[]


Capítulo 1. La Filosofía griega en el Itinerario Filosófico



Yüklə 2,93 Mb.
səhifə9/15
tarix15.08.2018
ölçüsü2,93 Mb.
#62759
1   ...   5   6   7   8   9   10   11   12   ...   15

Capítulo 1.

La Filosofía griega en el Itinerario Filosófico.
En la filosofía griega encontramos los mimbres del Itinerario Filosófico, vimos en lo griego la base donde asirnos, como esos cabos que tirando del ovillo nos hubiera de descubrir la fundamentación que buscamos. En un principio, pusimos los agarres en un aspecto muy elemental, demasiado sencillo; fue el paseo, el primer paso, la primera pisada. El paseo lo arrancamos desde su significado griego “ambulante” o “itinerario” y lo alargamos como la cuerda imaginaria entre los elementos existentes entre espacios abiertos junto al gimnasio griego de los jóvenes atletas. El itinerario es el paseo en su sencillez pero el Itinerario Filosófico que proponemos es andar y pensar en movimiento, y encierra, además, unas connotaciones que lo hacen esencial y que descubrimos para esta breve Historia de la Filosofía.

En la larga cuerda de la historia, tuvimos en cuenta el paso del mito al logos que da título a un buen número de reflexiones para explicar la aparición de la ciencia en el pensamiento griego. Como si en Grecia durante el siglo VII a.n.e. se hubiera dejado de pensar en el mito para prestar toda la atención en la razón; diríamos pensar el pensamiento pero la redundancia es como el gabarro que te da en el ojo. El tópico asentado en la filosofía presocrática define y concreta los comienzos de la Filosofía como el cambio de pensamiento con una nueva perspectiva, como si en un escenario de teatro en el que un primer acto se queda centrado en el mito, y al acto siguiente, elevado el telón, no quedara rastro del mito y apareciera sólo el logos, la razón. Es decir, como si se abandonara la superstición y la explicación sobrenatural de physis y se creara un pensamiento nuevo basado en la lógica y en la observación. Ni lo uno ni lo otro, aunque lo único cierto es que se da un movimiento, un cambio en el pensamiento del hombre griego de los siglos VII y VI a.n.e., que tuvo la necesidad de comprender y explicar el mundo en el que habitaba. El mundo estaba reducido a physis pero abierto a la curiosidad del griego desde la admiración y el asombro de encontrarse en un espacio distinto. Lo que ocurrió es que se dieron dos formas distintas de explicar el cambio; una desde la mitología con los Hesiodo, Homero, Epiménides y Ferecides, otra desde el pensamiento racional de los jonios como Tales, Anaxímenes y Anaximandro, incluyendo a Heráclito y Jenófanes. Sin embargo, ni la mitología terminó con Hesiodo ni la ciencia comenzó con Tales. Pues bien, en este asidero lo único cierto es que tanto el mito como el logos, pertenecen al pensamiento en movimiento durante una época y en un lugar concreto, en los que poder trazar elementos de unión. No se acababa una situación con otra sino que conviven descritas en el movimiento, se dan al paso, no hay un andar determinante, y sin embargo, se da una nueva forma de pensamiento, antes ni siquiera había la fuerza por explicar la realidad, y ahora conviven dos formas muy distintas de explicar physis. La mitología fue anterior a la razón de la Filosofía pero ésta no acabó con aquella, y si no que se lo digan a Platón y el uso del mito en sus diálogos como forma didáctica92. La mitología seguirá presente en la poesía y a lo largo de todo el periodo griego. La razón o logos supuso una forma distinta de explicar el mundo en el que habitaba el hombre. A la postre, fueron dos formas de pensar, varias aplicaciones, distintas maneras de llevar a cabo el pensamiento humano.

En otro orden de cosas, nos aferramos en los indicios de movimiento percibidos en la reunión de filósofos de la obra de Rafael que encontramos en la portada de Los orígenes del pensamiento griego de Jean Pierre Vernant, La escuela de Atenas93. En la perspectiva del amplio pórtico centramos nuestra atención sobre los protagonistas Platón y Aristóteles, situados junto al borde de los escalones nos fijamos en sus píes, para darnos cuenta de que Aristóteles, el padre del peripato, tiene los píes bien plantados en el suelo y no se percibe el anhelado movimiento del paso y nos sume en una breve decepción.

