Moluscos – Phyllum mollusca


Los crustáceos no Decápodos



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Los crustáceos no Decápodos


Manuel Ortiz, Rogelio Lalana y Carlos Varela

Centro de Investigaciones Marinas. Universidad de La Habana

Calle 16 No. 114 e/ 1ra. y 3ra . Playa. Ciudad de La Habana C.P. 11300. Cuba.

E-mail: ortiztouzet@yahoo.com; rlalana@cim.co.cu


Bajo la denominación de crustáceos no decápodos están incluidos más de la mitad de las especies del sub-filo Crustacea, conocidas hasta el presente. Dentro de esta categoría en las aguas cubanas están presentes los cephalocaridos, los reimpedíos, los branquiópodos, los ostrácodos, los copépodos, los cirripedios, los branquiuros, que son muy semejantes a los anteriores, los nebaliáceos, los hoplocáridos y los peracáridos. Para su cladificación, hemos seguido la nomenclatura de Brusca y Brusca (1990). De ellos, los más numerosos en los mares cubanos son los copépodos, tanto planctónicos como bentónicos, los cuales juegan un papel primordial en las tramas alimentarias de muchas especies de importancia económica. También los isópodos y los anfípodos merecen ser citados entre los grupos más abundantes e importantes en las relaciones tróficas de los ecosistemas cubanos. Muchas de estas especies constituyen parte del alimento de las etapas juveniles de peces de interés comercial. Por otra parte, algunos copépodos e isópodos son parásitos de otros crustáceos o de peces, al menos en algunos de sus estadíos.

Los crustáceos no decápodos cubanos estaban muy poco estudiados hasta finales de los años 70. Solamente se conocían algunas de las especies de copépodos planctónicos, cirripedios, estomatópodos e isópodos marinos parásitos. En ello influyó su pequeño tamaño, a pesar de su gran abundancia, así como la dispersión de la literatura. Los crustáceos de la clase Cephalocarida, fueron descubiertos recientemente. Se trata de uno de los grupos más primitivos de crustáceos conocidos. Son de muy pequeño tamaño, de cuerpo alargado, no sobrepasando los 4 mm de largo. Cabeza sin ojos, compuesta de un escudo cefálico, que a continuación presenta 8 segmentos toráxicos, 11 abdominales y un telson con ramas caudales. En el mundo se conocen actualmente cerca de 20 especies. En Cuba solo un representante del género Ligthiella, (Lalana, et al., 1983) ha sido registrado (ver lista de crustáceos no decápodos en este CD-ROM).

Los de la clase Reimpedia, también recién descubiertos y primitivos, son muy alargados, poseen dos cordones nerviosos ventrales y los segmentos del tronco son todos muy semejantes. Una sola especie ha sido hallada por una expedición espeleológica cubano-norteamericana. Se trata de Speleonectes gironensis (Yager, 1994).

A la clase Branchipoda pertenecen crustáceos pequeños, que no sobrepasan los 3 cm de largo. Pueden presentar su cuerpo incluido en un carapacho que protege la cabeza o presentar la cabeza separada de los restantes segmentos corporales. Sus apéndices son foliáceos y generalmente tri-ramosos. La mayor parte de estos curiosos crustáceos son dulciacuícolas, sin embargo, existen algunos representantes marinos. El grupo está representado en Cuba por los órdenes Anostraca (no poseen carapacho), y Conchostraca (tronco entre dos valvas articuladas) ambos de agua dulce; Cladocera, grupo con representantes marinos (con el carapacho encerrando el tronco, pero no la cabeza ni el abdomen, casi siempre una espina apical al final del cuerpo). Hasta el momento se conocen 24 especies de branquiópodos en Cuba.

Los de la clase Ostracoda poseen un carapacho compuesto de dos valvas articuladas dorsalmente lo que los hace muy semejantes en apariencia, a un bivalvo pequeño. Los no expertos, solo los diferencian, por la presencia del ojo naupliar. Poseen además, varios apéndices torácicos fusionados a la cabeza. Los ostrácodos se encuentran entre los animales marinos más exitosos ya que habitan desde aguas someras hasta los 7 000 m de profundidad, los hay en aguas salobres y dulces. Incluye individuos carnívoros, comedores de carroña, herbívoros y filtradores La mayoría son bentónicos cavadores, viven sobre macroalgas o fondos duros, o epibénticos, y otros totalmente planctónicos. Ellos son parte importante en la dieta de algunos peces y de numerosos invertebrados comedores de fondo. Un total de 47 especies marinas anquialinas y dulceacuícolas han sido registradas para el país.

