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Invitación a la Biología. MADRID: Editorial Médica Panamericana, 2001, p. 614.

35 Desde Tales proponiendo el Agua, Anaximenes el Aire o Heráclito el Fuego, hasta Empédocles como defensor de los cuatro elementos –Agua, Aire, Fuego y Tierra- que se unen y se separan por fuerzas como el Amor y el Odio, que junto con Anaxágoras dice que fue nous, la inteligencia como la que unió los cuatro elementos (Aristóteles, Física, p.198), centran el pensamiento de los jonios, los primeros físicos. Aristóteles, Metafísica, 983b20 - 993a25. Véase Capelle, W. Historia de la Filosofía Griega. MADRID: Gredos, 1981. Guthrie, Historia de la Filosofía Griega, vol. I y vol. II.

36 Infra, p. 136.

37 Descartes, Discurso del método, p. 94. Je pensé, donc je suis, en latín cogito ergo sum, donde el cogito es principio de la metafísica y de la física cartesiana.

38 Watson, Descartes, p. 159.

39 Aristóteles, Metafísica, Libro III, 996b24, p. 89.

40 En Aristóteles encontramos muchas alusiones a la salud, quizás porque su cuna fue la de la medicina; su padre, Nicómaco eminentemente médico estuvo en la corte de Filipo padre de Alejandro.

41 Aristóteles, Topicos, I, 101a25 donde señala los usos de la dialéctica. Para una visión histórica del término dialéctica véase Sánchez Meca, Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea, pp. 215-217; para una concepción dialéctica de la ciencia p. 502; y dialéctica sin identidad, pp. 534-536. Nos inclinamos para este trabajo por el sentido etimológico de la dialéctica y con aquel incipiente uso en cuanto nos acerca con el diálogo, sin dejar de lado como un punto de vista importante el apuntado por Hegel: la dialéctica como el ser mismo de la realidad y la forma en que opera el pensamiento con ella. También, infra, p. 117.

42 Aragoneses, J.P., Itinerarios fenomenológicos en la obra de D. Blas J. Zambrano. MADRID: UNED, 2012. Trabajo Fin de Máster recogido en el reservorio de la UNED.

43 A día de hoy, gracias a la tecnología se nos presentan un buen número de ofertas; nosotros hemos trabajado para nuestros itinerarios sobre Mapa Topográfico Nacional escala 1:50.000 tanto en impresión digital como en papel, del Instituto Geográfico Nacional de España – www.ign.es

44 Novak y Gowin, Aprendiendo a aprender, Barcelona: Roca, 1988, p. 33 y ss. Véase el interesante trabajo en el que se utilizan los mapas conceptuales en la pedagogía.

45 Aragoneses, Itinerarios fenomenológicos, p. 58.

46 Un vértice geodésico es un cilindro de hormigón que nos encontramos en el campo que coincide con el punto geodésico del mapa; por lo general los encontramos en sitios altos como otones, oteros, atalayas, o cualquier otro punto desde el que se divisa una amplia panorámica. Tiene carácter estratégico.

47 Aragoneses, Labores mineras en Otero de Herreros, pp. 47-54. La obra destaca la labor minera a lo largo de la historia en la localidad de Otero de Herreros, Segovia. La sencillez y la importancia de la obra no era otra que recoger un breve catálogo de toda la labor minera histórica que no había sido destacada con anterioridad. A partir de minas y canteras se construían itinerarios con sus características más particulares.

48 Véase la noticia aparecida en fechas recientes en la web de la UNED haciéndose eco de la noticia: http://portal.uned.es/portal/page?_pageid=93,1&_dad=portal&_schema=PORTAL. En este mismo sentido, citamos los modelos que la marca Garmin ofrece en el mercado de una precisión extraordinaria.

49 Miguel Delibes apuntaba que el cielo castellano estaba tan alto como resultado de tanto mirarlo las gentes del campo. Para Delibes, el hombre está arraigado a la naturaleza, le guste o no, y ha quedado despojado de su esencia gracias al señuelo de la técnica. Véase su discurso para la entrada a la Real Academia de la Lengua titulado El sentido del progreso desde mi obra, 1975.