Ni en la Grecia arcaica hubo un descubrimiento del pensamiento propiamente dicho ni el paseo es suficiente para poner la primera piedra del Itinerario Filosófico, ni tampoco sustentar el carácter filosófico de la itineraridad, tal y como la hemos planteado en nuestra analítica metafísica. Lo que si ocurrió fue que ese pensamiento cambio y el paseo dio lugar a una escuela, por lo que una vez desmontados los asideros de nuestra fundamentación, nos vemos obligados a centrarnos en los datos objetivos, en aquellos hechos que podemos constatar en la Historia de la Filosofía; son aquellos que sirven para estructurar y dar consistencia al itinerario desde la deuda adquirida con el pensamiento griego.

Así pues, centrándonos en los datos objetivos que poseemos y los hechos que nos encontramos en los textos documentados, nos atrevemos a argumentar lo siguiente. Sabemos que en el Liceo hubo un paseo, es decir, que dentro del recinto había un espacio abierto junto a los gimnasios que se utilizaba por maestros y discípulos a los que se llamó paseantes, esto es, los peripatéticos. Los hallazgos arqueológicos descubiertos en el año 1997 confirmaron entre otras cosas, la existencia de la escuela peripatética dentro de las murallas de Atenas94. También, constatamos como un hecho objetivo y documentado que Aristóteles en sus libros señale las bondades del paseo bien como búsqueda de la salud, y por tanto, de la felicidad dentro de un discurso teleológico.

Otro hecho documentado era el propio paseo pues se realizaba por maestro y discípulos en su escuela teniendo constancia de que durante los paseos se procediera a impartir lecciones; se sabe que había dos jornadas, la matinal para discípulos con pretensiones de sabio, las clases más difíciles para los más avanzados, y las de por la tarde, vespertinas, dedicadas a la tertulia con carácter mundano, más numerosas, menos intensas. De las primeras jornadas, nos quedan sus lecciones que han sido recogidas en libros y han dado lugar a clasificaciones según temática; sin ir más lejos, se desvela un itinerario de leyenda sobre la suerte que corrieron los libros de la biblioteca de Aristóteles. Otro particular itinerario que diseñan el conjunto de libros que se aglutinan bajo el nombre de Metafísica, obra cuyo nombre fue dado por el último director del Liceo, el escolarca Andrónico de Rodas habiendo reunido en un único volumen los libros que hablaban de la Filosofía Primera95.

El carácter empírico de la escuela también es un dato constatado sobre el que no nos detendremos lo merecido. Disparidad de criterios para llegar a la colección de animales y plantas, pero que reconocen que fue el primero en realizar trabajos sobre ciencias naturales desde la observación y los trabajos existentes; también llevó a cabo trabajos de disección y disecación en animales96. Todo ello supuso un empuje para la ciencia y por tanto, un referente a lo largo de la historia y más en concreto para nuestro Itinerario Filosófico en el que descubrimos desordenados todos los elementos estructurales que nos ocupa poner en relación. El Itinerario Filosófico tiene un componente aristotélico en la medida en que contempla un buen número de disciplinas, vislumbra el conjunto de la realidad desde lo concreto y no fuera de ella, además de asombrarse con lo que le rodea.