Algunos crustáceos no decápodos presentes en aguas cubanas.


La clase Maxillopoda agrupa los crustáceos que poseen seis segmentos torácicos y generalmente cuatro abdominales y el telson. Pueden o no presentar carapacho. Con varios apéndices torácicos fusionados a la cabeza. De esta clase solamente hay dos que están representadas en los mares cubanos.

A la subclase Copepoda pertenece un gran grupo de pequeños crustáceos sin carapacho, pero con escudo cefálico o cefalosoma presente. Con un par de maxilípedos. Tórax de cinco segmentos libres (el primero fusionado con la cabeza) Antena 1 uni-ramosa; Antena 2 uni o bi-ramosa. Con 4-5 pares de toracópodos, generalmente bi-ramosos. Abdomen con cinco segmentos sin apéndices, incluyendo el segmento anal o telson, que lleva una furca caudal bien desarrollada, a cada lado. Los sexos son separados y las hembras se distinguen muy fácilmente, pues suelen llevar sus huevos en ovisacos adosados al segmento 1 abdominal. Existen más de 9 000 especies de copépodos descritas. En las aguas cubanas y regiones adyacentes existen especies planctónicas pertenecientes a los ordenes Cyclopoida y Calanoida, mientras que la mayoría de las bentónicas pertenecen al órden Harpacticoida. Algunas especies son parásitas de peces. Los copépodos, por su gran abundancia, juegan un papel fundamental en la trama alimentaria acuática, al consumir fitoplancton (productores primarios) y trasladar esa energía a los niveles tróficos superiores. Algunos copépodos son bien distorsionados o aberrantes, en tal grado, que solo los expertos, son capaces de distinguirlos. Hasta ahora más de 140 especies de copépodos planctónicos marinos han sido registrados para las aguas cubanas (Campos, 1982).

Los representantes de la subclase Cirripedia permanecieron durante siglos confundidos entre los moluscos, debido a que su aspecto externo, se asemeja más a estos que a los propios crustáceos. Los escaramujos, también conocidos como “bellotas de mar” o “percebes” constituyen un grupo de crustáceos marinos sumamente aberrantes, pues sus larvas planctónicas sufren una torsión que les permite fijarse al sustrato por la región anterior, mediante una sustancia cementante, producida por sus antenas, que se consolida inmediatamente al sustrato, donde permanecerán fijados durante el resto de su vida. A partir de entonces se transforman en un adulto completamente distinto a los restantes crustáceos conocidos. Su mayor importancia radica en constituir un azote para las instalaciones industriales que utilizan agua de mar para sus sistemas de enfriamiento. Estos crustáceos que forman parte de las incrustaciones y organismos indeseables (fouling), tienden a tupir las cañerías y rejas que se colocan en dichas industrias, para la circulación del agua.

Desde el punto de vista morfológico los cirripedios se pueden dividir en tres grupos. Al primero de ellos pertenecen los que presentan su masa visceral encerrada en un capítulo, que está separado del sustrato mediante un pedúnculo de fijación, como sucede, por ejemplo, en el género Lepas. Este grupo posee como mínimo, cinco placas fundamentales: una carina, dos tergos y dos escudos. Poseen su pedúnculo completamente desnudo o cubierto de escamas. Al segundo grupo pertenecen las especies que no poseen pedúnculo de fijación, con lo cual el capítulo se asienta directamente sobre el sustrato, como sucede en el género Balanus. Al tercer y último grupo de cirripedios pertenecen los saculínidos constituidos por unas pocas especies que son eminentemente endoparásitas, sobre todo de crustáceos decápodos. Hasta el presente se han consignado 23 especies.