50 Capelle, Historia de la Filosofía Griega, p. 26.

51 Infra, p.71.

52 Aristóteles, Física, 219b. La definición del tiempo que da Aristóteles se ajusta a un tiempo del itinerario como fenómeno, no del tiempo ontológico.

53 Un itinerario filosófico dedicado a la filosofía medieval y escolástica lo podemos realizar en la localidad de Collado Hermoso en la vertiente segoviana. Como motivo principal y punto de interés, nos encontramos el templo en ruinas de Santa María que es un claro exponente de la orden del Cister en nuestra tierra. Para la construcción del itinerario téngase en cuenta los mapas del IGM y para documentación filosófica la obra Gilson, E. La Filosofía en la Edad Media, Madrid: Gredos, 1985. Bernardo de Caraval, p. 277 y ss.

54 En la localidad segoviana de Estebanvela tenemos la ocasión de ponernos en contacto con el Paleolítico a partir de su centro de interpretación y posterior visita al yacimiento.

55 Aristóteles, Física, Libro IV, 3, 222a10.

56 Aragoneses, Itinerarios a píe por la naturaleza segoviana, pp. 80-85, de donde se desarrolla el ejemplo propuesto.

57 Ortega, “Yo sólo ofrezco modi res considerandi, posibles maneras nuevas de mirar las cosas” en Meditaciones, p. 20.

58 Ortega, en Meditaciones del Quijote, p. 24, señala que no hay más que partes en realidad, y que el todo es la abstracción de las partes, el ser definitivo es una perspectiva.

59 Ortega, El tema de nuestro tiempo, Madrid: Espasa Calpe, 1995, p. 195.

60 Ortega, Meditaciones del Quijote, p. 25. Con anterioridad había hecho referencia a la Circum-stantia! ¡Las cosas mudas que están en nuestro próximo rededor!

61 En la actualidad se conoce como Universidad Complutense de Madrid y fue donde se conocieron María Zambrano y José Ortega y Gasset; la primera como una joven que llega en el 25 a Madrid para estudiar Filosofía en la universidad, el segundo ocupando la cátedra de Metafísica en dicha Universidad.

62 Para el Itinerario Filosófico propuesto basaríamos nuestra documentación a partir de la siguiente bibliografía. El punto de comienzo para un itinerario como Gea lo situamos en Jenófanes de Colofón, y traemos a este filósofo presocrático por su observación de los fósiles que le llevaron a pensar que antiguamente el mar cubrió la tierra. Capelle, Historia de la Filosofía Griega, p. 64. Para la teoría del cosmos en Aristóteles véase De Caelo. Un lugar interesante es el que nos trae Aristarco de Samos del que se tiene noticia que fue el primero en describir una teoría heliocéntrica. Tendríamos el recurso cinematográfico de la película Ágora de Amenabar que trata sobre Hipatia y su estudio de los cielos. Continuaríamos hasta otro lugar de interés, Galileo y El viajero sideral donde encontramos el descubrimiento de las lunas de Júpiter. Para Descartes y su teoría de los torbellinos véase en Masson, S.F., Historia de las ciencias, vol. 2, p. 62; las ideas principales de Descartes dadas por intuición eran las de movimiento, extensión y Dios. Podemos establecer el punto de llegada en la teoría del Bing-Bang, Hawking, S.W., Historia el tiempo. Del big bang a los agujeros negros. Barcelona: Edición Crítica, 1988.

63 Aristóteles, Metafísica, 1004b19, p. 115.

64 Aubenque, El problema del ser en Aristóteles, véase sobre la sofística y los sofistas pp. 93-99.

65 Aristóteles en Historia de los animales, Partes de los animales y Sobre las plantas. En los estudios de Aristóteles, son pocos los autores que han considerado destacar la faceta del filósofo naturalista; destacamos tan sólo dos: Mosterín, Aristóteles, cap. 10, pp. 257-294, y Guthrie, Historia de la Filosofía Griega, vol. VI, Introducción a Aristóteles.

66 Platón, Fedro, 274b-275a.

67 Husserl, define una doble reducción; aquella reducción de las representaciones en cuanto vivencias actuales y la reducción “en” las representaciones. En Selección de Textos de Husserl de La fenomenología de Husserl como utopía de la razón, San Martín, J., Madrid: Biblioteca nueva, 2008, p. 150. En un glosario de términos fenomenológicos elaborado por San Martín, reducción eidética supone con quedarnos sólo con los elementos eidéticos, universales o comunes en todos los casos del mismo tipo.

