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El tiempo: la adecuación temporal del itinerario



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El tiempo: la adecuación temporal del itinerario.

Nuestro tiempo se divide en segundos, minutos y horas; así como en días, meses y años. En nuestro itinerario utilizamos las horas y los minutos para medir el tiempo; el tiempo como fenómeno medible, cuantificable. En concreto, tenemos también un principio y un final que nos lo indica la división horaria; el instante es al tiempo lo que el punto al espacio. De lo que tratamos es de establecer la duración del tiempo itinerado y no, como hemos dejado dicho, del ahora y del instante ontológico. El tiempo es número del movimiento según el antes y el después52; el tiempo de la itineraridad corresponde a la descripción del tiempo itinerado en el itinere. La duración del itinerario es tomada por el itinerante como una referencia ajustada a su propia vida.

En todo itinerario se precisa determinar el tiempo, es preciso señalar una duración aproximada que nos lleve a recorrer la propuesta itinerante. No existe una correlación entre el espacio y el tiempo, a día de hoy no medimos el itinerario por la distancia sino por el tiempo que tardamos en recorrerlo. Por tanto, el tiempo que nos ocupa es un fenómeno acotado por una numeración, el ahora del tiempo ontológico es aquí fenomenología determinada por un antes y un después, por un principio y un final. El tiempo es una parcela que abarca un conjunto de momentos, de manera concreta, de tal modo que podamos quedar a las diez y terminar a la una: un itinerario debe durar tres horas.

El tiempo de un itinerario es aproximado, se sugiere una propuesta de tiempo que conlleva el itinerar el espacio propuesto. El tiempo queda abierto al tiempo fenomenológico concretado por la conversación, en la que preguntas y respuestas obedecen a inquietudes que surgen durante el itinere, se abre a otros lugares de interés por pura curiosidad; también queda abierto al propio tiempo climatológico.

A día de hoy, no podemos prescindir del reloj, convivimos con él de tal manera que muchas veces no somos conscientes de ello. Para un recorrido ponemos el reloj en su opción de cronó-metro, se da al inicio cuando comenzamos la ruta y lo paramos cuando terminamos. El resultado será el tiempo que tardamos en realizar el itinerario per se. Sin embargo, es la matemática que aporta medida al tiempo del itinerario. Los numerables son la divisibilidad del día o de la noche, el tiempo del movimiento fenomenológico

La importancia de ofrecer una aproximación de la duración en la realización del itinerario se debe a que nos hayamos inmersos en una acotación del día en la que el itinerante sale de la cotidianidad para andar, en el que poder conocer un elemento particular para el pensamiento que nos ofrece el recorrido propuesto; después, una vez concluido, poder volver a la vida cotidiana. Así pues, necesitamos poner el tiempo en el reloj y marcar la duración porque hay un antes y un después, antes de comer nos damos un paseo y después de hacer las tareas recorrer con un paseo ligero la Cañada.

Los instantes del itinerario son los pasos del minutero. El tiempo se proyecta en el cronómetro numerado para informarnos de cómo vamos sobre el tiempo aproximado que posee el itinerario. El tiempo que precisamos dentro de un tiempo cotidiano, dentro de un tiempo determinado, un tiempo de vida y de historia.

El tratamiento del tiempo es empirista, tiene un principio y tiene un final, la distancia también, por esta razón el itinerario lo convierte en filosofía del movimiento, en ciencia desde la itineraridad. El itinerario se construye desde la atomización de los segundos y ofrece una posibilidad para un tiempo distinto.

El tiempo del itinerario se muestra en horas y minutos, teniendo en cuenta si es un itinerario a píe o en bicicleta, en silla de ruedas o en coche. El tiempo del itinerario se calcula en función de varias cuestiones: la velocidad que se lleve, la parada en los lugares de avituallamiento, se suma un tiempo establecido para los puntos intermedios, imprescindible para establecer puntos o lugares de parada de observación interesantes del itinerario, entre otros.

