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Capítulo 1. Los datos empíricos del itinerario: ficha técnica



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Capítulo 1.

Los datos empíricos del itinerario: ficha técnica.


  1. El mapa intelectual.

La carta de presentación de un itinerario es el mapa, y será como la invitación a moverse. En un itinerario definimos el mapa como la representación gráfica de una parte de la naturaleza en la que se encuentra información relevante para el itinerante; el mapa permite seguir de manera sencilla el recorrido propuesto. El mapa de un Itinerario Filosófico ha de ser un mapa intelectual en el que lo físico y lo conceptual se dan la mano; en concreto un mapa intelectual es la representación gráfica de la naturaleza en el que se da un conjunto de conceptos e ideas que incluyen un pensamiento; es una representación física del mundo en la que se incluye parte de una ciencia o disciplina por medio de conceptos. De lo dicho se desprenden dos tipos de mapas: al primero lo denominamos mapa físico43, al segundo de ellos lo llamamos mapa conceptual44. Por otra parte, decimos que los mapas conceptuales son una representación gráfica por medio de palabras, la suma del mapa conceptual y el mapa físico es el mapa intelectual. En el Itinerario Filosófico el mapa tiene que cumplir con la función de mostrar de manera detallada los lugares de interés y su relación con el pensamiento e ideas.

En el Itinerario Filosófico, el itinerante, el yo que itinera, encuentra en el mapa lo más representativo e importante del itinere, aquello que lo da sentido. El mapa debe recoger de manera resumida, los datos más significativos que se han de itinerar, la carga informativa que se recorre presentada de manera breve, utilizando símbolos gráficos –ideogramas- acorde con el tipo de mapa al que pertenece el itinerario. El mapa es un elemento sensible de lo empírico y como tal tiene en el sentido de la vista la experiencia sensible a la que se ajusta; el mapa se basa en el primer vistazo, de tal manera que lo que se va buscando es el impacto visual, con el propósito de mostrar el itinerario en la primera mirada, de manera rápida, en tan sólo una ojeada poder acercarnos a la idea que nos traslada, esto es, por dónde vamos a ir, qué lugares vamos a conocer y cómo vamos a itinerarlo, independientemente de si tratamos con un mapa físico o con un mapa conceptual. El mapa físico ofrece el añadido de una información geográfica, que por tratarse de un itinerario en la naturaleza, aquel que recorre el campo y las cuencas fluviales, se entiende que la orografía del terreno debe quedar plasmada a partir de líneas continuas, las distancias entre puntos de interpretación con números y el tiempo que se tarda en recorrer el itinerario mostrado con distintos dígitos. En definitiva, un mapa da lugar a posibles mediciones. El mapa del Itinerario Filosófico se completa con las palabras, con los conceptos necesarios para complementar el pensamiento a recorrer o aquellas vías de comunicación posibles.

Por otra parte, la Filosofía se inclina por la formación de mapas conceptuales a modo de esquemas que presentan los distintos posicionamientos ideológicos. Sin embargo, los mapas conceptuales ofrecen una mayor dificultad por la brevedad de los conceptos para la materia a tratar, el mapa es como un esquema que busca un resumen de toda una teoría, lo que implica enfrentarse a un reto muy significativo. Podemos decir que un mapa queda completo en su recorrido pues el mapa sólo es pre-texto para dialogar, para conocer y para aprender algo distinto en el itinerante.