A la clase Malacostraca pertenecen los crustáceos más evolucionados y más conocidos. Veremos inicialmente a los representantes de la subclase Phyllocarida, la cual incluye al órden Leptostraca. A este grupo de no más de 25 especies pertenecen los crustáceos conocidas como nebaliáceos. Se caracterizan por presentar un abdomen compuesto por 7 segmentos, lo cual es un caso único entre los crustáceos malacostracos. Son muy fáciles de distinguir, ya que presentan un rostro articulado y pequeño, que posee la apariencia de una visera de gorra, así como un carapacho compuesto por dos piezas o valvas unidas en su dorso, dentro de las cuales queda incluida toda la región torácica y la mitad de la abdominal. A ambos lados del rostro aparecen los ojos compuestos y no poseen urópodos. Son relativamente abundantes sobre fondos de Thalassia o de microalgas. Hay dos especies registradas para Cuba.

La subclase Eumalacostraca incluye los restantes crustáceos no decápodos. Al superorden Hoplocarida, orden Stomatopoda pertenecen las esquilas o galeras, que poseen el cuerpo alargado, las anténulas tri-ramosas y las antenas bi-ramosas con escama antenal bien desarrollada. Poseen un carapacho cubriendo la cabeza y los 4 primeros segmentos del tórax. Las hembras suelen portar sus huevos, con la ayuda de los toracópodos anteriores, pues los pleópodos en los estamotópodos, son respiratorios. Se trata de un grupo de crustáceos depredadores sumamente voraces, capacitados para cortar en dos, cualquiera de sus presas, que pueden ser hasta peces y camarones. En Cuba existen 16 especies, de las cuales las pequeñas, pueden ser observadas entre las microalgas. Una buena parte de las de mayor talla, son muy abundantes en la captura incidental (morralla) que se obtiene en la pesca de camarones.





Squilla rugosa, estomatópodo Cornuda diadema, cirripedio ectoparásito

de una ballena (Fotos de M. Ortiz).

El superórden Peracarida, se caracteriza porque las hembras generalmente poseen un marsupio formado por varios pares de oostegitos. Hay representantes de 6 órdenes en Cuba con más de 280 especies. El primero de ellos, es el órden Amphipoda. Generalmente no sobrepasan un cm de largo corporal. Los dos primeros pares de apéndices toráxicos casi siempre subquelados y fuertes, sobretodo en los machos. Existen cuatro subórdenes, de los cuales tres están representados en el Archipiélago Cubano. El último, incluye una especie de la familia Cyamidae, ectoparásito de una ballena.

Los anfípodos del suborden Gammaridea son los más complejos de estudiar, ya que cuenta con más de 4500 especies conocidas. En Cuba han sido registradas cerca de 100 especies marinas, estuarinas y dulciacuícolas. Se caracterizan por poseer la cabeza bien proporcionada; ojos relativamente pequeños; el lóbulo externo del maxilípedo bien desarrollado; presentan su cuerpo generalmente comprimido lateralmente; con un pleón con 3 pares de pleópodos y un urón con 3 pares de urópodos bien diferenciados Son casi todos bentónicos, simbiontes, epigeos e hipogeos. No hay especies parásitas.

Los del suborden Hyperiidea son anfípodos que se caracterizan por presentar generalmente los ojos muy desarrollados, pues se trata de especies depredadoras. Su cuerpo suele ser comprimido lateralmente, pero algunos lo poseen muy alargado y casi cilíndrico. Poseen maxilípedo sin lóbulos externos. Sus pleópodos son muy desarrollados para la natación. Son sumamente abundantes y de hábitos pelágicos, alcanzando a veces grandes profundidades. Algunos son simbiontes de medusas y otros integrantes del plancton gelatinoso, como salpas y doliolos. Se conocen cerca de 300 especies, que aparecen distribuidas por todo el océano mundial. Suelen formar parte de la dieta de los grandes cetáceos marinos, pero también de ciertos peces. Existen 21 especies registradas para Cuba hasta el presente.

Los del suborden Caprellidea, poseen el tórax de su cuerpo cilíndrico y alargado, y su abdomen está reducido considerablemente, mientras que sus pereiópodos 3 y 4 pueden ser vestigiales o alargados. Suelen vivir colgados de las colonias de briozoos o de hydrozoos, pero también sobre las ramas de Sargassum flotante. Son todos marinos y estuarinos. Hay menos de 10 registros de especies en las aguas cubanas.