En definitiva, buscamos brevedad en el tiempo del itinerario igual que sencillez en la confección del mapa y una distancia corta que sea asumible por el que itinera. Los itinerarios largos y complejos pueden llegar a ser tediosos, engorrosos y perjudican la atención en el mismo. Así pues, siempre se tiene que tener en cuenta plantear itinerarios sencillos, cortos, un itinerario que se adapte a todo el mundo y que tenga un sentido familiar. Un tiempo que no nos agote, que no sea desagradable, pero el tiempo suficiente para itinerar los lugares interesantes que se ofrece en el itinerario, entre otras cosas porque de lo que se trata es de vivir el tiempo. Cuando se concreta el tiempo como dato objetivo en un itinerario, y en todo caso, será siempre orientativo y aproximado difícil de cumplir. Lo importante es lo que hay que decir desde la singularidad en el particular del itinerario elegido.




  1. Recomendaciones.

Una de las opciones que se dan en el itinerario es el aspecto de las recomendaciones tanto para las distancias como para el tiempo. Las recomendaciones atienden a otro aspecto del espacio y de tiempo. En el primero, la recomendación de la distancia se hace pensando en llegar a todo tipo de público y tiene que ver con la idoneidad de la puesta en valor del elemento elegido para el itinerario. En el segundo, la recomendación del tiempo obedece a la elección de la estación del año más adecuada, en el que el tiempo climático juega un papel importante. Por ejemplo, si queremos destacar un itinerario botánico sobre la familia del quercus, recomendaremos un itinerario por un espacio boscoso formado por robles en el otoño, también podemos recomendar un bosque de quejigos que conviven con las encinas durante el otoño porque en esta temporada del año tanto el roble como el quejigo adquieren un color ocre que define el paisaje. Por otra parte, si queremos realizar un Itinerario Filosófico sobre la Filosofía Medieval del siglo XII recomendaremos un espacio donde exista un templo cisterciense, y si tomamos una distancia de unos pocos kilómetros a una población cercana donde encontramos un modesto templo cristiano, podremos exponer la Filosofía Escolástica, sus autores relevantes, los problemas a los que se enfrentaban, los conceptos más importantes, contextualizar los templos, destacando la mística sin dejar de presentar a Bernardo de Caraval53.

Por tanto, en un itinerario podemos encontrar las oportunas recomendaciones para ajustar su recorrido a una temporada de año determinada. En este sentido, las estaciones del año según el clima es tratar el tiempo desde la fenomenología. El tiempo climático en el que la meteorología es ciencia de la intimidad con la que recuperamos el kosmos griego. Hablar del tiempo es hablar de la otra piel otrora olvidada. La naturaleza como la segunda piel del hombre, del sujeto que itinera del itinerante.

Por último, las recomendaciones pueden orientarse en llevar el calzado adecuado, el agua y las viandas, ropa acorde al tiempo meteorológico, y otras cuestiones de índole menor. También, podremos recomendar llevar un pequeño bloc de notas, un lápiz o un bolígrafo, incluso un libro, bien el que describa el itinerario bien el que describa un aspecto filosófico elegido para la Filosofía.




  1. Lugares de Interés desde la itineraridad.

En el mapa señalamos con un punto el Lugar de Interés que se corresponde con una determinada zona que nos parece interesante para la interpretación del itinerario y que suele corresponderse con un elemento importante, objeto del itinerario. El punto de interés es la representación gráfica en el mapa del lugar de interés que pretende dar una explicación de un aspecto del itinerario y que corresponde con una zona de interpretación del itinerario donde el itinerante encuentra un motivo para detenerse por un momento y pensar lo que le dice el lugar. También, puede ser el lugar de interpretación donde un filósofo nos haga pensar; por ejemplo, si propusiéramos un Itinerario Filosófico por un barrio judío antiguo de una ciudad Patrimonio de la Humanidad como Segovia, un filósofo nos puede aportar la Filosofía Árabe, concretada en sus temas y autores, en un tiempo y un espacio para la Historia del Pensamiento, y marcar la distancia con la Filosofía Escolástica.