El mapa implica la presentación en sociedad del itinerario como fenómeno, en la que el itinerante escudriña cada uno de sus apuntes y aquellos que se muestran como posibilidades de cara a satisfacer sus intereses. Por tanto, un mapa tiene que albergar de manera sencilla y ordenada los lugares o puntos de interés que hacen atractivo el itinerario. Ha de mostrar el itinere de una manera aproximada, veraz, con datos significativos, aquellos que deben ser visibles a la mirada atenta del que se dispone a estudiar. El mapa tiene que ser atractivo y debe procurar llamar la atención del que itinera, de aquel que está dispuesto a dejar-se llevar por un camino o una senda. En este sentido, un mapa debe marcar el recorrido, dirigir de manera precisa el recorrido que se propone, tendrá que señalar los miradores, aquellos lugares en los que nos ofrece una panorámica del paisaje en cuestión, ha de marcar las fuentes, los lugares donde avituallarse, ha de significar los lugares de refugio o indicar en la leyenda la idoneidad de la época del año en la que se aconseja la ruta. Asimismo, se buscará la orientación para saber por dónde puede dar el aire. Todo en su conjunto, nos pone en contacto con cada uno de los elementos de la naturaleza. Con el mapa nos acercamos a una idea de physis que no habremos de constatar y sentir hasta que no nos enfundemos en la itineraridad, en el propio itinerario. Así pues, todo lo apuntado obedece a la necesidad física de apropiarnos de una situación a partir de la indagación que realiza el ser-aquí-ahora en la intención de anotar y aprender cada una de las posibilidades que nos ofrece el itinerario.

El mapa del Itinerario Filosófico, aquel que hemos denominado mapa intelectual, añade al anterior los conceptos y palabras que nos puedan llevar por los datos biográficos, culturales o sociopolíticos, los conceptos relevantes de un pensamiento, para entrar a desarrollar con posterioridad en el texto.



Por otra parte, una circunstancia con la que se enfrenta el mapa es la de su comprensibilidad; comprender el mapa como acontecimiento ajeno en el que se precisa un lenguaje de signos, de colores, que nos indiquen su con-texto. Así pues, requerimos de una leyenda precisa que se hace previamente para una lectura por parte del itinerante. Se muestra un primer diálogo entre lo que el mapa nos ofrece y lo que el itinerante busca. Tanto en la construcción del itinerario como fenómeno como en el itinerario que se nos muestra en el mapa informativo, siempre buscamos comunicar y transmitir una información, nos encontramos ante un vehículo de comunicación. En cualquiera de los casos expuestos, el itinerario es siempre una parte de un todo, es algo que dice, que comunica, que se vierte en aquel que itinera. Sin embargo, los detalles físicos van desde lo geográfico a lo orográfico así como los detalles conceptuales, aquellos que nos ofrecen mediante palabras determinadas un estado o elemento del propio mapa, todos en su conjunto posibilitan un mapa completo que a la vez es sencillo en la información aportada al itinerario y por ende, al itinerante. La comunicación que se hace de manera significativa utiliza lo que se conoce con el nombre de ideograma. En este sentido decimos que todo mapa requiere un conjunto de ideogramas que forman la leyenda no conceptual de ese mapa que mediante símbolos señalan, en primer lugar, aquello que queremos espacializar, en segundo lugar, aquello que buscamos transmitir; por ejemplo, un símbolo punteado con línea discontinua nos indica los límites de provincia, un ojo nos señala un mirador, etc. El ideograma es el eidos del itinere, construyen la leyenda necesaria que se acompaña en el mapa para ser leído e interpretado.

El ideograma ha de ser una imagen o símbolo convencional que posibilite su rápida identificación. El conjunto de ideogramas también llamado leyenda, ha de ser el lenguaje que se incorpora al itinerante. Aquel que necesita para itinerar como si de una primera representación se tratara. La leyenda es el diccionario no escrito del lenguaje del itinerario. Éste necesita un ideograma por cada símbolo utilizado. Así, por ejemplo, trazos para sendas o caminos, calles o carreteras, de colores o de un grosor determinado, edificio que representa una ermita, y así un etcétera tan extenso como ideogramas queramos incorporar al mapa. La leyenda tiene que figurar en un sitio visible.