68 Óleo sobre lienzo de Luigi Mussini, 1813-1888. Pinacoteca di Brera, Milán.

69 Aristóteles, Metafísica, 993b, p. 77. Aubenque dedica en su obra un destacado análisis de este particular presentando una diferencia más con su maestro Platón; véase p. 77.

70 Aragoneses y Lozano, Pedaleando por Segovia (en imprenta), p. 116 en el itinerario nº 12 nos desplazamos a Francos, un pequeño pueblo segoviano, donde podremos observar el paisaje montserriano, llamado así porque es típico de la sierra de Monserrat en Cataluña.

71 Watson, Descartes, p. 33; excelente trabajo realizado por Richard Watson que sola su lectura nos sugiere itinerarios muy interesantes.

72 En la contraportada de la obra de Heidegger, Caminos del bosque, se apunta que el autor sigue los caminos que son como sendas que vagan por el monte que no terminan en ninguna parte. Es una figura metafísica que determina la existencia del hombre. Por discrepar con la nota, tenemos que apuntar que toda senda en un bosque tiene un lugar de llegada, cualquier camino o vereda por insignificante que sea nos puede llevar a una pimpollada, a un manantial o a un descansadero entre otros. Por la parte de la metafísica el hombre itinera parcelas perfectamente conectadas entre ellas que tienen siempre una existencia concreta.

73 Se dice de prestar atención y atención a la explicación. Desde la itineraridad, definimos el concepto de dejar-se decir, como una continuidad en la intencionalidad que asume el itinerante desde la fenomenología en cuanto que ésta se produce después de la suspensión del juicio (epojé) y la reducción dentro del mundo de vida del propio itinerante.

74 Husserl, Ideas relativas a una fenomenología…, p. 77. Nos acercamos más a la idea de Husserl en cuanto que la realidad se encuentra ahí delante, tal como se me da, es una presencia ahora. A diferencia de Husserl no tratamos de los juicios, ni de cambiar nuestras convicciones, sino de itinerarlas, itinerar el mundo que se nos da ahí delante sin dudar de los datos sino recreándonos en ellos.

75 El mundo de vida en la fenomenología husserliana implica el modo propio de vida tanto el carácter animal como el mundo configurado por la cultura y la historia. Para los conceptos fundamentales de la fenomenología de Husserl véase San Martín, La fenomenología de Husserl como utopía de la razón, pp. 53-87, y Sánchez Meca, Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea, pp. 399-434.

76 Concepto ontológico que designa la experiencia sensible necesaria para hacer frente al itinerario a partir de un proyecto previo; en el itinerante se dice abandonar-se como condición sensible previo para el dejar-se decir. Véase el Glosario, p. 191.

77 Heidegger, Ser y tiempo, p. 109 ss.

78 Hemos distinguido el par epojé y reducción de la fenomenología, del par abandonar-se y dejar-se decir de la itineraridad. Véase el Glosario, p. 191.

79 La conciencia humana para la fenomenología es intencional, pero no es suficiente para la itineraridad. En el itinerario filosófico el itinerante tiene motividad, el motivo suficiente y necesario para abarcar el itinere.

80 La epojé supone la suspensión del juicio, mientras que en nuestro abandonar-se implica la suspensión del modo de vida, un paréntesis no sólo en lo cotidiano sino en los juicios y prejuicios; significando con ello que en un itinerario se suspende todo lo que somos, atendemos por un momento al itinerante y al itinere, y lo hacemos en el abandonar-se del itinerario.

81 Paseo nocturno de Tales de Mileto mirando las estrellas; motivo que le sirvió a Blumenberg para escribir La risa de la muchacha tracia, un itinerario que tiene el punto de partida en el suceso y acomete una protohistoria de la teoría a lo largo de la historia, tomando como vértices geodésicos a Sócrates y Alexander von Humbolt entre otros.