Desde la itineraridad se nos muestra la tarea necesaria de considerar todos aquellos lugares con valor para el que itinera. Aquellos que se nos presentan como puntos espaciales significados en el mapa, son los puntos de vista del itinerario. Esta circunstancia como tarea del pensamiento, comienza con el conocimiento amplio de los espacios, de los tiempos, de una determinada zona, al que se añade un conocimiento básico de historia, de patrimonio, y sobre todo un conocimiento amplio de Filosofía, en la que tiene cabida de manera importante la Historia del Pensamiento. A partir de lo dicho, se para a señalar en el mapa la representación gráfica que ha de convertirse en un lugar de interpretación. El lugar de interés destaca por su importancia para el sujeto que itinera. Lugar y punto tienen la misma carga significativa en la fundamentación del itinerario.

El lugar de interés nos acerca a los elementos destacables que nos pone en contacto con el itinere. El lugar de interés da sentido a las inquietudes del itinerante en el espacio abierto. El Itinerario Filosófico, como hemos apuntado, tiene en sí un conjunto de lugares interesantes que dan sentido al mismo itinerario, que enriquecen un simple itinerario, y que de manera ordenada se van presentando adecuadamente siguiendo un orden para un idóneo conocimiento; se procede de la misma manera que en el pensamiento: ordenando ideas, definiendo conceptos.

No existe un único lugar de interés dentro de un Itinerario Filosófico: el mismo punto o lugar de inicio nos introduce en el propio Itinerario Filosófico a partir de la presentación oportuna. El lugar de interés en la filosofía del itinerario sirve para especificar cada una de las categorías en las que se distingue y que designa las determinadas zonas de especial interés desde physis. Nos sirve para señalar un espacio natural, un paisaje natural, un ambiente natural, o cualquier otra parte del territorio de la tierra que nos ayuda en la interpretación y significado del propio itinerario. Aquí no se corresponden con las figuras de protección que establece la legislación en cuanto que son espacios que se encuentran vírgenes, sin sufrir modificación alguna por la acción del hombre y que merecen ser protegidos. El término lo empleamos de manera más específica, para designar cada una de las categorías que establecemos y se corresponde con el mapa en el punto que señalamos para una rápida identificación.

El lugar nos sirve de interpretación, el propio lugar comunica algo al itinerante. Para nuestro estudio distinguimos varios lugares de interés: lugar de encuentro, punto de salida y punto de llegada (principio y final de un itinerario), lugar de interpretación que posee un interés específico, y lugar panorámico (vértice geodésico).

El paseo deja de ser andado y el pensamiento deja de ser pensado gracias a que el movimiento convierte el andar y el pensar en el Itinerario Filosófico.



    1. Lugar de encuentro

Establecemos un punto de encuentro como el lugar de presentación del itinerario; el punto o lugar que se define como el dónde o el sitio de reunión, que puede ser muy genérico, abarcando un espacio no tan concreto. Por ejemplo, el punto de encuentro en una ciudad corresponde con esa misma ciudad si el itinerante no es de esa misma ciudad o pueblo, pero que tiene la posibilidad de concretar el lugar de salida en una calle o plaza. Muchas veces el lugar de encuentro corresponde con el centro de interpretación del itinerario propuesto en el que se da la explicación oportuna para poder introducirnos en el itinerario. Por ejemplo, si queremos realizar un itinerario sobre el Paleolítico superior, el punto de encuentro lo estableceremos en el centro de interpretación existente para tal fin aunque el lugar destacado no se encuentre en el mismo sitio54.