Ahora bien, la leyenda del mapa de un itinerario ha de buscar símbolos convencionales, esto es, ha de buscarse un lenguaje aceptado por todos los interlocutores con la finalidad de que el mapa sea comprensible para poder hacernos conscientes del itinerario en cuestión. Por tanto, la comprensibilidad del itinere es asumida dentro del marco de una intencionalidad del ser-aquí-ahora, en la que es ya de por sí, movimiento. Aunque ciertamente, el movimiento sea consciente en la ejecución de itinere, no se es consciente de que el sólo hecho de un estudio, una mirada al mapa del itinerario, ya es un hecho que nos ha transformado, que algo ha cambiado en el itinerante, hay un movimiento incipiente, el cambio de aquello que no sabía a aquello que sabiendo se puede recorrer. Aquello que le puede llevar a aceptarlo o rechazarlo. Ahora no sólo es cuestión de aprender, de conocer, sino de que el mapa nos apunte una posibilidad real, una itineraridad que se nos presenta fuera de las palabras, lejos de los signos, y por si fuera poco, tenemos la capacidad de modificar la dirección por nuestro propio interés. En este sentido, un mapa nos ofrece un determinado camino para recorrer, pero nos abre otros ramales, otras posibilidades que apunten a intereses determinados, bien epistemológicos, bien históricos, bien geológicos. En aquellos que se ofrezca un valor añadido a la propuesta inicial.

La elaboración de un mapa siempre tiende a ofrecer un producto cerrado y concreto, determinado por aquello que se quiere mostrar; el mapa nos dice en primer lugar, lo que tiene de interesante aquel que elabora el itinere, una estructura con sus elementos que se concretan en un asunto, ya sea botánico, geológico, o sobre la fauna de un determinado lugar. Evidentemente, si queremos ver buitres leonados tendremos que ir al lugar o zonas de nidificación, lo cual, se da en parajes concretos. Por otra parte, si queremos mostrar un paseo para hablar sobre la filosofía práctica o la fundamentación ética, podremos ofrecer una historia de la ética con las fuentes bibliográficas que puedan sustentar la presentación, podremos poner el punto de encuentro para iniciar el recorrido en la Ética a Nicómaco de Aristóteles, por ejemplo. En este caso, al tratarse de una obra de ética que versa sobre ética, el itinerario que elaboremos tendrá un mapa conceptual, y tendremos que actuar conforme a la misma línea que hemos seguido para el mapa físico: habremos de tener una leyenda que nos identifique con el lenguaje aristotélico, en la que habremos de presentar como invitación los motivos de los temas de que se tratan, por seguir con el ejemplo propuesto serán la felicidad como el fin último, el cultivo de la razón, la ética de las virtudes, y así sucesivamente. Para la presentación de una cuestión como la que hemos señalado es preciso albergar un diseño que dirija un Itinerario Filosófico propio para aquel itinerante de la filosofía que itinere el pensamiento. De esta manera será un proceso idéntico, procurando dar en un vistazo, y lo mismo habrá de ser el lenguaje que nos muestre ese itinerario, aquel que nos condicione cada uno de los elementos de interés.

Ahora bien, ¿cómo hacemos para convertir un itinerario en la naturaleza en un Itinerario Filosófico? ¿Cómo presentamos y exponemos la filosofía en mitad del campo? Desde luego no será tarea fácil, sin embargo, ¿esto no es lo mismo que hacía Sócrates sin salir del ágora? En primer lugar habrá de empezar por pensar y buscar una estrategia en la que se incluyan los motivos suficientes y necesarios. El reto del Itinerario Filosófico es mostrar un mapa físico capaz de mostrar la ética aristotélica, determinar los puntos de interpretación que nos pongan en contacto con la filosofía práctica eligiendo el lugar adecuado y preciso. En todo caso, el itinerario en sí, por el sólo hecho de ser un recorrido en el camino que se hace paseando implica señalar el interés que Aristóteles mostraba sobre la salud en sus citas, y como la salud representa un motivo para llegar a la felicidad; en esta ocasión sería una buena y adecuada manera de introducirnos en la ética, un tema como el propuesto. De la misma manera que una calle estrecha en la que se haya una única puerta puede que no nos diga nada, por lo contrario, si esa calle se llama María Zambrano y en ella se haya la puerta de acceso a los Hermanos de la Cruz Blanca dedicados a personas con deficiencias mentales, entonces podremos ensanchar la calle todo lo que queramos, podremos hablar de palabras a secas o de razón poética, también podremos dialogar sobre los sueños y de los sueños rotos45.