El órden Isopoda incluye las cochinillas, que se caracterizan por poseer generalmente el cuerpo deprimido, con la cabeza delante o inmersa en el borde anterior del primer segmento torácico, presentar los segmentos abdominales más o menos fusionados, llevar las ramas de los urópodos de no más de 2 artejos y poseer un pleotelson posterior. En Cuba existen representantes de seis subordenes. Los de Anthuridea son muy alargados, con los urópodos del pleotelson curvados hacia arriba, formando un cono. Se conocen cerca de 15 especies en las aguas cubanas. Los del suborden Gnathiidea poseen una mandíbula muy exagerada, que sobresale hacia delante, por debajo de la cabeza, poseen solamente cinco pares de pereiópodos, pero seis segmentos toráxicos. Son ectoparásitos de peces en una fase de su vida. Los del suborden Asellota poseen el cuerpo cilíndrico, con el primer par de pleópodos siempre presente en los machos, aunque puede faltar en las hembras. El primer par de pereiópodos del macho es siempre subquelado. Son abundantes en los mares cubanos. Los del suborden Valvifera son los isópodos más comunes y conocidos. Su cuerpo suele ser ovalado en vista dorsal y su cabeza y pleotelson redondeados. A este grupo pertenecen las familias Sphaeromatidae y Limnoridae, taladradores considerados una plaga a nivel mundial, por los intensos daños que provocan en cualquier tipo de madera introducida en el mar.

Los del suborden Oniscidea son generalmente semiterrestres y fáciles de encontrar en las rocas o sobre la arena, mientras que los del suborden Epicaridea son parásitos de otros crustáceos tales como camarones, cangrejos ermitaños, y anfípodos. No están bien estudiados. Las especies de las familias Cymothoidae, Aegidae, Cirolanidae y Gnathiidae suelen ser ectoparásitos de los peces. Se fijan usualmente en las bases de las aletas, alrededor de los ojos o sobre la lengua de su hospedero. Un total de 110 especies de isópodos marinas y estuarinas se han registrado para Cuba.

Los crustáceos del órden Mysidacea (ahora órdenes, Lophogastrida y Mysidacea) presentan un aspecto exterior muy semejante al de un camarón comercial. Se diferencian de estos por ser mucho más pequeños, raramente sobrepasando un cm de largo total; poseen generalmente, un estatocisto en la base del endopodito del urópodo y llevan un marsupio pequeño, en el caso de las hembras. Los machos exhiben sus pleópodos mucho más desarrollados que las hembras. Algunas especies son supra-bentónicas, otras bentónicas o espongícolas. Hay 25 especies marinas, estuarinas, y dulciacuícolas del grupo, conocidas para el país.

Los peracáridos del órden Cumacea se caracterizan por presentar la región del cefalotórax en forma abultada, donde casi siempre exhiben un pesudorostro de dos piezas, que protegen el rostro. El abdomen es delgado y largo y puede o no llevar pleópodos. El telson casi siempre es corto y los urópodos suelen ser mucho más largos. Las antenas de los machos son siempre muy alargadas. Hay cumáceos bentónicos, algunos de los cuales suelen ser espongícolas. Se han registrado 15 especies, todas marinas, para el Archipiélago Cubano.

Al órden Tanaidacea pertenecen los peracáridos de cuerpo cilíndrico, muy semejantes en apariencia a los isópodos antúridos, pero se diferencian de estos por poseer siempre el primer par de pereiópodos quelados y los urópodos multi-articulados. Se trata de un grupo de crustáceos únicamente marino en el país. Son muy comunes las hembras de Leptochelia spp. Han sido reportados para Cuba 13 especies del grupo.

Finalmente, dentro del superórden Eucarida, tenemos los representantes del órden Euphausiacea, que se distinguen por presentar un cefalotorax completo, no poseer maxilípedos; llevar apéndices bi-rramosos y branquias externas. Se trata de un grupo que puede confundirse con pequeños camarones. Son eminentemente gregarios y pelágicos. Un total de 6 especies se han registrado para Cuba.

