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tanto contra Antígono (a quien derrotó finalmente en Babilonia en 308)
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como
contra los gobernadores locales que éste designó, como Nicanor en la pequeña zona
del noroeste de Irán, llamada Media. Además de Media, Seleuco se adueñó de las
extensas tierras tributarias de Susiana y las regiones adyacentes (Diod. 19. 100) que
posiblemente comprendían Persis. Entonces «escribió a Ptolomeo y a sus otros
amigos sobre sus logros, en posesión ya de la grandeza de un rey y una reputación
digna del poder real» (Diod. 19. 92). Quizá Diodoro escribía a partir de hechos
consumados, sabiendo que hacía mucho Seleuco se había unido a los otros adoptando
el título real; pero el vínculo entre las campañas militares triunfantes y la condición
real es clara. Para Ipso (301) o poco después, había añadido los territorios remotos de
Irán, todos los cuales habían en cierto sentido pertenecido al imperio persa y fueron
conquistados, o al menos recorridos, por Alejandro.
Antes de Ipso, Seleuco invadió el noroccidente de la India desde Bactriana,
guerreando con Chandragupta (Sandrokottos en griego), que había establecido
recientemente un extenso y poderoso reino maurya, presentándose como un soberano
antimacedónico, después de que los sátrapas de Alejandro y sus sustitutos habían
sido muertos en India. Aquí, también, Seleuco podía afirmar que estaba restaurando
la herencia de Alejandro; pero esta vez hizo la paz, cediendo territorio a cambio de
elefantes de guerra.
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A raíz de Ipso, Seleuco obtuvo nuevas ventajas al obtener por un tratado las
ricas Celesiria y Fenicia. Inmediatamente perdió parte de ellas ante Ptolomeo, pero
pronto conquistó el norte de Siria y de Mesopotamia, Armenia y el sur de Capadocia;
también afirmó su soberanía sobre Comagene.
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Era ahora virtualmente el dueño de
todas las conquistas de Alejandro fuera de Grecia (aparte de Egipto y partes de Asia
Menor), es decir, del antiguo imperio persa con todos sus países tributarios.
A finales de la década de 280, Seleuco finalmente derrotó a Lisímaco en
Curopedio e invadió Macedonia. Un documento babilónico de esta época se refiere
efectivamente a su deseo de reconquistar «Macedonia, su país», mientras que las
fuentes griegas hablan solamente de su «nostalgia» (pothos) por ver su patria otra
vez.
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En la práctica los diadocos estaban obligados al compromiso si tenían algún
deseo firme de reunificar el conjunto del imperio de Alejandro (compárense las
ambiciones ptolemaicas); pero este episodio sugiere que un deseo latente resurgía en
Seleuco cuando se presentaba la ocasión.
Su asesinato no desató una crisis, pues su hijo Antíoco I (r. 292-261) había
sido rey correinante desde 292. No se trató de una división del reino generada por
problemas profundos, ni parece haber habido una distribución formal de poderes.
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Un correinado era una sabia declaración pública de estabilidad, una innovación
inteligente en vista de la experiencia, siendo claramente quizá una consecuencia de la
muerte de Alejandro.
Probablemente para simbolizar la cooperación y salvaguardar la sucesión,
Seleuco entregó su esposa Estratonice a su hijo Antíoco. Antíoco se encontraba en el
lejano oriente cuando Seleuco murió, y se sabe que partes del imperio se sublevaron,
incluidas «las ciudades de Siria» (decreto de Ilion, Austin 139, BD 16, Burstein 15,
OGIS 219), probablemente fundadas por el propio Seleuco; los problemas fueron
quizá provocados por Ptolomeo II.
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Sin embargo, los indicios de agitación no griega
son débiles,
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y es mejor considerar las campañas de Antíoco de los siguientes años
como una reafirmación de soberanía sobre las zonas conquistadas por Seleuco I, o
asignadas a él después de Curopedio, que como el aplastamiento de una rebelión.
304
Hacia c. 270 Antioco había derrotado a los gálatas, y su posición era elevada
en Asia Menor. Esto quizá contribuyó a mantener la lealtad de Capadocia (bajo un
stratégos) y del gobernador de Pérgamo, Filetairo, previamente general de Lisímaco.
Hubo probablemente un choque con Ptolomeo II, llamado la primera guerra siria, en
el que Ptolomeo se apoderó de algunas de las antiguas posesiones de Lisímaco en
Asia Menor occidental y el Egeo. Es posible que Antioco tuviera esperanzas en
derrocar a Ptolomeo y colocar en el trono de Egipto al hermano de éste, Magas,
gobernador de Cirene, con quien había hecho un pacto; si fue así, no resultó. Después
de una década de actividad militar, los territorios de Antioco del Asia Menor y Siria
hasta el oriente se mantuvieron leales e intactos.
Los reinados de Seleuco y de Antioco se distinguen por la activa edificación
de ciudades en Irán y Asia Menor. Sus proyectos pueden haber comprendido Ai
Janum e Icaro. La estabilidad estaba asegurada por fuertes y prósperas fundaciones
urbanas tales como las cuatro ciudades sirias fundadas por Seleuco, después de Ipso,
descritas por Estrabón:
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(4) Seleucia es la mejor de las partes ya mencionadas [de Siria], pero es
llamada Tetrápolis [las cuatro ciudades], y es así por sus notables
ciudades, de las cuales hay unas cuantas; aunque las más grandes son
cuatro: Antioquía de Dafne, Seleucia de Pieria, Apamea y Laodicea, que
solían ser llamadas hermanas debido a la concordia que reinaba entre
ellas. Son las fundaciones de Seleuco Nicátor.
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... (5) Además, Antioquía
es la metrópolis de Siria, y la residencia del rey (
basileion) fue fundada
allí por los soberanos del país, y en su poderío y tamaño no está por
debajo de Seleucia del Tigris y Alejandría de Egipto ... (6) Dafne está
situada cerca de Antioquía a cuarenta estadios, es un asentamiento
mediano pero también una gran arboleda sombreada atravesada por aguas
de las fuentes; en el medio hay un santuario inviolado y un templo de
Apolo y Artemis ... (8) Yendo hacia el mar desde éstas está Seleucia y
Pieria, una montaña ... La ciudad es una notable fortificación, más
poderosa que (cualquier) fuerza ... (9) Luego viene Laodicea, una ciudad
construida a la orilla del mar, muy bellamente y con un buen puerto; tiene
un territorio rico en vino además de sus demás riquezas. Proporciona la
mayor parte del vino a los habitantes de Alejandría, y la montaña que
domina la ciudad está cubierta de viñedos casi hasta la cumbre ... (10)
Apamea también tiene una acrópolis que está muy bien defendida; pues
es una montaña bien fortificada en una planicie honda. El Orontes la
convierte en una península, como hace un largo lago que la rodea en
donde el río desagua en amplias marismas y muy extensos prados para las
vacas y los caballos. Y así la ciudad está en una situación segura ... y
disfruta de una extensa y buena tierra por donde fluye el Orontes, y hay
muchos pueblos junto a ella.
(Estrabón 16. 2. 4-6 [749-750], 8-10 [751-752], Austin 174).
Siria era conocida por los griegos, particularmente por ser un gran centro
mercantil, pero esta red de nuevas fundaciones fue un intento audaz y exitoso de
imponer un nuevo marco de control militar y económico.
Como su padre, Antíoco recurrió (en 279) al sistema de correinado conjunto
para asegurar la sucesión, pero fue necesario ejecutar a su hijo Seleuco a inicios de la