82 Husserl, Lógica formal y lógica trascendental, p. 143. Así, los datos psíquicos de la experiencia interna son experimentados como datos temporales inmanentes, como datos intencionalmente idénticos en la corriente de los modos temporales subjetivos. Por otra parte, el itinerario se enfrenta con el tiempo fenomenológico a partir de la ruptura del tiempo de la cotidianidad.

83 Los epicúreos cultivaban la amistad además de buscar la hedoné en aquellas cuestiones vinculadas con el pensamiento. Sobre Epicuro y los epicúreos véase la obra de Lucrecio, De rerum natura. Madrid: Cátedra, 1983.

84 Con el movimiento del paseo activamos las neuronas y las endorfinas. Las endorfinas son substancias opiáceas que segrega el propio cuerpo humano. Durante el ejercicio la sangre aumenta las concentraciones de endorfinas. Sobre los opiáceos internos véase Barnes y Curtis, Invitación a la Biología. MADRID: Editorial Médica Panamericana, 2001, p. 637.

85 Aragoneses, Itinerarios fenomenológicos, p. 12.

86 Aristóteles, en Física ya apunta que el paseo es para la salud 194b30; en Metafísica, 994a5.

87 Para la definición de ontología regional distinguiéndola de la ontología general véase Martínez, Fº J. Metafísica, p. 87 y ss.

88 Aragoneses, en Labores mineras, 2008, Cicloturismo base, 2010, Itinerarios fenomenológicos, 2012 Itinerarios a píe por la naturaleza, 2013.

89 Aragoneses, Itinerarios fenomenológicos, p. 63.

90 Una cita que abre una obra o un capítulo determinado, ya supone un pequeño mapa de palabras que indican el contenido y el deseo a modo de invitación. La cita es la motividad del texto expresada por el itinerante.

91 San Martín, La fenomenología de Husserl como utopía de la razón, p. 53.

92 El uso del mito por parte de Platón ha llamado la atención y ha dedicado numerosas reflexiones: Hegel, Heidegger. Un nuevo significado del mito en Platón en Reale y Antiseri, Historia del pensamiento filosófico y científico, cap. VI, Platón, pp. 124-125.

93 Elegida como portada para esta tesis la obra de Rafael Sanzio, La escuela de Atenas, 1510. Obra del renacimiento Italiano que se encuentra en las estancias vaticanas.

94 Véase los artículos de los trabajos de arqueología realizados de los que se hizo eco la Vanguardia el 17 de enero de 1997.

95 Estrabón detalla el recorrido que realiza la biblioteca de Aristóteles tras su muerte, que dicho sea de paso, es digna de un itinerario particular; ha sido recogido por Guthrie en Introducción a Aristóteles, pp. 72-73. También en Alia Alberca, Metafísica, pp. 10-11.

96 Mosterín, Aristóteles, p. 261. En Guthrie nos cita a L. Bourgey que reúne los testimonios que avalan la realización de disecciones, o.c. p. 53.

97 Para una definición pormenorizada del logos véase Ferrater, Diccionario. vol. III, pp. 87-89.

98 Platón, Fedro 227a; en Lledó, E. El origen del dialogo y la ética, p. 46.

99 Platón, Teeteto, 174a; en Blumenberg, La risa de la muchacha tracia, p. 22.

100 Aristóteles, Metafísica, 983b20, p. 44. El primer libro de la Metafísica obedece a esta particularidad aristotélica de tener en cuenta la opinión de los ancianos, aquella que ha sido aceptada en general. Esto no es otro que la postura de la que hay que partir para investigar sobre las causas primeras.

101 Platón dedicó a los grandes sofistas sendos diálogos; una comparativa entre el filósofo y el sofista la encontramos en el Sofista, 231a. “como perro y lobo”.

102 Sobre la escuela de Pitágoras y los pitagóricos véase Guthrie, Historia de la Filosofía Griega, vol. I.

103 Platón, Fedro, 274-275a. Puede que nos encontremos con el mayor desaire de la Historia de la Filosofía. Hemos citado con anterioridad el mito de Theus y Thamus dejando abierta la posibilidad que el Sócrates encarnara la figura de Thamus y Platón la de Theus, dejando plasmados los prejuicios que sobre la escritura presentaba Sócrates; una paralelismo que encontramos en el desencuentro entre Platón y Aristóteles.

