a pesar de su comportamiento antisocial, requiere de la sociedad para su propia existencia. La
sociedad también encuentra en la figura del
jurodivyj la satisfacción a su necesidad de espectáculo,
ocupando ese tercer taxón definido por Thompson y Pančenko anteriormente.
Algo similar sucede en la Edad Media con el fenómeno de mendigar, también en estrecha
relación con la figura del
jurodivyj. Un típico punto de vista medieval sobre los pobres, los
enfermos y los inválidos era que constituían una ayuda necesaria para la salvación, proporcionando
una oportunidad a los donantes para que hicieran actos de caridad. No sólo se aceptaba al mendigo
como un aspecto inevitable de la sociedad, sino que se le consideraba necesario en el orden social;
no se perseguía al que pedía limosna, porque fomentaba el dar limosna, que era bueno para el alma
del que la daba. Tanto dar como recibir limosna era moral, lo mismo que el pedirla (Buela-Casal
1995: 17).
Los
jurodivye también constituyen una forma peculiar de comunicación entre la autoridad y
el pueblo. Al igual que en el caso de otras figuras grotescas, como las carnavalescas, el espacio
propio del
jurodivyj son las calles o la plaza pública, especialmente los días de mercado. La plaza
pública es el ámbito del teatro cómico, de difusión de pronósticos burlescos, adivinaciones y
almanaques. Estos, como el
jurodivyj, constituyen una forma peculiar de comunicación entre la
autoridad y el pueblo. Bajtín afirma:
“El hombre medieval participaba al mismo tiempo de dos existencias separadas: la
vida oficial y la del carnaval; dos formas de concebir el mundo: una de ellas piadosa
y seria y la otra cómica. Ambos aspectos coexistían en su conciencia, y esto se refleja
claramente en las páginas de los manuscritos de los siglos XIII y XIV, como por
ejemplo en las leyendas que cuentan la vida de los santos. En una misma página
encontramos una al lado de la otra, estampas piadosas y austera que ilustran el texto
y diseños de quimeras fantásticas…”
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La figura grotesca se forma a sí misma al destruir todos los vínculos y asociaciones
habituales de las cosas y las ideas, para crear asociaciones imprevistas, relaciones lógicas
inesperadas. Se trata de un ejercicio de degradación, entendido como la transferencia al plano
material y corporal de lo elevado, espiritual, ideal o abstracto. Teniendo en cuenta las
consideraciones anteriores, la aporía antropológica característica del
jurodstvo adquiere sentido
4 V. Branca 1979
Bocacio medieval p.90
apud Huerta 1987 p.25.
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