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funcionario sobre el importante santuario de Zeus de Baitokaike cerca de Arado en
Siria:
Me ha llegado un informe sobre el poder del dios Zeus de
Baitokaike, he decidido concederle por ahora las fuentes del poder del
dios, a saber, la aldea de Baitokaike, antes en poder de Demetrio hijo de
Demetrio, nieto de Mnaseas ..., junto con todo lo que corresponde y
pertenece a ella, según los catastros existentes, e incluir las rentas del
presente año ... Las ferias exentas de impuestos se realizarán en el 15 y el
30 de cada mes; el santuario debe ser inviolable y la aldea exenta de
acantonamiento de tropas...
(Austin 178)
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Evidentemente el rey o un predecesor había alguna vez «concedido» la aldea
a Demetrio, quizá un griego o un macedonio a su servicio,
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presumiblemente el
beneficiario recibió los impuestos o diezmos pagados por agricultores, artesanos y
mercaderes. Las referencias al pasar a «catastros» (periorismoi: registros de horoi,
límites), rentas anuales y acantonamiento son notables; pero el documento, como
otros citados en este capítulo, debería ser visto en el contexto de la práctica
prealejandrina —exactamente igual que mucho tiempo después, Augusto estuvo de
algún modo implicado en la decisión de la ciudad de Arados de permitir el libre
tránsito de bienes y animales de venta en las ferias quincenales realizadas en el
santuario (la ciudad le informó de su decisión y una copia del decreto se inscribió
inmediatamente bajo el texto citado antes).
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Hay una importante distinción entre la
propiedad última, que corresponde al rey, y el usufructo de la tierra, que él puede
adjudicar a otro.
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Se conocen pocos detalles de la economía fiscal seléucida, pero la
administración de los impuestos sobre la tierra debe haber variado, según las
costumbres locales. Los impuestos «reales» aplicados desde el centro eran
probablemente más uniformes. Una de las pocas fuentes para el segundo grupo es
una carta de Antíoco III a Ptolomeo, gobernador de Celesiria, después de la
conquista de la región; fue preservada por Josefo. Después de agradecer su apoyo a
los judíos y concederles ayuda para reconstruir la ciudad, recientemente destruida en
la guerra, el rey explica sus intenciones:
(
142) Que los hombres de esta raza vivan de acuerdo con sus leyes
paternas; que el senado, los sacerdotes, los escribas del Templo y los
cantores sagrados sean exceptuados de los impuestos que les tocaran por
cabeza, del impuesto de la corona y de la sal. (143) Y a fin de que la
ciudad se pueble lo más rápidamente posible, otorgo a los que ahora
habitan en ella, y a la misma hasta el mes hiperbereteo [en octubre],
exención de impuestos durante un trienio. (144) Y en adelante, los
eximimos de una tercera de los impuestos a fin de resarcirlos de los daños
sufridos.
(Jos. AJ 12. 142-144, Austin 167, Burstem 35)
Más adelante el pasaje menciona la remisión de los impuestos de productos
agrarios (§ 151). Demetrio I, en una carta a los judíos de 152 a.C. (Mac. I 10: 29-30),
escribe sobre un impuesto territorial, «tributos» (¿el impuesto de la sal y el real?), y
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del tributo sobre el precio de la sal, así como los diezmos, los peajes y los «tributos
del ganado». El impuesto de la sal estaba probablemente vinculado a las salinas, que,
como las minas, canteras y pesquerías, eran probablemente propiedad real. La
capitación era tácita. Es cierto que se gravaban tasas aduaneras y portuarias y
probablemente un impuesto sobre el uso de los caminos reales y principales vías
acuáticas.
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La principal preocupación de los Seléucidas, como la de sus antecesores
persas, era maximizar sus rentas, y debería entenderse que esto está detrás de ciertas
medidas que pueden a primera vista parecer algo más ambicioso, como la promoción
del crecimiento y la innovación económica (ej. los experimentos reales con nuevos
cultivos y animales.). Fuera que reclamase o no una parcela de tierra como suya, el
rey ejercía derechos tradicionales de propiedad en muchos lugares. De los reyes
persas, los Seléucidas heredaron grandes propiedades de «tierras reales» (basilikê
chora); las fuentes griegas se refieren a
paradeisoi («jardines del paraíso») o más
bien parques, dispersos por todo el imperio desde Sardes hasta Bactriana.
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Como el
rey podía controlar la productividad de sus propiedades, si no de las demás, tenía la
oportunidad de probar nuevos cultivos o variedades de ganado. Al hacerlo los
Seléucidas estaban siguiendo la práctica de los reyes asirios y persas,
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manifestando
su equidad y compasión y mostrando que podían tener una perspectiva amplia.
En otras partes es probable que fueran puestas en cultivo nuevas tierras. La
carta de Antíoco III a los judíos babilonios habla de dar a cada colono «un lugar para
edificar una casa y una parcela de tierra para cultivar y plantar viñas»; después de
diez años se convertirían en individuos sujetos a impuestos (Jos. AJ 12. 148-153;
Austin 167; Burstein 29 + 35).
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Incluso si la tierra no estaba vacía en el momento,
un cambio de su uso podía siempre ser contemplado, lo que produciría rentas a su
debido tiempo.
En ambos documentos se menciona la exención de impuestos, un elemento de
buenas «relaciones públicas», que los Seléucidas con frecuencia aprovechaban. Sin
embargo, ningún documento da pruebas de algún intento por cambiar la organización
económica en detalle en el nivel local, tan sólo de la reasignación del control local
sobre las rentas.
Más detalles de la organización de la tenencia de la tierra proceden de una
famosa inscripción de Ilion en el noroeste de Asia Menor (tampoco podemos
extrapolar a partir de esta área periférica a las antiguas zonas nucleares del imperio
persa). El informe comienza con una carta de Meleagro, sátrapa de la región
helespóntica, que está enviando al «senado y al pueblo» de Ilion tres cartas de
Antíoco III y los apremia a votar honores para el rey. Las copias de las cartas del rey
llevan abajo estas inscripciones:
(1) El rey Antíoco a Meleagro, saludos ... Hemos dado a
Aristodícides de Aso, 2.000 plethra de tierra cultivable, que deben ser
adscritas a la ciudad e Ilion o Scepsis...
(2) El rey Antíoco a Meleagro, saludos. Aristodícides de Aso
vino a vernos para pedirnos que le diéramos la satrapía helespóntica de
Petra, antes en manos de [otro] Meleagro, y en el territorio de Petra,
1.500 plethra de tierra cultivable y 2.000 plethra más de tierra cultivable
del territorio colindante con la porción que ya le hemos dado ... Por tanto
investigad si esta Petra no ha sido dada antes a otro, y asignadla con su
territorio vecino a Aristodícides. Y de la tierra real que colinda con la