Anučin publicados en
Etnografičeskoe Obozrenie en el siglo XIX en los que el
autor invita a la investigación con estas palabras:
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