En estel CD-ROM se presenta la lista de especies registradas para Cuba, la cual se basa fundamentalmente en el trabajo de Ortiz y Lalana (1998), de los crustáceos no decápodos.

Cangrejos, camarones, langostas y anomuros, Clase Malacostrata, Órden Decapoda

Juan Carlos Martínez-Iglesias.

Instituto de Oceanología, Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.

Ave. 1ra # 18406, Reparto Flores, Playa, La Habana, Cuba. C.P. 12100.

E-mail: jcarlos@oceano.inf.cu; juancarlos21@yahoo.com
Los crustáceos decápodos incluyen una gran diversidad de taxa marinos, de agua dulce, terrestres y semiterrestres. Se distinguen por la presencia de un carapacho bien desarrollado que encierra las cámaras branquiales (branquiosteguitos) y por la modificación de los primeros tres pares de toracópodos como maxilípedos. Los restantes cinco pares son típicamente patas ambulatorias o pereiópodos andadores (McLaughlin, 1980). De estas patas ambulatorias o caminadoras algunas pueden presentar modificaciones e inclusive el último par puede estar muy reducido o ausente (Guzmán, 2003).

Los crustáceos juegan un papel ecológico muy importante por su función de transferir la energía desde los niveles tróficos bajos a los más altos en la trama alimentaria (González-Sansón, 1984). Gracias a su alta densidad y biomasa en los ecosistemas costeros, constituyen la base alimentaria principal de numerosas especies de peces comerciales. Entre los decápodos, se destacan valiosos recursos pesqueros, principalmente las langostas (palinúridos y nefrópsidos), los camarones (peneidos y carideos) y los cangrejos y jaibas (estos últimos cangrejos nadadores). Los decápodos poseen variadas formas de alimentación, siendo las principales: filtradores (algunos anomuros), carroñeros (algunos braquiuros), depredadores (carideos y dendrobranquiados) y detritófagos (algunos braquiuros y callianásidos, entre otros).

La distribución de los decápodos abarca todas las latitudes y regiones del planeta, donde han conquistado una gran variedad de hábitats, desde la zona costera terrestre pasando por la franja intermareal hasta las grandes profundidades, y ecosistemas tan complejos como los ambientes hidrotermales en la zona afótica y profunda. Las especies que habitan en las cuevas o en la capa afótica, presentan adaptaciones sensoriales especializadas para orientarse y proveerse de alimentos y por lo general son ciegos y tienen sus córneas despigmentadas. Entre los crustáceos, el orden de los Decápodos posee el mayor número de especies, unas 10 000 (Ruppert y Barnes, 1994), que equivalen a casi una tercera parte de las conocidas para la clase.

En el Atlántico occidental este grupo ha recibido atención desde los trabajos de Guérin-Méneville (1856), aunque no es hasta finales del siglo XIX cuando empezaron a estudiarse con mayor intensidad. En la actualidad se conocen unas 1 100 especies aproximadamente en esta región. En Cuba se han registrado hasta la fecha 642 especies (ver Lista en CD Anexo), que pertenecen a 59 familias y a 276 géneros.

La Tabla 5 relaciona los principales grupos representados en aguas cubanas, el número de especies en cada uno y las familias con mayor diversidad de especies, entre las cuales se distinguen el infraórdenes Caridea y las familias Majidae y Xanthidae (Brachyura), muchas de cuyas especies, se reportan entre las más abundantes en la dieta de los peces comerciales (Sierra et al., 2001).

Tabla 5. Infraórdenes de Decapoda presentes en aguas cubanas y familias con mayor

diversidad de especies.


Infraórden

No.

sp


%




Familias

No.

Sp.


%

Stenopodidea

7

1,1




Stenopodidae

3

0,6

Caridea

136

21,1




Majidae

79

12,3

Astacidea

10

1,5




Xanthidae

72

11,2

Thalassinidea

11

1,7




Alpheidae

54

8,4

Palinura

11

1,7




Galatheidae

45

7,0

Anomura

117

18,2




Palaemonidae

28

4,3

Brachyura

331

51,5














Algunas formas típicas (a nivel de familias) de los crustáceos decápodos presentes en aguas cubanas.