    1. Lugar de salida y lugar de llegada: principio y final del itinerario.

Tanto el principio como el fin han dado lugar a muchas reflexiones a lo largo de la historia, a escribir y pensar sobre si ha habido un principio y si aquello sobre lo que estamos asentados tendrá final. No entra dentro de nuestros planes reflexionar sobre el principio del mundo o el principio de la vida, o de su final. Para nuestro propósito, atendemos al principio como comienzo de un itinerario y al final como la meta de dicho itinerario. En nuestro Itinerario Filosófico partimos de la consideración de que el movimiento no tiene ni principio ni fin, pero que estamos obligados a delimitar y a establecer un corte en el movimiento, en la realidad y en el itinerante para establecer el itinerario. Definimos el principio y el final como el comienzo y el término del itinerario, ubicados en un lugar y una zona concreta. Determinamos una parcela de la realidad, un segmento correspondiente a una distancia entre el lugar de salida y el lugar de llegada para definir el lugar desde donde salimos y a donde llegamos. Podemos encontrarnos dos tipos de itinerarios, aquel en que el lugar de salida coincide con el lugar de llegada, que se corresponde con un itinerario circular; por otro lado, aquel itinerario en el que el lugar de salida y el lugar de llegada son distintos, esto es un itinerario lineal. La propuesta de un itinerario u otro, circular o lineal, puede dar lugar a distintas interpretaciones del tiempo a lo largo de la historia del pensamiento: itinerario circular como el itinerario propio del hombre griego; el itinerario lineal adecuado a un pensamiento propio del hombre occidental derivado de siglos de cristianismo.

En cuanto a la itineraridad que nos ocupa, tenemos que señalar que la discrecionalidad en la definición de lugar a diferencia de la definición de punto, supone una continuidad por la espacialidad y no por la matemática; si bien pueden encontrarse en la misma condición. Por ejemplo, la obra Física de Aristóteles es un itinerario que da las claves y los elementos para una fundamentación de la itineraridad, en el que un lugar de interpretación lo encontramos en su libro IV, donde se define el espacio, el tiempo, los puntos de comienzo y fin, así como el sustrato del ser en el ahora55.

El lugar de salida es el punto de partida que hemos identificado en el mapa del itinerario, es el lugar donde se inicia el itinere, razón por la cual es un principio, un comienzo. Para el itinerante es el principio espacial y numeral, un numeral que corresponde con el kilómetro cero, un lugar en la nada, un lugar en ninguna parte, y eso es una contradicción en la que no reparamos ni reflexionamos sino que pasamos, itineramos y lo dejamos en manos de la matemática determinar la esencia de ese número; tan sólo para la metafísica del itinerario nos interesa establecer el principio como esencia móvil, en cualquier itinerario acotamos una parcela de la realidad, un principio y un final. Pero a nosotros nos toca establecer el punto de encuentro primero en el lugar de inicio, un espacio que sea fácilmente distinguible por el itinerante. Ahora bien, esa facilidad debe constar en el contenido descriptivo, en el contenido trascendental del itinerario en el que el cero es espacio, encuentro con algo y alguien.

El principio para recorrer, para conocer, para moverse, puede ser lo primero de un principio. El principio se desvanece en cuanto se inicia el itinerario, en cuanto se comienza o se da continuidad al movimiento.

El lugar de llegada es el fin del itinerario, no es un fin absoluto, no concluye nada con llegar al término, puede ser el comienzo de otra actividad, de otro itinerario, es continuación de movimiento. El itinerario tiene fin en un sentido parcial de una realidad. El telos se desdibuja con topos como consecuencia de comenzar algo, y el objeto del itinerario en sí mismo, una forma de conocer, un estilo de vida, una manera de literatura, geología, historia, o cualquier otro uso racional que se nos proponga. El lugar de encuentro, así como el de salida y llegada, no son aleatorios, se eligen en función del interés del itinerario propuesto, en nuestro caso, los lugares señalados son itinerarios de Filosofía. La Filosofía establece tantos itinerarios filosóficos como disciplinas se ocupa: ontología, fenomenología, ética o política, ciencia, historia llenas de ideas, o figuras de pensadores que nos ocupe destacar por un interés especial. El Itinerario Filosófico atrae la atención por hacer la Filosofía en movimiento, andando y pensado en un espacio y en un tiempo para la conversación.




