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custodiando los baluartes mantenidos antes por Demetrio. La erección en 280/279 de
una estatua de Demóstenes, el orador antimacedonio del siglo IV, implica que los
atenienses se sentían libres del control macedónico, pero todavía dependían de
poderosos protectores, como cuando (en 280 o antes) el rey seléucida Antíoco I les
devolvió las islas con clerucos atenienses, que había arrebatado a Demetrio en 288.
Debe reconocerse que había signos evidentes de un debilitamiento de la
democracia. Hubo cambios reales en las reglas para la ciudadanía, y verdaderas
oscilaciones entre la oligarquía y la democracia; no se regresaría a los días en que la
asamblea podía ser gobernada por las opiniones de los sin tierra. La libertad de
acción de la ciudad en asuntos militares estuvo drásticamente limitada en varios
momentos, y los máximos honores cívicos eran concedidos a los oradores antes que a
los generales.
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Puede considerarse que las comedias de Menandro indican
transformaciones importantes en la política y la sociedad, y una disolución de los
valores antiguos; en su Dyskolos (El malhumorado), por ejemplo, un personaje posee
tierra valorada en muchos talentos y vive en la ciudad, mientras que los pobres
ofrecían su trabajo por un salario. Hay una cierta despolitización de la literatura: la
Comedia Nueva es diferente de la de Aristófanes de finales del siglo V, que
entablaba un diálogo con una sociedad política. Teofrasto en los Carácteres, escritos
a finales del siglo IV, rara vez alude a la política.
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Se ha sugerido que las clases
propietarias se retiraron de la política.
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Finalmente, en otras ciudades bajo la
dominación de los reyes, los estudios prosopográficos de las relaciones familiares y
las genealogías durante los siglos III y II sugieren que los ciudadanos políticamente
activos deben de haber sido una minoría cada vez más reducida y rica.
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Sin embargo, para cada uno de estos puntos hay un argumento en contra. El
cambio de la hazaña militar a la retórica es real, pero también es una continuación de
la creciente separación de funciones en el siglo iv,
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y ¿qué puede ser más
democrático que la oratoria? La restricción del derecho al voto, y la abolición de
privilegios que antes permitían a los ciudadanos sin tierra influir en las decisiones
que los afectaban, no implica que los votantes que retuvieron sus derechos hicieran
menos uso de ellos. Las grandes propiedades de propietarios absentistas no eran
nuevas, ni tampoco el trabajo de los ciudadanos; en el siglo V, los propietarios
políticamente activos pasaban buena parte de su tiempo en Atenas y siempre ha
habido hombres sin tierra. La notoria despolitización de la literatura no significa que
el debate político estuviera muerto, sólo que el papel del drama había cambiado. Hay
poco o ningún indicio de la retirada de la élite; por el contrario, Cremonides y
muchos otros políticos eran de la clase más rica de la sociedad, y su decreto, más allá
de una pasajera referencia a la concordia (homonoia, un término muy estoico), está
inspirado por la ideología tradicional de la libertad de la polis y resistencia a la
monarquía. Su papel como jefe procedente de una élite social no está en
contradicción con su adhesión a la filosofía de Zenón, aun cuando el estoicismo en su
origen era una filosofía igualitaria y posiblemente no nacionalista. La dirigencia de la
élite era tradicional; la élite era predominante incluso en la democracia radical de la
Atenas del siglo V.
La evolución de la ephebeia ateniense, una temporada de servicio militar para
los jóvenes, reflejó el creciente dominio de una élite, pero no necesariamente socavó
la polis. Por una ley de 336/335 la ephebeia fue abierta a todos los jóvenes de
dieciocho años, sin duda para aumentar la reserva de talento de la cual podían
reclutarse hoplitas para el ejército de ciudadanos. Sin embargo, en 307 la institución
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se convirtió en voluntaria y el tiempo de servicio se redujo a un año, quizá como una
medida para limitar costos. Los testimonios de listas de efebos muestran desde
entonces que las cifras eran una fracción del nivel anterior y que la institución se
convirtió en un dominio de la élite, concebida para seleccionar a los futuros jefes de
la ciudad. Durante la guerra cremonidea, como hemos visto, los efebos retuvieron
una función militar. Sólo alrededor de 130 a.C. se crearon más oportunidades para
entrar en el entrenamiento efébico, pero pueden haber estado dirigidas a los
ciudadanos y extranjeros ricos; el cuerpo todavía estaba claramente formado por los
hijos de la élite, a quienes se exigía asistir a las sesiones académicas. La ephebeia era
una suerte de escuela de perfeccionamiento para los jefes del demos. Hacia inicios
del siglo I puede haber sido aún más exclusiva admitiendo como miembro, por
ejemplo, a Ariobarzanes II de Capadocia en 80/79.
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Aunque esta dominación puede
ser vista bajo la misma luz que los actos de Cremónides: al menos hasta mediados
del siglo II, éstos confirman que la élite continuaba suscribiendo la cultura política
tradicional según la cual los honores públicos se obtenían sirviendo a la comunidad.
Lo más notable es que las inscripciones con decretos de todo el mundo griego
muestran que las asambleas continuaron reuniéndose regularmente, los cabildos o
consejos ciudadanos continuaron planteando propuestas a las asambleas, y el control
popular sobre la elección de los magistrados y la votación popular de decisiones
políticas siguieron siendo cruciales.
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Esto no se contradice con la creciente
dominación de los honores y los cargos por parte de los ricos. Sólo en casos
excepcionales como Délos, donde la riqueza del santuario panhelénico de Apolo
significaba que no había necesidad real de fondos privados que se usaran en servicio
de la polis, vemos una amplia participación en los cargos públicos.
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La esencia de la
democracia griega, generalmente, no era la distribución equitativa de cargos entre
ricos y pobres, sino controlar los intereses poderosos y redirigirlos hacia el bien del
pueblo en su conjunto. Esta esencia parece haberse mantenido mediante formas
democráticas de gobierno, en Atenas y otras partes, incluso cuando la autonomía
estuvo en peligro.
Los posibles efectos económicos de la dominación macedónica
Dada la carencia casi completa de documentación continua para los
acontecimientos y procesos políticos en Grecia meridional, fuera del testimonio
epigráfico que, en su mayor parte, trata de la historia política de Atenas, es difícil
esbozar tendencias, pero la dominación macedónica afectaría efectivamente la
economía de una ciudad hasta cierto punto. Se daba por sentado el ingreso de
contribuciones a los cofres reales y se las extraía, sin duda, por diferente medios,
fuera la presentación de coronas por las ciudades o por sus ciudadanos ricos o,
directamente, a través del tributo. Plutarco (Demetr. 27) relata que Demetrio exigió a
los atenienses recaudar 250 talentos y permitió a su reina y a sus cortesanos gastarlos
en cosméticos. No se puede comprobar si esta historia es verdadera, pero puede
implicar que los reyes exigieron dinero directamente en ocasiones específicas y que
esto creó resentimiento.
El método principal de los macedonios para extraer riqueza era mediante los
impuestos y puertos. Dada la naturaleza no institucionalizada de la economía antigua,