36
Esta redistribución de los hogares por grupos de renta en un contexto de caída
general de ésta y de mayor participación en el total del segmento más rico dibuja un
retrato general de la crisis muy poco favorable en el plano distributivo: la población
española perdió una parte importante de su renta –la renta disponible de los hogares
cayó en términos reales a niveles inferiores a los que había hace década y media – y ésta
pasó a estar acumulada de una manera creciente por los más ricos.
Gráfico 8. Distribución de la población por grupos de renta disponible
(2014: umbrales de 2007 actualizados según IPC)
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta de Condiciones de Vida (INE).
Si se compara este cambio con el registrado por otros países de renta alta,
destaca que España fue uno de los que registraron una mayor pérdida de peso del grupo
de renta media, con la excepción de Reino Unido. En casi todos estos países, la pérdida
de peso demográfico de los estratos medios se ha debido, sobre todo, al empeoramiento
del segmento de rentas medio-bajas (Ayala y Cantó, 2015). En el otro componente del
grupo –rentas medio-altas– los cambios han sido menos uniformes. Mientras que en
España y el Reino Unido la crisis originó una significativa pérdida de peso relativo de
este grupo, en el resto de países se dio el proceso contrario.
En suma, el intenso crecimiento de la desigualdad en España durante la crisis y
las dificultades para reducirla durante el período de bonanza invitan a pensar que el
shock que supuso el deterioro de las condiciones macroeconómicas a partir de 2007
podría tener efectos duraderos sobre la distribución de la renta. Existe gran
0
10
20
30
40
50
60
70
<75% mediana
75-200% mediana
>200% mediana
2007
2014
37
incertidumbre sobre la capacidad que podría tener la reducción del desempleo por sí
sola para recuperar los niveles de desigualdad anteriores a la crisis, que ya eran
elevados. Por un lado, la experiencia de cambios de ciclo anteriores, como el de los
primeros años noventa y la expansión posterior, cuando no se recuperaron los
indicadores anteriores a la recesión a pesar del crecimiento del empleo, alerta de que el
ensanchamiento de las diferencias de renta puede dar lugar a niveles de desigualdad
considerablemente superiores a los de las últimas décadas, que se pueden prolongar en
el tiempo.
Por otro lado, algunos de los factores que podrían identificarse como parte de un
componente estructural en la desigualdad en la distribución de la renta en España no
parece que pudieran modificarse sustancialmente en una posible coyuntura económica
más expansiva. Si bien es cierto que una parte importante de las desigualdades
relacionadas con el mercado de trabajo en el período reciente guardan relación con el
deterioro del empleo y el aumento del desempleo, hay otros factores que explican que
los niveles de desigualdad salarial sean altos en el contexto comparado, sujetos además
a posibles fluctuaciones relacionadas con los cambios de ciclo económico. En relación
al primer aspecto, algunos trabajos han tratado de identificar el efecto del desempleo
sobre la desigualdad en las rentas del trabajo, encontrando, como era previsible, un
efecto muy importante, mayor que en otros países (OCDE, 2015). No es fácil predecir,
sin embargo, que la recuperación de un ritmo alto en la creación de empleo pudiera
tener un efecto suficientemente compensador del aumento de la desigualdad causado en
la crisis. La evidencia empírica disponible, no muy abundante, parece mostrar que el
impacto de las fases expansivas de la economía sobre la situación de los hogares en la
parte baja de la distribución es considerablemente inferior al que tienen las recesiones,
en las que el efecto regresivo del desempleo es indudable (Hines et al., 2001, Ayala et
al., 2011).
La relación entre los posibles cambios en el empleo y la desigualdad está
determinada, en cualquier caso, no solo por la evolución de los flujos sino por el tipo de
empleo. Uno de los rasgos más característicos del empleo creado en la incipiente
recuperación es su marcado carácter temporal y el aumento del trabajo a tiempo parcial.
Ambos rasgos dificultan, dada la menor remuneración asociada a estas formas de
empleo, la reducción de las desigualdades salariales, a la vez que contribuyen a una
38
mayor incidencia del empleo de bajos salarios respecto a otros países. La tasa de
pobreza del 13% de los ocupados en 2014, según la Encuesta Europea de condiciones
de Vida, sólo es superada por Rumanía en el conjunto de la UE-27. La extensión de este
problema está limitada, además, en términos cuantitativos, por el hecho de que en ese
año la tasa de desempleo todavía era muy elevada (24%), lo que excluye de la categoría
de ocupados a los asalariados con menores remuneraciones, que fueron los primeros en
salir del mercado y son los que más dificultades tienen para retornar a él. Hay que
señalar también que el problema del trabajo de bajos salarios y de pobreza de los
ocupados no es una manifestación exclusiva de la crisis, ya que su incidencia era ya
elevada incluso antes del comienzo de ésta, superando sólo en vísperas del cambio de
ciclo Rumanía, Polonia y Grecia el nivel existente en España.
Esta persistencia en el tiempo de un segmento de trabajadores con bajas
remuneraciones, incluso en las fases expansivas de la economía, refuerza la idea de un
componente enquistado en la estructura salarial claramente determinante de las amplias
diferencias de renta. De tal rasgo no debe inferirse, sin embargo, una tendencia
permanente al aumento de las desigualdades salariales. Los resultados de los distintos
trabajos disponibles para España parecen mostrar que la desigualdad tiene un
comportamiento contracíclico, disminuyendo durante las expansiones y aumentando
durante las recesiones (García Serrano y Arranz, 2014). Mientras que el aumento de la
desigualdad salarial en la crisis parece claro con las distintas fuentes (Bonhomme y
Hospido, 2013), existe también coincidencia en señalar los años previos a ésta como un
período de reducción de las diferencias salariales. España fue, de hecho, según los datos
de la OCDE (2015), uno de los dos únicos países donde la desigualdad salarial
disminuyó entre comienzos de los años noventa y finales de la década siguiente.
Los trabajos que han intentado identificar las razones de la moderación de las
diferencias salariales en la etapa de bonanza enfatizan, en primer lugar, el efecto de la
reducción de la prima salarial de los titulados debido al aumento de su oferta. Los
problemas de sobrecualificación y las mayores dificultades del mercado de trabajo
español en el contexto comparado para absorber con puestos de trabajo apropiados el
gran incremento de titulados universitarios han sido puestos de relieve por distintos
autores, subrayando sus consecuencias tanto sobre la reducción de las diferencias entre
los distintos grupos educativos como en el aumento de las desigualdades salariales
Dostları ilə paylaş: |