374
(Cleomedes,
Sobre el movimiento giratorio de los cuerpos
celestes, 1. 10. 52)
96
El hecho de que una cifra de 250.000 estadios (c. 46.000 km) para la
circunferencia de la tierra (Estrabón 2. 5. 34 [132] da 252.000 estadios) sea próximo
a la cifra correcta de c. 40.000 km es de importancia secundaria; el punto es que el
intento fue realizado lógicamente según el discurso de la época.
Eratóstenes expuso una teoría de la organización del mundo, afirmando que
Asia, Europa y África juntas formaban una «isla». Esto y el descubrimiento
precedente fueron publicados probablemente en dos obras separadas, Sobre la
medición de la tierra y Sobre la geografía; son resumidas extensamente por Estrabón
en los libros 1 y 2 de su Geografía (véase también Plinio, HN 13. 13. 53).
Eratóstenes puede haber sido el primer estudioso en trabajar totalmente con los
conceptos de latitud y longitud, después elaborados por Hiparco (pp. 373, 374).
Dicearco utilizó un paralelo central de latitud (el estrecho de Mesina, cabo Malea-
Rodas) y un meridiano (línea norte-sur) que pasaba por Lisimaquea en el
Helesponto; Eratóstenes tenía unos trece meridianos paralelos en su mapa. Estrabón
(2. 1. 35-36 [87-88]) cita a Hiparco como el que mejoró el mapa de Eratóstenes y
propuso la adición de divisiones regularmente separaradas norte-sur.
Los geógrafos disfrutaban del patrocinio real en las tareas de exploración y
las campañas militares, un tradición heredada de los persas y los antiguos
soberanos.
97
Sabemos los nombres de los jefes de expedición que dejaron
testimonios de su exploraciones, como el oficial seléucida Patroclo, que exploró el
Caspio (Estrabón, 2. 1. 17 [74]; 11. 7. 3 [509]) y escribió sobre el noroeste de la
India y otras zonas orientales del imperio. Los Ptolomeos enviaron muchas
expediciones hacia el sur, en parte para buscar elefantes de guerra. La tradición de
exploración en nombre de los reyes de Egipto se remontaba a los faraones; en el siglo
V Heródoto (4. 42) describe una expedición enviada por Neco, la cual circunnavegó
África.
98
Los relatos literarios sobre el Alto Egipto y el mar Rojo se deben a griegos
como Eudoxo de Kisiko. Ciudadano de la clase superior (pues, nos dice Estrabón,
sirvió a su polis como emisario sacro, theôros) del siglo III, intentó circunnavegar
África con el patrocinio de Ptolomeo (Estrabón, 2. 3. 4-5 [98-102], sigue a Posidonio
pero es escéptico). Se dice que Eudoxo financió su viaje occidental hacia Gibraltar
«divulgando ruidosamente su plan —presumiblemente con el fin de obtener
donaciones monetarias— y haciendo dinero del tráfico». Otro explorador, Hípalo,
aparece en la anónima Circunnavegación del mar Eritreo del siglo I d.C, como el
descubridor de una ruta marítima a la India; la obra suele ser llamada por su título
latino Periplos maris Erythraei, y pone un énfasis particular en los recursos
comerciales de los lugares descritos.
99
Estas historias a veces se cuentan para esclarecer el descubrimiento de los
monzones, «vientos del comercio», pero sobre todo revelan los vínculos entre las
élites griegas, los intereses reales en las rentas del comercio y la conceptuación
literaria de los lugares remotos. Este nexo también puede verse en Agatárquides de
Cnido (FGH 86), que vivió de c. 215 hasta después de 145 y escribió un Periplo del
mar Eritreo bajo Ptolomeo VIII.
100
Su obra también se relaciona con el comercio con
la India. Diodoro cita a Agatárquides sobre las causas de la inundación del Nilo:
375
Quien más se ha acercado a la verdad ha sido Agatárquides de
Cnido, pues dice que cada año en los montes de Etiopía se producen
continuas lluvias desde el solsticio de verano hasta el equinoccio de
otoño. Justificadamente, por tanto, el Nilo en invierno se achica, al tener
su caudal natural tan sólo a partir de sus fuentes; pero en verano, como
consecuencia de las lluvias caídas, crece...
Atestigua en favor de lo dicho por él lo que ocurre en algunos
lugares de Asia. Así, en los límites de Escitia que dan al Cáucaso, cuando
ha pasado ya el invierno tienen lugar nevadas impresionantes de manera
continua durante muchos días, mientras que en las regiones del norte de
la India en determinadas épocas graniza increíblemente en tamaño y
cantidad; en el río Hidaspes, al llegar el verano, tienen lugar continuas
lluvias y lo mismo ocurre en Etiopía unos días después. Esta
circunstancia se da periódicamente produciendo precipitaciones en
regiones contiguas. Por tanto, no es extraño que en Etiopía, que se
encuentra por encima de Egipto, caigan continuas lluvias torrenciales en
los montes durante el verano que llenen el río, sobre todo cuando el
fenómeno mismo viene atestiguado por los bárbaros que habitan aquellos
lugares.
(Diodoro, 1.41.4-8)
De modo que Agatárquides apoyó su teoría recurriendo a la evidencia
comparativa para el comportamiento de los ríos en Escitia, el norte de la India y
Etiopía, que parece derivarse de las fuentes conocidas por él o incluso del examen
directo.
Los griegos de la élite aparentemente exploraron por su propia iniciativa
también, aunque no deberíamos suponer que sus motivos fueran puramente
científicos. Alrededor de 320 Piteas, un capitán de Massalia (hoy Marsella), aseguró
haber navegado a Bretaña y «por Tule ... que dista de Britania seis días de
navegación en dirección norte y que está cerca del mar helado» (Estrabón, 1. 4. 2
[63]); Tule (Thule) es Shetland, Islandia, o quizá las islas Feroe.
101
Escribió una obra
geográfica que trataba de las longitudes y las latitudes. Su obra, aunque ahora
aceptada como fundamentada, fue tema de controversia, Polibio y Estrabón hacen
mofa de la veracidad de su relato. Las críticas de Polibio se conservan a través de la
paráfrasis de Estrabón (2. 4. 1-5 [104-107] = Polib. 34. 5-7). Piteas aseguraba haber
llegado a la región, ártica donde
no hay tierra propiamente dicha, ni mar, ni aire, sino una amalgama de
estos elementos, parecida a una esponja marina; en esta mixtura, la tierra,
el mar y todo queda en suspensión, y viene a ser como el acoplamiento de
todo, pero no es transitable ni navegable.
(Estrabón, 2. 4. 1 [104] = Polib. 34. 5. 3)
Polibio consideraba increíble que «un simple particular y, encima, pobre ...
iba a poder recorrer y navegar tales distancias» (Estrabón 2. 4. 2 [104] = Polib. 34, 5.
7); pero es presumible que Piteas, un capitán de navio culto, no fuera pobre,
simplemente no era un aristócrata como Polibio. Estrabón refuta la crítica de los
cálculos de distancias por Piteas. Polibio pudo estar impelido a desdeñar las
afirmaciones de Piteas porque podrían haber oscurecido sus propias hazañas de