En el comienzo de nuestra investigación hicimos del índice un primer mapa en el que se mostraba en la primera vista el recorrido que tiende a fundamentar una disciplina como la dedicada al itinerario desde la Filosofía. La investigación se estructuraba en varios puntos de interpretación, aquellos que nos ocupa en este preciso momento, aquí y ahora, es precisamente dilucidar el índice como mapa conceptual de una investigación. En este sentido, convertir este mismo estudio en itinerario implica elegir los puntos de interpretación o los lugares de interés de la disciplina; los vértices geodésicos46 que nos ofrecen una determinada perspectiva de una fundamentación concreta; aquello que es una panorámica con todos sus elementos, lo es en el perspectivismo desde las perspectivas que lo forman. El conjunto de puntos o lugares de interpretación da lugar a los gráficos que se encuentran en un itinerario y que en muchas ocasiones dibujan los desniveles que a su vez muestran un gráfico a parte, a esto llamamos desnivel o perfil del itinerario.

Si bien, nos podemos encontrar con numerosos tipos de mapas tenemos que centrar el mapa del itinerario en un mapa físico que concrete un espacio pequeño e incluya aquellos datos tanto orográficos como conceptuales que nos permita poder orientarnos para seguir de manera sencilla la ruta propuesta. Así pues, los mapas de tipo geopolítico o histórico, muestran un tema en concreto, sin dejar de reconocer el aspecto pedagógico y didáctico que pueden encerrar. El mapa en cualquiera de sus manifestaciones o tipos, tiene el particular de enseñar una pequeña parte del itinere, es la representación gráfica del microcosmos. Por tanto, el mapa enseña el recorrido que hay que pasear, y se aprende para no perderse.


    1. El caligrama

Como elemento diferenciador del mapa del Itinerario Filosófico nos encontramos el caligrama. El caligrama es una posibilidad real para el mapa del Itinerario Filosófico no ya con conceptos sino con palabras estructuradas en lo poético. Los caligramas son mapas de palabras que sin llegar a ser conceptuales ni físicos, dibujan el recorrido del itinerario, de tal manera que los pasos son realizados sobre la poesía. El caligrama tiene un componente poético en el que la poesía entra por los ojos en el primer contacto. Sin poder llegar a leer las letras podemos llegar a saber del poema gracias al dibujo que diseñan. El dibujo es la hoja de ruta que describe y forma el mapa.

En este breve recorrido, empezamos por definir el mapa a la luz del Itinerario Filosófico empezando por el propio mapa como elemento de un itinerario, al querer definir el itinerario desde la filosofía es preciso un itinerante y un pensamiento a itinerar, primero desde la naturaleza como la basa fundamental que sustenta el conocimiento. Como cierre a modo de conclusión, un mapa tiene que reflejar todo el itinere para que nuestros sentidos se ejerciten con la definición y utilizando la información de que se precise poder llevar a cabo el itinerario. No sin antes de reconocer que la recogida de toda la información importante en un itinerario además de ser un ejercicio de concreción arduo, ha de dejar abiertos líneas o trazos para que existan otras posibilidades que puedan ser descubiertas por aquel que itinera.


    1. Elementos de un mapa

El itinerario debe incluir una leyenda o ficha técnica que ha de comenzar con el mapa que ha de incluir todos los datos objetivos posibles, así como el texto de por donde tenemos que movernos, incluyendo los datos que hagan interesante para el pensamiento. De manera específica debemos tener en cuenta lo siguiente:

- En el mapa el punto equivale al lugar o zona del espacio; el trazo de diferentes tipos y colores corresponden a varios aspectos: el trazo correspondiente a una línea continua que destaca por su color y grosor es aquel que corresponde el itinerario, el lugar por donde debemos ir para realizar el itinerario apoyado por flechas que indiquen la dirección a seguir.