En nuestro propósito de dar sentido al itinerario nos parece insuficiente el simple paseo, la sola senda o el triste camino; el sólo hecho de andar no da sentido al itinerario, el itinerario se carga de razón de ser, de sentido, gracias sobre todo a la conversación que se abre en su trayecto, es decir, en el dialogo entre itinerantes. Además, se carga de sentido con las cosas del mundo y con las disciplinas a que se ha dado lugar, con el entorno de aquello que sabemos y que no sabemos, el ser del itinerario está en aquello que se recorre en el itinere. Aquí nos encontramos con otra de las estructuras de la filosofía, el logos. Esta no es otra que la demostración de una de las realidades objetivas del mundo griego en su máxima extensión, el logos como palabra. Cierto es que el significado de logos abarca varios significados, entre otras cosas porque nuestra disgregación semántica es totalmente divergente con la del hombre griego y de la que no llegamos a tener una idea certera del campo semántico que abarcaba el logos griego, razón por la cual, hemos procedido en toda la obra a poner en cursiva todos los términos griegos. Por tanto, en una aproximación semántica al término de logos lo hemos dado en calificar y definir como palabra, también se define como razón, y por extensión con términos como expresión, habla o pensamiento97. Sin embargo, el logos en toda su extensión es lenguaje: lenguaje verbal y lenguaje escrito, lenguaje de superficie y lenguaje de interior . En nuestra fundamentación de la itineraridad, el logos se subsume en el discurso como movimiento en la conversación producida durante el itinerario en el propio lenguaje. Nos encontramos pues, con uno de los grandes logros del pensamiento griego que fue la palabra como poder, así como, en su democratización y en la focalización de la palabra escrita como la representación gráfica de la voz. Platón no llegó a estar convencido de la escritura y a pesar de ello nos dejó una importante obra escrita a modo de diálogos. La palabra, su uso, sus significados, tal y como la entendemos actualmente dista mucho de ser la palabra que descubrió el hombre griego clásico; la distancia junto con la familiaridad por la costumbre nos hace perder la perspectiva de la verdadera dimensión de logos.

El logos se da en el itinerario y se da en el dia-logos de la conversación. Sin embargo, no es suficiente para cargar de sentido al itinerario, es preciso que dentro de una escuela sea preciso y menester que el logos se enseñe y diga, que explique el mundo, que identifique las cosas, la realidad, que interprete a physis, de manera correlativa proyectándose en los itinerantes; pero también que lo ayude a reflexionar sobre él. A esta circunstancia la conocemos con el nombre de paideia, la enseñanza y educación griega. La paideia junto al logos, teniendo como referencia la naturaleza de physis, forman las estructuras que caracterizan el movimiento singular del mundo griego, conforman el mapa intelectual del pensamiento en sus orígenes. Un hecho objetivo irrefutable es la didáctica, la pedagogía, aquella que emplearan los Homero, Hesiodo o Fericides para la mitología, los mismos poemas didácticos en formato de hexámetro que empleara Jenófanes para la física y su estudio de la naturaleza. Un mismo método, distintas aplicaciones. La realidad griega se llamaba paideia, la misma a la que se sumaron los sofistas en el siglo V a.n.e. para proceder a la educación de la joven aristocracia. La clase aristócrata estaba más centrada en el dominio de la palabra que en el dominio de la naturaleza. Por el contrario, nosotros nos centramos en un tipo de paseo dirigido a todo tipo de público. Nuestro Itinerario Filosófico tiene una connotación especial en cuanto que en la paideia griega apunta a la Filosofía de la Educación, una educación puntual, como formación continua del ser-aquí-ahora que se prolonga a lo largo de la vida. El Itinerario Filosófico intenta romper con los límites formales y los límites materiales de la educación. En el primero, cambiando el escenario educativo, en el segundo, buscando el apoyo del resto de disciplinas desde las Ciencias de la Naturaleza hasta las Ciencias del Espíritu. En la definición de paideia se alcanza un aspecto filosófico y no tanto pedagógico. La paideia se entiende desde la Filosofía de la Educación entre otras cosas porque no se reduce al tiempo de la juventud y en concreto el Itinerario Filosófico se enfoca a la vida del itinerante, en todo el tiempo del individuo, y de manera general, a la particular inclinación del hombre por el saber.