104 Mosterín, Aristóteles, p. 20; Guthrie, Introducción a Aristóteles, p. 35; y en Jaeger, p. 457. Hemos encontrado que también recibía el calificativo de “inteligencia”, Reale, Introducción a Aristóteles, p. 15. Traemos a colación la relación entre Platón y Aristóteles que algunos han calificado como la del potro que patea a la madre (Diógenes Laercio). En cuanto a los apodos que ha recibido Aristóteles de todos es conocido como el Estagirita, el Maestro, el Filósofo, o el “segundo Maestro” para los árabes.

105 Ante la extensa lista de autores dedicados al estudio de Aristóteles, nosotros nos hemos centrado en los siguientes: Aubenque, Brun, Jaeger, Reale, Mosterín y Guthrie.

106 Brun, Aristóteles y el Liceo, p. 26.

107 González Serrano, U., Aristóteles en Bocetos Filosóficos III, 1902, p. 3.

108 Diógenes de Laercio, Vida de los filósofos ilustres, Madrid: Alianza Editorial, 2007. Libro V, Aristóteles, 1, p. 229.

109 El testamento de Aristóteles véase en Jaeger, pp. 369-371. Sobre las causas de su muerte: Aubenque, en El problema del ser en Aristóteles, p. 10, cita a A. W. Benn y J.M. Le Blond que concluyen que padecía de estomago; también, Mosterín p. 46 y Jaeger, p. 366. Sin embargo, Diógenes de Laercio señala que se suicidó, de ello se hacen eco Sánchez Meca, p. 130 y Urbano González; muchos otros omiten esta cuestión.

110 Aristóteles, un filósofo en la historia del pensamiento como un hombre de su tiempo y de su espacio; véase Guthrie, Aristóteles, vol. VI, p. 102; Jaeger, Aristóteles, pp. 11-15, éste no deja de insistir en este aspecto en su capítulo dedicado a su madurez.

111 Aristóteles, Metafísica, Libro, II, 993b, p. 77. Para Aristóteles no hay filósofos mediocres, sino hombres que han participado con mayor o menor éxito en una búsqueda común. Aubenque, El problema del ser en Aristóteles, p. 75.

112 Heidegger, Ser y tiempo, p. 86 y p. 94.

113 Ortega, Meditaciones, p. 25; para esa ocasión queremos llamar la atención sobre el perspectivismo característico de Ortega en el que se enmarca la cita. Por otra parte, a continuación de la meditación se detiene en el Guadarrama, en la vertiente madrileña y su espacio es el de physis.

114 D’Ors, E. Las aporías e Zenón de Elea y la noción moderna del espacio-tiempo, p. 41 ss.

115 D’Ors sigue la traducción de Brochard, p. 53.

116 Bueno, web filosofía.org

117 Watson, Descartes, p. 110. Las peregrinaciones al santuario de Loreto eran muy famosas en la época de Descartes.

118 Descartes, Discurso del método, p. 75; no hice otra cosa que rodar por el mundo, p. 90. Abbagnano, Historia del pensamiento. Filosofía Moderna, vol. 3, p. 209. De los lugares que viajó por Europa véase Watson, Descartes, p. 95. De su primera educación salió convencido de leer en el gran libro el mundo, sin embargo, nosotros nos inclinamos a pensar que Descartes huyó de Francia por huir de los planes que su padre tenía reservados para él. En cuanto a sus numerosos lugares de residencia en terreno holandés, nada tenían que ver con la idea de libertad para el pensamiento como había defendido, sino que nos inclinamos a pensar que pueda deberse más a la conservación de la salud que tenía como el primer bien –Discurso, p. 118-, motivada por la peste del siglo XVII.

119 Abbagnano, Historia del pensamiento. Filosofía Moderna, vol. 3, p. 263. Locke participó activamente en política lo que le granjeo enemistades que le obligaban a trasladarse a Francia y Holanda.

120 Abbagnano, Historia del pensamiento. La Ilustración, vol. 4, p. 21; Hume desempeñó el cargo de secretario el general St. Clair que lo llevó por las embajadas de Viena y Turín.