- Tendrá que incluir los números correspondientes a la distancia y el tiempo, bien en su interior o en un anexo.

- Debe figurar tantos puntos como lugares de interés y de interpretación queramos apuntar, teniendo en cuenta el objeto o motivo del itinerario, es decir, el elemento destacable, o el pensamiento a enseñar, con aquel que arranca el diálogo y sobre el que pivota la conversación; por ejemplo, si nuestro elemento a valorar es la minería romana tendremos que utilizar los conceptos propios: bocaminas, escoriales, mineral, lingoteras, hornos, etc.; damos por supuesto, que para este ejemplo hemos elegido un espacio abierto donde se encuentra una zona minera propia del antiguo imperio romano47.


  1. Perfil y desnivel.

Otro de los elementos que se nos presentan en un mapa es la posibilidad de incluir un perfil del terreno representado con el objeto de conocer el desnivel a salvar y saber la dificultad del itinerario. Definimos el desnivel como la diferencia de altura entre los caminos que bajan y los caminos que suben; la medida se hace en metros y la referencia es el nivel del mar. La existencia de tecnología punta con altímetros o programas específicos nos permiten obtener con suma precisión los datos que dotan de información al itinerario, datos que por otra parte, conforman el perfil del itinerario y que añadimos junto al mapa.

El perfil es la representación gráfica del terreno por el que itineramos que recoge los rasgos más peculiares que caracterizan el espacio y la distancia del itinerario. El perfil da lugar a clasificar el itinerario en función de su dificultad, y que por lo general utiliza los ítems como son dificultad baja, media o alta.

La representación grafica consiste en dibujar una línea continua uniendo las mismas alturas dando lugar a lo que se denomina línea o curva de nivel y que representa la orografía del terreno en planta. Un corte imaginario transversal, como si cortáramos una tarta, nos da el perfil del itinerario. Todo ello es información propia del itinerario, toda la información que se requiere para conocer una objetividad sensible.

En todos y cada uno de los escenarios descritos, juega un papel fundamental la tecnología. En un primer escenario posible podemos guiarnos de nuestro sentido de la orientación, del ciclo biológico; los ciclos biológicos obedecen a los fenómenos fisiológicos que dan lugar a los sentimientos, actitudes o estado de ánimo; los también llamado biorritmos; el GPS biológico. Sin embargo, el segundo de los escenarios queda lejos de subjetivismos, y se centra en lo puramente objetivo, el sentido de la orientación viene dado por las nuevas tecnologías; hace pocos meses se lanzó, con la colaboración de científicos de la UNED, el satélite Gaia, equipado con el GPS más preciso hasta la fecha, cuyo objetivo, no será medir las distancias de la tierra sino la de medir las distancias y movimientos de unos mil millones de estrellas de la Vía Láctea, un proyecto sin precedentes que lleva a cabo la Agencia Espacial Europea48.

El perfil de un mapa intelectual lo encontramos en el oportuno glosario que defina los términos utilizados para conocer la dificultad del Itinerario Filosófico; su conocimiento será fundamental para facilitar su recorrido.