La propuesta del Itinerario Filosófico encierra el espíritu griego apuntado por Aristóteles pero que no se define ni concreta a pesar de que el peripatos contiene cada uno de los logros de la filosofía: physis, logos y paideia. El itinerario no es solo el espacio abierto de la naturaleza sino que nos enseña un aspecto singular específico, nos muestra un valor determinado y lo hace por medio de la palabra. Por poner un ejemplo, en un itinerario en derredor de un pantano nos colocará con Ponto, Tales y aquello que nos invite el itinerario que se encuentre sumido en el movimiento de ida y vuelta, de subida y bajada, de la misma manera que nos pone en situación Platón al comienzo de sus diálogos; como en este ejemplo:

Querido Fedro, ¿a dónde vas y de dónde vienes? De estar con Lisias, el hijo de Céfalo, Sócrates, y voy a pasear fuera de las murallas, pues he pasado ahí mucho tiempo sentado desde por la mañana, y siguiendo los consejos de Acúmeno, tu amigo y mío, doy mis paseos a lo largo de los caminos; él asegura que son más estimulantes que los que se dan por las calles98.

El cambio griego como definición que sustituye a la acepción tópica de la filosofía de milagro griego, se ha producido gracias a un cúmulo de acontecimientos en el que se han dado varias circunstancias que hicieron grande a la Filosofía, así, la esencia de la Filosofía la encontramos en la invitación al movimiento que nos muestra el breve fragmento, y no es otra que la capacidad que ha tenido el hombre griego de dar un paseo para tomar distancia, con el que salir de un espacio particular para pensar y volver después de un tiempo.

Ni que decir tiene, la anécdota platónica del paseo nocturno de Tales de Mileto que encontramos en el Teeteto:

Se cuenta de Tales que, mientras se ocupaba de la bóveda celeste, mirando hacia arriba, cayó en un pozo. Por lo que se rió de él una sirvienta tracia, jocosa y bonita, diciéndole que mientras deseaba con toda pasión llegar a conocer las cosas del cielo le quedaba oculto aquello que estaba de hecho ante su nariz y ante sus píes99.

Desde Platón no llegó a cerrarse el mito sino que fue utilizado para sus intereses educativos. No en vano, a lo largo de la historia el cuento y la leyenda siguen siendo utilizados como métodos pedagógicos para el desarrollo de la persona. La Filosofía sigue acuñando fórmulas como el milagro griego para condensar lo que no tiene explicación como fue el cambio en el pensamiento del hombre. Cierto que el nuevo proyecto del pensamiento humano hubiera sido distinto si no se hubieran dado un conjunto de condiciones. Pero lo que fue importante para el cambio griego fue los elementos estructurales que hemos presentado en el itinerario y que somos conscientes que no fueron suficientes. El cambio griego en el pensamiento del hombre se debió a physis, a logos y a la paideia griega, pero también a la polis en todos sus aspectos, político, económico y social, pero también a tekne, las artes, a la nueva ética de ethos, y a la situación geopolítica.




  1. Los manantiales del Itinerario Filosófico.

Los primeros pasos de la Filosofía se dieron en el mundo griego antiguo, en el que tuvieron lugar dos acontecimientos muy significativos que nos parece importante destacar para esta fundamentación. El primer acontecimiento se remonta a la arche de la filosofía jonia, aquella que se dio en la búsqueda del principio de physis, por extensión el principio de las cosas, el principio del mundo. En el que Tales de Mileto, el primer filósofo desde que lo declarara Aristóteles100, buscó un principio material para explicar el mundo que habitaba. Por esta razón, el primer paso del ser filosófico tuvo que ver con el conocimiento de la realidad. Esto es, asumir que el hombre toma distancia en un espacio, asumiendo su tiempo concreto y vislumbrando un mapa de nuevas palabras con el que orientarse. Así, el hombre se hizo consciente de physis y como consecuencia de ello, se hizo consciente de sí mismo, independiente del mito y distinto a lo divino. Por tanto, quiso saber de las cosas desde un prisma intelectual distinto al mitológico, y ese paso se dio en lo físico, con un sentido amplio de la palabra que el griego antiguo llamó physis. El movimiento y el cambio fueron descubiertos como procesos de investigación del itinere. No hicieron un punto y aparte sino que pusieron en movimiento el propio movimiento, hicieron desde el cambio, el proceso mutable propio como estudio. Se presentaban como un acontecimiento sorprendente, un descubrimiento que invitaba a mirar con otra perspectiva diferente a la del mito, si bien, para el hombre que cambió la mirada no fuera consciente del cambio producido, y por aquel entonces la nueva mirada fuera desconocida, como el resto de nuestra identificación de los acontecimientos históricos. La mirada se proyectó sobre una pantalla espacial, tomando la distancia oportuna con el Olimpo y haciéndose cargo de un tiempo propio, un tiempo desgranado en momentos y ahoras que le pertenecían. El hombre se hizo consciente de su propio destino como aquella ruta que tiene que ir recorriendo. De la misma manera que discurre el agua entre meandros así el itinerario de la filosofía comenzó a moldear el paisaje del pensamiento, haciendo del conocimiento un agente imperceptible.