121 Abbagnano, Historia del pensamiento. Filosofía Moderna, vol. 3, p. 233. Hobbes fue tutor del joven conde William Cavendish, y los acontecimientos políticos hizo que se estableciera en París por temor a reacciones negativas a sus escritos.

122 Abbagnano, Historia del pensamiento. La Ilustración, vol. 4, p. 9; Berkeley, por el contrario, tuvo un proyecto peregrino con visos evangelizadores más propios del “andarín de Dios”.

123 Antonio Ponz (1725-1792) publica Viajes por España de carácter epistolar.

124 Maistre, X., Viaje alrededor de mi habitación, Madrid: Funambulista, 2007.

125 Watson, Descartes, p. 35, para ver los detalles de los viajes de Descartes.

126 Watson, Descartes, p. 33. La reiteración que hacemos en las citas no es baladí, lo hacemos conscientes de que una misma panorámica tiene distintos marcos de referencia, son las distintas perspectivas que nos encontramos en el itinerario como puntos o lugares de interés.

127 Los Zambrano son Blas José y María, padre e hija; permítaseme aquí, nombrar bajo un mismo apellido un mismo pensamiento que he defendido en Itinerarios fenomenológicos en la obra de D. Blas J. Zambrano, 2012.

128 Machado, Poesías completas, 2007. LIII, p. 239.

129 Suances, Historia de la Filosofía Española Contemporánea, p. 69; sobre el krausismo y la ILE pp.65-160.

130 Véase Abellán. El exilio filosófico en América. Los transterrados de 1939, México: FCE, 1998, pp. 13-44, para tener una idea de la pérdida intelectual de España.

131 Machado, Juan de Mairena, p. 146, en edición de José Mª Valverde. Juan de Mairena fue un profesor imaginario creado por Antonio Machado con el que analizaba la situación española desde todos los frentes posibles. En Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo, XXV (Apuntes tomados por los alumnos) nos topamos con la itineraridad, pp. 146-148.

132 Abellán, J. L. La Segovia del primer tercio de siglo: orígenes intelectuales de María Zambrano. Estudios segovianos. Tomo XXXIX, p. 9.

133 Pablo de Andrés Cobos en Machado en Segovia, Ínsula Madrid, 1973, p. 57.

134 Véase La Institución Libre de Enseñanza y el Paisaje de Segovia, de Ortega, N. 2010, en Educación y Cultura en Segovia, 1910-1931. En el Centenario de la llegada de la familia Zambrano. Segovia: Real Academia de San Quirce, 2010, pp. 59-79.

135 Velasco, La sierra de Guadarrama en las antiguas postales, p. 27.

136 Antonio Machado, Camino de Balsaín, 1911.

137 La Fuente Cossío fue inaugurada en octubre de 1932.

138 Rincón, Andar por la sierra de Guadarrama, p. 57.

139 Velasco, La sierra de Guadarrama en las antiguas postales, p. 87.

140 Velasco, La sierra de Guadarrama en las antiguas postales, p. 207.

141 Véase la historia del deporte segoviano en Santamaría, J.M., El deporte en Segovia: memoria de un siglo, Segovia: imprenta comercial, 2005. En líneas generales, España en los comienzos de las Olimpiadas fue como el Guadiana, y en la segunda mitad una participación testimonial; hay que esperar a Barcelona 92 para que el deporte tenga presencia.

142 Machado, Canciones a Guiomar, en Antología Poética de Julián Marías. Madrid: Edición Austral, 1969, p. 189. El discípulo de Ortega, Julián Marías recoge en su antología una poesía al joven meditador José Ortega y Gasset, Elogios, p.150.

143 Julián María, Itinerario sentimental, p. 13.

144 Julián María, Itinerario sentimental, p. 37.

145 Blas J. Zambrano, Diálogo I, agosto 1930. El profesor José Luis Mora ha recopilado su obra escrita en Blas J. Zambrano, 1874-1938. Artículos, relatos y otros escritos. Editado por la Diputación de Badajoz, 1998. En Edición digital para el proyecto Filosofía en Español, 2001. http://www.filosofia.org/aut/bza/index.htm.

146 Eco, Cómo se hace una tesis, pp. 43-45.

147 Aragoneses, Itinerarios fenomenológicos en la obra de D. Blas J. Zambrano, p. 55.

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