    1. Lugar de interpretación (punto de vista): panorámica y perspectivismo.

El lugar de interpretación se corresponde con el punto establecido en el mapa para destacar un interés particular que identifica al propio itinerario. Al lugar de interpretación también lo denominamos lugar de interés y con ello queremos definir el espacio o zona más importante para el itinerario, puede ser un solo punto o varios. El lugar de interpretación se establece en un tiempo determinado del itinerario. Es decir, el punto de interés es la representación gráfica realizada en el mapa que corresponde con un lugar interesante para el contenido del itinerario que se establece a una distancia determinada dentro de un tiempo acordado.

Dada la itineraridad, del lugar de interés o lugar de interpretación, se dice que es la razón clave que da sentido al itinerario. Esta itineraridad se apoya en otros elementos distintos a los filosóficos y que buscan provocar el pensamiento. Hemos dicho que buscamos sencillez y brevedad en el diseño de un itinerario, pues bien, en la cabecera de un río nos podemos encontrar en un par de kilómetros varios molinos, un batán, un martinete y una presa, nos servirá para explicar el elemento del agua que fue para Tales de Mileto el elemento que explicaba la vida, como pensamiento de arranque sin dejar de constatar lo que tuvo que usar el pensamiento el hombre para crear toda la industria a las orillas de un río con el objeto de aprovechar su fuerza para transformarla en energía. Los elementos patrimoniales serán como una espuela para diseñar un Itinerario Filosófico centrado en el elemento natural del agua para explicar desde la mitología de Ponto al atomismo de Demócrito, por poner un ejemplo56.

Un lugar de interés puede tener varios componentes: una buena vista, un lugar aireado y soleado, o darnos una panorámica excelente. En este sentido querríamos diferenciar entre panorámica y perspectiva, la primera centrada en la naturaleza de physis, la segunda pivotando en torno a la palabra del logos. Definimos lugar panorámico como el sitio o zona de terreno desde el que podemos observar un paisaje muy dilatado que invita a la interpretación. Difiere de lo que distinguimos como paisaje y que dice que es una extensión de terreno que se ve desde un sitio. El panorama a diferencia del paisaje incorpora aspectos distintos a la naturaleza dentro de la naturaleza del paisaje. La perspectiva es la representación de un conjunto de objetos, o de cosas del itínere, que se presentan ante el itinerante. En el panorama, el itinerante ha ido en su búsqueda, el itinerante se dirige a la panorámica, mientras que en la perspectiva se analiza un asunto, una doctrina, la perspectiva se crea a partir de un modelo dado. En este sentido, podemos decir que el panorama o panorámica se ajusta más a physis y la perspectiva a logos. En ambos casos, a lo largo de un itinerario se busca dar distintos puntos de vista que definan un aspecto filosófico. Así pues, en tanto en cuanto la itineraridad propone lo panorámico frente a la perspectiva nos sume en una experiencia sensible, nuevamente decantada por la mirada. El mirador, el vértice geodésico o el otero, proponen lo panorámico para presentar una disciplina filosófica o una ciencia determinada en su conjunto. Un índice, un abstrat y unos conceptos nos proponen una perspectiva del pensamiento que nos determinan a recorrer en su conjunto. En lo panorámico el itinerario nos permite presentar una disciplina o una ciencia desde su conjunto, para tener una idea general del tema que se trata. El Itinerario Filosófico nos muestra una perspectiva de aquel pensamiento que en su conjunto nos dan a conocer.

