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que se produce una psique privada de toda relación con la historia,
la tradición debe su creatividad real al hecho de que tropieza sin
cesar con la muerte –es decir, con su propia interrupción– pero que
por encima de este abismo no deja de afirmarse de nuevo. “Mien-
tras que la idea de continuidad aplasta y nivela todo a su paso, la
idea de discontinuidad es el fundamento de la auténtica tradición”.
7
Lo nuevo no surgirá del transcurrir sinfín de los instantes, sino del
tiempo detenido, de la cesura, más allá de la cual la vida recomienza
en una forma que, cada vez, se escapa de toda previsión. Y la historia
será, como dice en la Tesis xiv de “Sobre el concepto de historia”,
“objeto de una construcción cuyo lugar no está constituido por el
tiempo homogéneo y vacío sino por un tiempo repleto de ahora
[Jetztzeit]”.
8
De aquí la relación esencial que une en Benjamin tra-
dición y redención; de la ruptura temporal nace lo nuevo, es decir,
el sentido.
En las Tesis, estos momentos privilegiados que rompen el
transcurrir del tiempo e inauguran una nueva era, se definen en la
Tesis como aquellos en los que estallan las revoluciones: “La con-
ciencia de estar haciendo saltar el continuum de la historia es propio
de las clases revolucionarias en el momento de su acción. La gran
Revolución introdujo un calendario nuevo. El día con el que co-
mienza un calendario cumple el oficio de acelerador histórico del
tiempo”.
9
La dualidad de una historia visible, tal y como la transmi-
te la epopeya épica de la historiografía de los vencedores, y de una
historia secreta, transmitida desde generaciones por la tradición de
los vencidos, obligan al historiador a recurrir a un modelo diferente
de interpretación. La Tesis A, dedicada a la crítica de la causalidad
histórica, indica la naturaleza de este nuevo modelo:
El historicismo se contenta con establecer el nexo causal de diversos
momentos históricos. Pero ningún hecho es ya histórico por ser causa.
Llegará a serlo póstumamente gracias a acontecimientos que muy bien
pueden estar separados del hecho por milenios. El historiador que parte
de este supuesto, dejará de desgranar la sucesión de acontecimientos
como un rosario entre sus dedos. Capta la constelación, a través de la
cual su época entra en relación con otra anterior muy concreta. Funda-
menta así un concepto del presente como “tiempo ahora” [Jetztzeit] en
el que se han incrustado astillas del mesiánico.
10
La crítica de Benjamin no se refiere al principio de causalidad
en general, sino a su aplicación a la historia. Benjamin reprocha al
historicismo que transponga a la historia el modelo de la causalidad
mecánica, en el que la causa de un efecto debe ser inmediatamente
anterior a éste en la cadena temporal. En Benjamin, sin embargo,
el establecimiento de un vínculo de causalidad entre dos aconte-
cimientos sucesivos no es creador en sí de inteligibilidad históri-
ca. Ésta sólo puede proceder del encuentro entre un momento del
pasado y un momento del presente, el mismo en el que se sitúa
el historiador. El interés del historiador por una época traduce una
suerte de “afinidad electiva” entre dos momentos de la historia, afi-
nidad vivida menos como un acuerdo privilegiado que como un
choque, una colisión repentina de dos entidades temporales que
pueden verse separadas por milenios. Del choque entre estos acon-
tecimientos no contiguos nace una figura de pensamiento nuevo, en
la que el presente fecunda al pasado y despierta el sentido olvidado
o reprimido que lleva en su interior, mientras que el pasado recu-
pera, en el corazón del presente, una actualidad nueva. La constela-
ción entre una situación presente y un acontecimiento del pasado
7. Walter Benjamin, Gesammelte Schriften, op. cit., p. 1236.
8. Walter Benjamin, Iluminaciones II, Taurus, Madrid, 1989, p. 188.
9. Ibíd., p. 188.
10. Ibid., p. 191.
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es lo que hace de éste un hecho histórico. De este modo rompe
con el determinismo limitado de los historicistas y su visión lineal
y evolucionista del curso de los acontecimientos: descubre un lazo
entre el pasado y el presente que no es el de la causalidad ni el del
progreso, sino “una cita secreta”. Las “astillas del tiempo mesiánico”
son los episodios de rebelión, los breves instantes que salvan un mo-
mento del pasado y producen una interrupción en la continuidad
histórica, una ruptura en el corazón del presente.