  1. La distancia y el tiempo: estructuras del itinerario.

En toda itineraridad se dan unos mínimos aceptables como estructuras ajustadas, estos son, el mapa, la distancia y el tiempo. El itinerante define el itinerario a partir de tres cuestiones: a dónde voy, qué distancia hay que recorrer y cuánto tiempo voy a tardar. Entre otras razones porque el itinerante es un sujeto que se encuentra aferrado a su espacio y a su tiempo que le ha tocado vivir, y en concreto, el itinerante se encuentra inmerso en su cotidianidad de la que quiere ausentarse. El Itinerario Filosófico es un cierto abandono temporal dentro del espacio de su existencia. Una existencia que queda marcada por el lugar en el que se nace y el tiempo en el que se vive. Es decir, no es lo mismo nacer en un pueblo castellano que nacer en la gran manzana, si alzamos la mirada en castilla el cielo está así de alto porque no ha dejado de mirarlo el castellano a pesar de que a la mano queda49, para buscarlo en la gran manzana el cielo se descubre como final de un bosque de hormigón. No escogemos el lugar donde nacemos, el tiempo para vivir, sin embargo, el ser-aquí-ahora se muestra capacitado de elegir el itinerario, en los campos de Castilla o en la gran manzana neoyorkina. A diferencia de nuestros antípodas, el pueblo griego cuando levantaba la cabeza extendían la miraba al cosmos pensando en physis. El hombre vive un tiempo siempre diferente, una distancia marcada por la apropiación del lenguaje que impera en la época que vive.

En la preparación del itinerario se considera el ejemplo del lenguaje coloquial que dice dame tiempo dentro de la intersubjetividad que proyecta y posibilita el itinere. Dame tiempo, desde los dos elementos, dame distancia en el tiempo, o voy a tomar distancia, voy a tomar el tiempo, se nos muestran partícipes de una misma característica del itinerario. En concreto, el itinerario nos obliga a significar un recorrido, una distancia determinada, y hay que programarlo en un tiempo adecuado. En todo momento, la distancia y el tiempo en función del sujeto que itinera, del yo itinerante. Hemos dicho que el sujeto itinerante rompe con la cotidianidad y tiene que volver a ella, el itinerario es una ruptura con lo cotidiano y se precisa concretar tanto el espacio como el tiempo que hay que dedicar. No tenemos todo el tiempo del mundo, entre otras cosas porque tenemos que hacer otras cosas, recorrer otros itinerarios, aunque estos sean encerrados en la piel del itinerario, por tanto, hay que cuantificar numéricamente los ítems como la distancia dentro de un espacio y el tiempo determinado.

A continuación, el estudio lo centramos en la definición de la distancia y el tiempo desde la empírica como fenómenos. En el análisis metafísico se apuntaba el sentido de la distancia y el tiempo vivido, sentido, desde la ontología, desde lo cualitativo. En la realidad fenomenológica el sentido es cuantificable, en el sentido de que la distancia y el tiempo obedecen al movimiento, a la medida del itinerario. Así pues, el estudio de la distancia y el tiempo se completa con el análisis empírico después de haber realizado el análisis desde la ontología. El espacio y el tiempo son ahora los numerales que miden desde la matemática a topos y cronos. Es un estudio con un trato distinto al que se expuso en la primera parte. Para esta ocasión, la distancia como el espacio a itinerar, y el tiempo que tardamos en recorrer el itinerario, se presentan desde lo óntico como elementos estructurales básicos que contiene el itinerario. En el primer título, lo planteamos como análisis ontológico en el que se mostraban estructurados en un sujeto que itinera, en esta ocasión como experiencia sensible cuantificada.




    1. La distancia: el espacio como itinere.

La unidad que mide el paseo es el paso, el paso que damos con los píes. En este sentido, para cuantificar una distancia se ha utilizado la medida por píes y por pasos teniendo en cuenta que un paso equivale a un metro. Sin embargo, para nuestro itinerario se requiere medidas establecidas y aceptadas por todos. Por ejemplo, la medida para determinar la distancia de un itinerario es el kilómetro y para medir las alturas en el perfil del mapa, el metro.

Para determinar el principio y final se utilizan puntos que corresponden con el lugar o zona de salida y de llegada. Ambos puntos determinan la distancia cuando se unen por un trazo de color que nos identifica el itinerario. Dividiremos el espacio en tantos puntos como lugares de interpretación establezcamos y señalaremos los datos significativos que lo rodean.

