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intra-grupos (Budría y Moro-Egido, 2008, García Montalvo, 2009, Felgueroso et al.,
2010, Mateos et al., 2014). Un segundo factor que explica que las desigualdades
salariales no aumentaran en la etapa anterior a la crisis son los cambios en la
composición del empleo. El auge del sector de la construcción y de las industrias y
servicios asociados supuso una mejora notable en la escala de rentas de un sector de
trabajadores que en otro contexto, de demanda mucho más débil de este tipo de
actividades, habrían recibido remuneraciones considerablemente inferiores.
Como han mostrado distintos trabajos, este cambio en la composición de la
oferta de trabajo habría supuesto un aumento de la desigualdad si se hubiera mantenido
constante su salario esperado (Lacuesta e Izquierdo, 2012). En correspondencia con este
razonamiento, el aumento de la desigualdad salarial en los años de crisis puede
atribuirse, en gran medida, al cambio en la estructura de las ocupaciones, con un efecto
significativo de la caída de la actividad en el sector de la construcción, a la vez que un
descenso de los salarios en esta rama de actividad.
Parece difícil, por tanto, que en el largo plazo puedan modificarse las
condiciones que determinan la desigualdad salarial en España, incluso ante la
perspectiva de una posible fase expansiva. El cuadro, de hecho, que se deduce del uso
de fuentes homogéneas para diferentes países muestra que la desigualdad de la parte
superior de la distribución salarial en España es alta en términos comparados (Simón,
2009). Análisis más recientes que dan el salto desde la distribución individual de los
salarios al análisis de las desigualdades salariales desde la perspectiva del hogar parecen
refrendar la presencia de mayores diferencias que en los países de nuestro entorno,
especialmente cuando se consideran los hogares con formas de empleo más atípicas
(OCDE, 2015). No parece fácil predecir, por tanto, que un ciclo expansivo pueda alterar
sustancialmente las características básicas de la estructura salarial, por lo que ante la
ausencia de cambios en la estructura productiva, para los que son necesarios medidas
estructurales y plazos largos o cambios en el marco legislativo orientados a comprimir
las diferencias en las remuneraciones, permanecerá la inercia descrita en las rentas del
trabajo, que es el mayor componente de las rentas de los hogares.
Tampoco parece fácilmente predecible un cambio en la desigualdad de las rentas
de capital. Aunque su contribución a la renta de los hogares y, por tanto, a la
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desigualdad es mucho más limitada, la evolución de este tipo de rentas también puede
afectar a los cambios distributivos
13
. Los datos disponibles apuntan a que sigue
existiendo una alta concentración de esta fuente de ingresos, mucho mayor que la de los
salarios, aunque en España, como en la mayoría de los países europeos, la crisis ha
tenido distintos efectos sobre los extremos de la distribución de la renta, dada la pérdida
de rentas de capital en los hogares ubicados en la parte superior de esa distribución y la
de horas de trabajo y salarios en la parte inferior. Los datos son, en cualquier caso,
reveladores: mientras que el 10% de los hogares con mayor renta disponible acumulan
casi una cuarta parte del total, esa cifra se eleva al 60% en el caso de las rentas del
capital. Algunos autores han encontrado, de hecho, un aumento de la elasticidad de la
desigualdad en la renta disponible a los cambios en el peso relativo de las rentas del
capital. Para el caso de España, esa elasticidad aumentó desde un valor inferior a 0,3 en
los años ochenta a 0,5 a principios de la década actual (Milanovic, 2016).
El arraigo, por tanto, de distintos factores que determinan amplias desigualdades
en la distribución de las rentas primarias limita severamente la interpretación de la
evolución de la desigualdad en la renta disponible de los hogares en España como un
problema estrictamente cíclico. Mientras parece claro que una parte importante del
crecimiento de la desigualdad en la crisis puede atribuirse al cambio de ciclo y a los
límites del sistema de prestaciones sociales para reducir el aumento de las diferencias en
las rentas primarias
14
, las garantías para sostener que una expansión podría reducir
sustancialmente los indicadores actuales son menos sólidas.
3. LA DESIGUALDAD EN ESPAÑA DESDE LA PERSPECTIVA COMPARADA
El resultado general del proceso descrito en el apartado anterior y en el que
coinciden las distintas fuentes es el truncamiento de la tendencia a la reducción de la
desigualdad desde mediados de los años noventa y el drástico crecimiento de las
13
Según los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida, las rentas del capital suponen un 1,8% de la
renta disponible de los hogares, elevándose ese porcentaje a un 4,2% en la decila más rica.
14
Mientras la diferencia entre el Índice de Gini antes de prestaciones y el resultante de considerar la renta
disponible de los hogares era de 11 puntos antes de la crisis, en los momentos más álgidos de ésta se
había ampliado a 16 puntos. Los datos disponibles muestran, además, una acusada pérdida de
progresividad de algunos gastos sociales debido a los recortes puestos en marcha como respuesta a la
crisis (Calero y Gil, 2014), aunque algunas de las medidas de ajuste, como la subida de tipos del IRPF sí
tuvieron alcance redistributivo (Cantó, 2014).