En ambos casos estamos hablando de la doctrina del perspectivismo, considerar la realidad, el itinere, desde varios puntos de vista, desde distintas panorámicas. Aquí nos encontramos con varias posibilidades: la primera, la RAE define el perspectivismo desde un único punto en el que se tienen distintas vistas, y una segunda, desde la Filosofía que define el perspectivismo desde varios puntos de vista. El claro exponente del perspectivismo lo encontramos en Ortega y Gasset que plantea el perspectivismo desde varios puntos de vista y no en cuanto a considerar una única doctrina desde un único punto de vista. El perspectivismo para el Itinerario Filosófico tiene en Ortega su máximo exponente57. Una ciudad se muestra diferente según el mirador desde la que se contemple, el conjunto de miradores nos da lugar a distintas panorámicas; por otra parte, si estos puntos de vista tienen que ver con su historia, su arte o su arquitectura, nos da lugar a distintas perspectivas de la ciudad. De la misma manera, en la Filosofía nos pueden mostrar distintas perspectivas en función del Itinerario Filosófico o del filósofo que interprete la realidad, el pensamiento o ideología a la que se prepara para itinerar. En este sentido, volveremos más adelante sobre este asunto, un único itinerario no nos da la medida de una ciudad, ni un itinerario filosófico nos completa un pensamiento. Mientras que diversos filósofos pueden llegar a plantear distintos puntos de vista que nos hagan con un todo de una doctrina o temática. La proliferación de distintos itinerarios por una ciudad, ya sean geológicos, literarios, históricos o cinematográficos, nos muestran una ciudad completa en su conocimiento, versátil en su perspectivismo. Construimos así, desde la itineraridad una ciudad completa en lo que ha sido y en lo que es, en el proyecto que fue y en las posibilidades que tiene. Cada una de sus aportaciones por cada uno de sus ciudadanos nos dará su punto de vista de una plaza, de una calle o de una ciudad en su conjunto. Por ejemplo, habremos de pasar cien veces por la misma plazuela sin darnos cuenta de su riqueza heráldica hasta que hemos tenido la suerte de contar con un especialista en la materia que nos dirija la mirada sobre este particular.

Podemos tachar al Itinerario Filosófico de relativista por ofrecernos una o varias panorámicas de un todo como es la realidad en su conjunto, aquella que conforma el propio itinerario. Evidentemente, el Itinerario Filosófico se aleja de posicionamientos absolutistas y de marcas totalitarias; sólo pretende dar a itinerar un lugar natural, un espacio urbano para ver las distintas panorámicas, las distintas perspectivas, la riqueza policromada en el que se dibuja un itinerario siempre el mismo, siempre diferente. Trabajar de esta manera el perspectivismo filosófico del que hemos advertido en otra ocasión como el carácter micro del itinerario, señalando que un macro itinerario es el conjunto de los itinerarios posibles.

Así pues, se ha definido el punto de vista como el punto de interés el lugar donde podemos realizar una interpretación del itinerario. El punto se corresponde con el lugar de interpretación que lo establecemos cuando queremos identificar un elemento determinado bien del paisaje bien de lo psicológico. El lugar de interpretación puede corresponderse con un punto de vista significativo porque el itinerario nos invita a desarrollar un determinado punto de vista. Pudiera ser que este punto de vista sólo se sume en una opinión del itinerante, una sugerencia que ha percibido el sujeto en el periplo, en el movimiento del pensamiento en el itínere; hay que considerar lo que pudiera ser una mera opinión tipográfica a una demostración de una cuestión científica. Por ejemplo, en el transcurso de un río nos podremos encontrar elementos científicos suficientes para identificar dentro de una disciplina como las Ciencias de la Tierra, y que puedan ser el cauce, los derrubios, o las confluencias, otros elementos patrimoniales que sin tener carácter científico dan una perspectiva que complementan, como puedan ser los molinos, las presas, abrevaderos o pozos artesianos, o mismamente puentes para vadear el río.