El segundo acontecimiento significativo fue el movimiento de la sofística que tuvo lugar en la Grecia Clásica. El empuje por el conocimiento de las cosas se frustró en el juego del conocimiento adquirido. Tener un bagaje de datos producía un nuevo tipo de filósofo. Ahora no importaba buscar el porqué de las cosas, investigar el ser del mundo, es más, dejó atrás las investigaciones de los principios materiales realizadas por los jonios como Empédocles o Anaxágoras. El sofista trataba de tener un campo amplio de conocimiento con el objeto de deslumbrar en el ágora. Tenemos ante nosotros al sofista, al griego clásico portador de mucha información a partir de un conjunto variado de disciplinas. Tener un amplio conocimiento de las distintas ciencias y en especial, dominar la retorica, catapultaban a un buen número de griegos a la educación de la aristocracia griega. Por tanto, no era saber de physis, sino que la naturaleza del propio saber, la búsqueda de los elementos propios de conocimiento humano, se transformaron en saber cómo controlar el poder. La cuestión está en que el sofista fue consciente de un nuevo espacio y de un nuevo tiempo que se creó en el nuevo mapa de la polis. Para lo cual, el poder de la persuasión, el poder de la oratoria, el poder de la educación en la población ateniense más joven fue su característica principal. Entraron en liza los Protágoras, Gorgias, Hipias, entre otros101. El mundo griego hervía y la mejor forma de mantener la ebullición fue la paideia. Este aspecto venía apoyado por la conversación, y más en concreto por el diálogo, por la palabra en movimiento que había escapado de la tradición oral, religiosa y oficial, propios de un esquema de pensamiento distinto hasta el momento. La palabra, el diálogo y la educación ejercieron un efecto importante en el pensamiento pues se nos mostraba el poder de transformar la naturaleza, de cambiar a physis y dominar la polis. Y así fue, que physis cambió, la naturaleza nos dejó o el hombre la abandonó para empezar a andar él solo en la investigación de sí mismo y del itinere.

La filosofía de los jonios fue sobre physis, -la física aristotélica da cuenta de ello-, y los sofistas se centraron en la polis, -los diálogos platónicos dan cuenta de ello-. Los dos comparten con la mitología y por tanto con los poetas su aspecto divulgativo, transmitir a futuras generaciones el legado mitológico, las enseñanzas de una escuela como pueda ser la escuela de Pitágoras102. La tradición oral se quedó para los cuentos y leyendas, surgiendo fuertemente la escritura como motor divulgativo y pedagógico. Los poemas y las tragedias fueron las nuevas formas de enseñar, cuestión ésta que no era nueva para el mundo antiguo. Al igual que señaláramos con el mito, la paideia griega no se cerró con la oralidad, sino que tuvo un elemento nuevo, la escritura. No hay cambios drásticos, rupturas de paradigma, sino continuidad espacio-temporal con la inclusión de nuevos elementos. Ni la escritura desbanco a la oralidad de manera fulminante, ni la eclipsó. La escritura se democratizó y hasta que llegara la imprenta, tuvieron que pasar algún que otro siglo para ver el desarrollo del libro tal y como lo conocemos en la actualidad. No obstante, lo que queremos destacar es la cuestión particular concretada en que la tradición oral toma cuerpo y forma, adquiere espacialidad a partir de la vista; la voz deja de ser un sonido articulado que queda prendido en el aire. La escritura, y con ella la palabra, asumen una distancia entre aquel que escribe y aquel que lo lee, transgrediendo el tiempo al que pertenecen y delineando un nuevo mapa. La toma de conciencia de tal envergadura lo apreciamos en el mito platónico sobre la escritura de Theuth y Thamus. Sócrates no escribió nada y sin embargo, su discípulo Platón, una extensa obra cuyo protagonista era su maestro103.