Los infraórdenes Caridea y Brachyura han sido relativamente bien estudiados, aunque algunos grupos por su complejidad sistemática (por ejemplo las familias Xanthidae, Goneplacidae y Pinnotheridae) requiren de mayor atención. Otros grupos como Anomura (las familias Diogénidae y Paguridae) y Thalissinidea han recibido menor atención. Considerando la composición y distribución de las especies de Decápodos en el Gran Caribe estimamos, conservadoramente, que entre 95 y 130 especies no registradas hasta ahora, tienen probabilidades de estar presentes en aguas cubanas.

Las especies de la familia Gecarcinidae, que habitan en el ambiente terrestre y/o asociadas al manglar, están representadas por tres especies, siendo muy abundantes Cardisoma guanhumi, Gecarcinus ruricola y Gecarcinus lateralis. Dichas especies completan su ciclo reproductivo en el medio marino, donde se desarrollan los juveniles o megalópas (según la especie). Algunas especies marinas como Grapsus grapsus y Ocypode quadrata (pertenecientes a las familias Grapsidae y Ocypodidae respectivamente) de manera esporádica o habitual incursionan en ambientes terrestre-estuarinos, como playas y áreas rocosas (Powers, 1997), zona intermareal en la línea posterior de las áreas de las dunas, entre la vegetación de la línea costera, en cuevas y grietas cerca del agua (Abele y Kim 1986).

Asociadas a la parte emergida del manglar también se encuentran algunas especies de Uca, Callinectes sapidus, Callinectes ornatus, etc. Entre las raíces del manglar habitan muchas especies de peneidos, carideos, braquiuros y langostas, en especial sus portlarvas y juveniles.

El número de especies de decápodos en los pastos marinos es muy variable, fluctuando entre 23 y 77 en los muestreos realizados. Son dominantes (por sus índices de abundancia relativa y presencia), Alpheus normani, Periclimenes americanus, Portunus depressifrons, Pitho aculeata, Mithrax sculptus, Pitho lherminieri, Panulirus argus. En el Golfo de Batabanó las dos primeras especies y la langosta espinosa (Panulirus argus) son las especies más abundantes en este hábitat. La diversidad específica de decápodos en el mismo puede considerarse de media a alta, según la densidad y desarrollo de las hojas de T. testudinum, otras fanerógamas y las macroalgas. En pastos marinos muy densos, generalmente la diversidad de especies es alta, mientras que en fondos fangosos y desprovistos de vegetación la diversidad es muy baja y variable: entre 2 y 12 especies (Martínez-Iglesias y Alcolado, 1990).



Cangrejo araña, Stenorynchus seticornis sobre un coral Camarones boxeadores, Odontodactylus hispidus,

(Foto: Noel López) en el ósculo de una esponja (Foto: Rafael Mesa)

Según Martínez-Iglesias y García-Raso (1999) la mayor diversidad de especies fue observada en las lagunas arrecifales con valores del Índice de Riqueza (R’) de Margalef (1977) entre 10.1 y 12.2 y en la pendiente externa con valores que fluctuaron entre 8,3 y 12,.6 (Martínez-Iglesias y García-Raso, 1999). En total fueron registradas 142 especies de decápodos en las lagunas arrecifales y 121 en la pendiente externa. En las lagunas arrecifales, los representantes más notables por su presencia y abundancia relativa (con la excepción de la langosta Panulirus argus) fueron Alpheus peasei, Pitho aculeata, Mithrax coryphe, Synalpheus dominicensis, Micropanope nuttingi y Pitho lherminieri. En las crestas arrecifales (incluyendo zonas de embate, meseta y trasera) predominaron Paraliomera longimana, Mithrax pilosus, Paguristes cadenati, Paraliomera dispar, Mithrax coryphe, Metalpheus rostratipes, Petrolisthes galathinus, Mithrax sculptus, Paguristes grayi, Mithrax holderi, Calcinus tibicen y Thunor simus. Las especies más notorias en la pendiente externa fueron: Paguristes grayi, Mithrax holderi, Synalpheus paraneptunus, Stenorhynchus seticornis, Mithrax coryphe, Automate evermani. Según los autores antes mencionados en el complejo de la cresta arrecifal se encontró la menor diversidad de decápodos, con valores de R´ entre 7,4 y 8,1 y un total de 81 especies, lo cual parece ser resultado de las perturbaciones ocasionadas por un mayor hidrodinamismo.