El itinerario en el ejemplo propuesto nos ofrece un conjunto de posibilidades que enriquecen al sujeto itinerante desde muy distintos puntos de interpretación. El perspectivismo del itinerario encierra numerosas perspectivas. Estas perspectivas son los puntos o lugares de interpretación, la perspectiva la definimos como la significación estructurada de una disciplina que nos ofrece un determinado lugar. Diferenciamos perspectiva y panorámica en cuanto que la perspectiva dice algo al itinerante desde la consideración de que ofrece al que itinera una consideración científica; una estructura realizada desde el conocimiento que elabora el pensamiento del itinerante. El sujeto, el yo itinerante hace buena la puesta en valor de su aprendizaje, pone en frente suya, de una manera práctica, lo conocido, ahora se encuentra en la sencilla forma del experimento de physis. La observación y el experimento como característica de una disciplina propia del itinerario. La puesta en valor como la tarea asignada al itinerario requiere comenzar con la experiencia sensible y una vez situados en el lugar de interés proceder al trabajo del conocimiento lógico.

Pues bien, la perspectiva queda claramente definida como punto de vista interpretativo propio de la epistemología. Por el contrario, una panorámica nos ofrece un paisaje abierto, en una panorámica nos atrae por el conjunto de elementos que nos ofrece. La panorámica debe contener todos los elementos posibles y cuantos más mejor, pero la panorámica es para contemplar, para identificar lugares desde la distancia, todo lo contrario que hace el punto o lugar de interpretación de ese mismo lugar que se apropia de un espacio en un tiempo determinado. La panorámica deja la representación gráfica del mapa y pone en situación la itineraridad.

La existencia de una doctrina del punto de vista se debe a Ortega y Gasset en la que la perspectiva se muestra como el ser definitivo del mundo, partes de un todo58. El punto de vista se muestra como una esencia del itinerario. La perspectiva es el orden y forma que la realidad toma para el que la contempla59, en el itinerario como realidad el punto de vista, el lugar de interpretación, se toma no como contemplación sino como comunicación, como movimiento del pensamiento que nos dice. Si el vitalismo de Ortega defiende que el yo se tiene que entender con lo que le circunda –yo soy yo y mi circunstancia60-, y aplicar su intelecto supeditado a lo biológico ante su realidad más cercana, el Itinerario Filosófico nos muestra el recorrido que en torno al yo itinerante, al sujeto del ser-aquí-ahora, se produce desde el propio movimiento del pensamiento, en el que no es exclusiva la capacidad racional sino en la que intervienen la observación, la experiencia y la palabra de aquello que nos ha dejado dicho en los sentimientos. El itinerario no deja de ser vitalista, la vida es movimiento, el itinerario además es sentido y sentimiento.

El perspectivismo tiene su actualidad en las mesas redondas que nos ofrecen por doquier las múltiples actividades culturales, ya sean pedagógicas, ya sean informales. Los invitados a una mesa redonda después de presentar un recorrido de sus ideas o de la disciplina en cuestión que se hacen eco como especialista, realizan una puesta en común de cada uno de sus puntos de vista. La perspectiva individual entra en liza en el contraste del conjunto de ponentes. El ejercicio dialéctico nos mostrará una determinada situación, pero el método propio obedece a la exposición elemental del perspectivismo. El perspectivismo responde a los lugares de interés de cada uno de los establecidos en un Itinerario Filosófico.

Para terminar volvemos al comienzo para decir que los lugares de interés, aquellos que dan sentido y definen el itinerario, deben reflejarse en la ficha técnica. En el mismo sentido, deben de añadirse a continuación los motivos secundarios, otros elementos que complementan al itinerario y que tienen que ver con los aspectos botánicos, geológicos, culturales o patrimoniales. Todo en su conjunto añade valor al Itinerario Filosófico de tal manera que no sean suficientes los conceptos o ideas que lo caracterizan. Nosotros lo definimos como aquello que se tiene que saber del itinerario y que tiene que tener en cuenta el itinerante, porque como hemos dicho añaden significado al itinere.



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