El tiempo cualitativo, repleto de astillas mesiánicas, se opone
radicalmente al transcurso vacío, al tiempo puramente cuantitativo
del historicismo y el progreso. No se trata de subsumir el presente
y el pasado en una categoría común sino, por el contrario, de ha-
cer aparecer de su conjunción una realidad nueva. El lugar de esa
ruptura de la continuidad histórica es la imagen dialéctica, donde el
pasado se une con el ahora formando una constelación: “imagen es
la dialéctica en reposo”.
11
Esta articulación es claramente percep-
tible en la quinta de las tesis de filosofía de la historia, consagrada
a la crítica de la epistemología histórica: “La verdadera imagen del
pasado transcurre rápidamente. Al pasado sólo puede retenérsele en
cuanto imagen que relampaguea, para nunca más ser vista, en el ins-
tante de su cognoscibilidad. ‘La verdad no se nos escapará’; esta frase,
que procede de Gottfried Keller, designa el lugar preciso en que el
materialismo histórico atraviesa la imagen del pasado que amenaza
con desaparecer en todo presente que no se reconozca mentado en
ella”.
12
Benjamin rompe con el concepto de verdad de una historia
que pretende mostrar las cosas ‘como propiamente han sido’, pues
esta historia fue ‘el más potente narcótico del siglo’”;
13
rompe con
el concepto de verdad eterna de Keller, y con su método lleva las
concepciones tradicionales de la historia y de la filosofía hasta su
punto de ruptura. La verdad que busca Benjamin no se encuentra
en la narración épica de los hitos históricos que seleccionan los ven-
cedores para crear un pasado legitimador de las injusticias presentes,
sino que la escarba entre “los harapos, los desechos”
14
de la historia
moderna; en este sentido, Benjamin rompe radicalmente el canon
filosófico.
15
Benjamin estaba convencido de que se necesitaba una
lógica visual, no lineal, para poder dar con esta verdad que está más
allá de la narración de los vencedores: los conceptos debían ser cons-
truidos en imágenes, según los principios cognoscitivos del montaje.
En referencia al Libro de los pasajes, declara: “Método de este trabajo:
montaje literario. No tengo nada que decir. Sólo que mostrar”.
16
La historia, para el materialismo histórico, dirá Benjamin, “se des-
compone en imágenes, no en historias”.
17
Esta idea del montaje, el
método que se empleó para “construir” el Libro de los Pasajes, un
trabajo que pretendía “la superación del concepto de progreso”,
18
permite romper con la lógica lineal, pues los objetos históricos se
constituyen haciéndolos estallar fuera del continuum histórico: “El
momento destructivo o crítico de la historiografía materialista cobra
validez cuando hace estallar la continuidad histórica, operación que
antes que nada se constituye en el objeto histórico. De hecho, desde
el curso continuado de la historia no se puede apuntar a un objeto
de la misma. Por eso la historiografía, desde siempre se ha limitado
a entresacar un objeto de este transcurso continuado”.
19
Imagen
dialéctica es uno de los conceptos clave del Libro de los pasajes; sin
11. Walter Benjamin, Libro de los pasajes, op. cit., p. 464.
12. Ibid., p. 180.
13. Ibid., p. 465.
14. Ibid., p. 462.
15. Susan Buck-Morss, Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los
pasajes, Madrid, Antonio Machado, 1995, p. 243.
16. Walter Benjamin, Libro de los pasajes, op. cit., p.462.
17. Ibid., p. 478.
18. Ibid., p. 463.
19. Ibid., p. 477.
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