En Cuba la langosta Panulirus argus (Latreille, 1804) constituye el renglón económico exportable fundamental de la industria pesquera. Sus capturas alcanzaron las 13 600 TM en 1985, pero se considera su potencial sostenible entre 8 000 y 9 000 TM anuales A pesar de que han ocurrido deficiencias ocasionales en su manejo (aunque suficientes para ocasionar impactos importantes en la población de este crustáceo), se considera como el recurso pesquero mejor administrado en Cuba (Baisre, 2004).

Los camarones blanco (Litopenaeus schmitti) y dorado (Farfantepenaeus notialis) también constituyen importantes recursos pesqueros en los Golfos de Ana María y Guacanayabo. Sus capturas sobrepasaron las 5 000 TM anuales en la década del 80, pero disminuyeron drásticamente con posterioridad, a pesar de la aplicación de numerosas regulaciones para su protección, al parecer como consecuencia de la degradación de su hábitat. Las capturas actuales no sobrepasan las 2 000 TM anuales. El camarón blanco, ha sido objeto de cultivo a ciclo completo en varias granjas, aunque los rendimientos han estado por debajo de lo esperado.

Los crustáceos decápodos constituyen uno de los objetos alimentarios más importantes de los peces comerciales de Cuba. Sierra et al. (2001) reportaron que de 365 especies de peces analizados, el 60% consumen principalmente crustáceos, mayormente decápodos, en particular los peces de importancia pesquera. Resulta pues evidente la gran importancia de estos organismos en las tramas alimentarias y la economía de los ecosistemas neríticos de Cuba.

El nivel de conocimientos sobre los crustáceos decápodos en Cuba, aun es insuficiente. En particular deben evaluarse en mayor detalle los arrecifes coralinos, las zonas estuarinas y aguas profundas del talud insular. Las eco-regiones más estudiadas han sido: el Archipiélago de los Canarreos y el Archipiélago Sabana-Camagüey. Las otras eco-regiones han sido muy poco estudiadas. Desde la Expediciones del ATLANTIS en los años 1938-39 no se han realizado colectas de esa magnitud en Cuba, aunque ese esfuerzo fue dirigido en lo fundamental hacia las aguas profundas, cercanas a la plataforma.

Las principales amenazas a la diversidad de crustáceos en Cuba está dada por la degradación de los hábitats costeros. Las afectaciones a las lagunas costeras y zonas estuarinas de la región suroriental parecen haber afectado las zonas de cría de los camarones comerciales (Farfantepenaeus notialis y Litopenaeus schmitti) y se asume como la causa principal de la disminución de sus poblaciones. Tal degradación ambiental pudiera haber afectado a la diversidad de especies de crustáceos en esa región, aunque no se han realizado estudios para evaluar sus efectos. La pesca intensiva, en esos hábitats ya afectados, pudiera haber contribuido a la disminución de las poblaciones de las mencionadas especies comerciales y de su diversidad genética. El excesivo esfuerzo pesquero provocó la suspensión de la pesca de esas especies en la Ensenada de la Broa.

El cangrejo comercial Menippe mercenaria ha sido sobrepescado en las aguas interiores del Archipiélago Sabana-Camagüey desde la década del 70. Además de un excesivo esfuerzo pesquero han incidido las disfunciones o aberraciones provocadas en la reproducción de apéndices por la pérdida de estos, tanto de manera natural (por la acción de los depredadores) como por la práctica de utilizar sus muelas para el consumo. La pesca intensiva constituye una amenaza potencial para las jaibas o cangrejos nadadores del género Callinectes, aunque el nivel de explotación actual no parece haber afectado aún sus poblaciones. La conservación de los ecosistemas costeros y marinos es evidentemente la principal vía para el mantenimiento de la biodiversidad de los crustáceos decápodos de la zona marino costera de Cuba.



Equinodermos – Filo ECHINODERMATA

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