La nueva circunstancia obliga a observar y mirar lo escrito; primero en cuanto que se continúa prestando atención al maestro y al oráculo para dar paso a mirar las palabras y aprender el lenguaje de las letras. Aristóteles se granjeó el sobrenombre de “lector” porque llevaba a cabo un estudio pormenorizado de los diálogos platónicos104. Los receptores de la educación son los jóvenes, los productores de las disciplinas, los maestros. La construcción empleada es el poema, esto es, un conjunto de palabras con medida y cadencia, por lo general en hexámetros. Lo utilizaron tanto los rapsodas como los filósofos presocráticos. La circunstancia especial es que no se mantiene la obra de los primeros filósofos a pesar de que varios doxógrafos dan relación de muchas de sus obras. Por tanto, se ciernen dudas sobre autorías; por ejemplo, se citan los poemas en hexámetros de Jenófanes con la salvedad de que no se pueden demostrar fehacientemente su autoría.

En todo caso, tuvo lugar la educación griega, a lo que el griego llamó paideia. La dificultad adquirida tenía que ver con una nueva perspectiva diferente a la panorámica de physis. La paideia para el itinerario es la asunción de una distancia y un tiempo, como el desnivel a salvar como si de una cuesta arenosa que termina en la lastra de la Filosofía, pero en esta ocasión el desnivel de acceder a otra cosa distinta. Nadie fue consciente del perfil que suponía para el hombre griego salvar la altura del conocimiento. No se procede del vacío sino de un contexto caracterizado por la oralidad, por el oráculo y por los mitos. El movimiento que tuvo lugar con el paso del mito al logos fue producto de la escritura, de la palabra; bien por la necesidad de buscar la explicación natural de la realidad de las cosas, en concreto de su itinere, bien porque el punto y aparte lo hayamos en la Grecia Clásica por cuanto que lo que se buscaba era formar hombres para la polis.

Desde nuestra singular mirada, el pensamiento adquirió espacio y tiempo propio para el hombre griego, tomó distancia con el mito necesaria para fundamentar lo que hemos llamado el cambio griego. El paso del mito al logos es el movimiento espacio-temporal del pensamiento, no como algo ajeno sino como algo propio que por sus características hizo posible lo medible y lo cuantificable. Con el Itinerario Filosófico recuperamos el movimiento, no para cambiar a physis y volver sobre la naturaleza griega. No, el itinerario sirve para analizar una disciplina particular del hombre para volver a recorrer a physis como lo hacían las antiguas escuelas; si puede ser en la conversación dialogada y didáctica del paseo, con amigos y con personas en las que intercambiar doxa y tekne. Primero desde una ontología existencial reflejada en el itinerante analizado; ante el ser-aquí-ahora se muestra la riqueza de cada una de las disciplinas que se tratan, en especial la geología como recuerdo de gea, la botánica como centro de la sombra que nos cobija y la fauna que nos acompaña en recuerdo de bios, y todo ello construyendo el itinere desde aquello que hemos llegado a conocer. Como siempre, gracias a Aristóteles, por realizar la tarea de coleccionar animales y plantas, por albergar todo el conocer de su tiempo, por empezar a poner los mimbres necesarios de un mapa del conocimiento, por saber lo que nos rodea. Desde lo que consideramos la itineraridad, la filosofía peripatética tiene su esencia en la filosofía del itinerario. Hemos comenzado con las dudas que se ciernen sobre la consideración del pensamiento en movimiento de la escuela aristotélica, y ciertamente muchos autores coinciden en lo fundamental del peripato, cada uno de ellos con sus matices.


  1. Yüklə 2,93 Mb.

    Dostları ilə paylaş:
1   ...   5   6   7   8   9   10   11   12   ...   15




Verilənlər bazası müəlliflik hüququ ilə müdafiə olunur ©genderi.org 2024
rəhbərliyinə müraciət

    Ana səhifə