El itinerario posee una parcela del macrocosmos en la que establecemos un principio y un final, el principio en el punto de partida que nos sirve para introducir e invitar a la realización del itinerario y que corresponde con el kilómetro 0, el principio es un punto en el mapa como un lugar en el espacio muchas veces aleatorio otras veces predeterminado. El final del itinerario corresponde con el interés propio del itinerario y se ofrecen dos tipos de finales; aquel que coincide con el punto de partida y que obedece a un itinerario circular, en otros casos, el final es distinto al punto de partida y obedece a un itinerario lineal. Desde dos supuestos previos, uno de ellos tiene que ver con el que crea el fenómeno de itinerario a partir de los datos empíricos previamente conseguidos por la observación practica, en otro supuesto el determinado en el propio itinerario para aquel consumidor de itinerarios. El primero es abierto el segundo es cerrado. Abandonamos el mundo para volver al mundo, abandonamos el espacio artificial y nos trasladamos al espacio natural; también podemos desplazarnos a un espacio histórico, o a un espacio literario. Podemos combinar ambos: explicar el primero a partir del segundo, definir el segundo a partir del primero.

La distancia es el topos, el lugar en el espacio que se apropia el itinerario. La distancia numérica que nos dice y nos informa de los metros o kilómetros a recorrer, la capacidad numeraría que posee el itinerario y que se hace consciente por el itinerante. Así, la matemática aparece en el itinerario como una de las medidas del movimiento.

En el itinerario se dan otros datos espaciales que conforma la distancia. La tecnología actual nos ofrece la posibilidad de afinar las distancias con excesiva precisión, sobre todo gracias a la utilización de satélites que tienen capacidad de fotografiar nuestro planeta tierra con suma exactitud. Lejos queda el primer mapa realizado por Anaximandro que dibujaba la costa mediterránea según su sentido de orientación50. Hoy en día podemos establecer e indicar las Coordenadas terrestres, o la utilización de los medios técnicos como los GPS y que dejan lejos el uso de la brújula o los podómetros que miden la distancia itinerada. La nueva tecnología anula las posibilidades de perderse en un recorrido, lo que por una parte nos frustra el proyecto de descubrir, aquel que aludimos como una elección posible del que itinera.

Para determinar una distancia para nuestro itinerario acorde a la sencillez manifestada desde un principio, el filósofo tendrá que ajustarse a la distancia entre los elementos singulares necesarios para el desarrollo de un Itinerario Filosófico. Por ejemplo, para un itinerario sobre la Filosofía de la Religión tendremos que ajustarnos a las distancias entre templos de distintas confesiones como son la sinagoga o la iglesia dentro de una pequeña ciudad histórica en cuyo casco antiguo han formado los distintos barrios antiguos de judíos, árabes o cristianos; entre sus calles estrechas se puede presentar un Itinerario Filosófico en torno a la Filosofía de la Religión51. Corresponde al filósofo no sólo su planteamiento interpretativo desde lo filosófico sino el diseño técnico capaz de facilitar en una breve distancia lo que de singular tiene la religión como pensamiento filosófico: un primer punto de partida puede ser recuperar los antiguos filósofos árabes y musulmanes, Avicena, Averroes, Maimónides entre otros.

En nuestros trabajos hemos elegido la distancia que se ajustaba al terreno y que tiene un paralelismo con la distancia que utilizó el imperio romano en la ocupación de nuestra tierra castellana. Nuestros pueblos se distancian en torno a seis kilómetros, aquella distancia que permitía explotar la tierra de labor.

Pueden darse distancias menores que pueden ofrecer elementos singulares dignos de actualizar: las vegas de los ríos, los cascos antiguos de las ciudades, etc. También pueden darse distancias mayores de los seis kilómetros pero en cualquier caso, han de ser valoradas en función del itinerante al que van dirigidas y de los lugares de interés existentes. Una distancia como es la de seis kilómetros además de ser orientativa, es un referente para tenerla presente. El Itinerario Filosófico es una propuesta concreta, asumible en una distancia y en un tiempo de una jornada ya sea matutina ya sea nocturna.

Recordar lo apuntado en la introducción de este Título, y no es otro que la importancia de destacar los distintos elementos que intervienen en un itinerario y la relación que se establece entre ellos para la Filosofía.




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