1. Menologios tradicionales
1.1. Primeras hagiografías. Herencia o difusión bizantina
La cristianización de los eslavos constituye un largo proceso de difusión y aculturación, de
apropiación y reconstrucción de la cultura religiosa bizantina. Aunque dicho proceso ya se había
iniciado en el siglo IX en los territorios orientales, no se consolida hasta el siglo X, cuando los
gobernantes de Kíev, Ol'ga (d.969) y su nieto Volodímer, adoptan la nueva religión.
Un proceso paralelo tiene lugar en lo referente a la construcción de una tradición monástica.
Durante la primera mitad del siglo XI ya existía cierta organización monástica a pequeña escala en
Kíev, pero es con el nombramiento de Teodosio como superior en torno al año 1062 cuando las
primeras comunidades se cohesionan y se crea un modelo que se extenderá por toda Rus'. Es dentro
de la primera comunidad monástica donde emerge el primer
registro de jurodstvo.
En cuanto al testimonio de la
santa locura en la Rus’ de Kíev, es bastante pobre y se aleja de
lo que se ha descrito como el paradigma del
loco de Cristo ruso. Tan sólo conservamos los nombres
de dos
santos locos en esta época. Se trata de Isaac de la Laura de las Grutas de Kíev (MT 1) y de
Abraham de Smolensk (MT 2).
a) El precedente del jurodstvo en las hagiografías bizantinas
Puede considerarse que los primeros
locos de Cristo, los denominados con el término
saloí,
emergieron y se desarrollaron dentro del contexto de la cultura bizantina, aunque es posible
encontrar raíces aún más antiguas para el fenómeno de la
santa locura. Su imagen hagiográfica y su
particular comportamiento nos remite a las prácticas espirituales de los primeros cristianos. La base
textual y teológica que permitió el surgimiento de los primeros
locos de Cristo, seguidos de los
saloí bizantinos y
posteriormente de los jurodivye rusos, se encuentra presente en los Evangelios.
Una cita muy popular en los textos sobre
jurodstvo es la descripción de la
santa locura
recogida en la Primera Carta a los Corintios del apóstol Pablo. Dicho pasaje será objeto
posteriormente de la exégesis de los Padres de la Iglesia (Kobets 2000a).
En los Evangelios encontramos las siguientes palabras de Pablo:
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… la doctrina de la cruz de Cristo es necedad para los que se pierden, pero es poder
de Dios para los que se salvan. Según que está escrito: “Perderé la sabiduría de los
sabios y anularé la inteligencia de los prudentes”.
(1Cor 1, 18-19)
En otro pasaje Pablo define a los apóstoles de Cristo como
locos por causa de Cristo:
Hemos venido a ser necios por amor de Cristo, vosotros sabios en Cristo; nosotros
débiles, vosotros fuertes; vosotros ilustres, nosotros viles. Hasta el presente pasamos
hambre, sed y desnudez; somos abofeteados, y andamos vagabundos, y penamos
trabajando con nuestras manos; afrentados, bendecimos; y perseguidos, lo
soportamos; difamados,consolamos; hemos venido a ser hasta ahora como desecho
del mundo, como estropajo de todos.
(1Cor 4, 10-13)
Algunos autores siguen su rastro hasta la herencia judaica compartida por la rama cristiana
romana y por la bizantina (Challis y Dewey 1977: 5; Kobets 2008). Estos autores proponen que
Pablo se inspiró en los modelos judaicos tempranos. La apariencia y la conducta de hombres santos
como Isaías, Jeremías, o Ezequiel, descritas siglos antes del testimonio de Pablo, muestran claras
semejanzas con lo que se entiende posteriormente por
loco de Cristo. Encontramos testimonios de
elementos tan característicos de la
santa locura como la desnudez, caminar con los pies descalzos,
cargar con pesadas cadenas metálicas, llevar a cabo acciones irracionales, así como profecías y
denuncias en
el Antiguo Testamento
21
.
El propio Cristo fue descrito en el Nuevo Testamento como un loco, y sufrió humillaciones,
mofas y abusos de poder
22
(Kobets 2000a). Estos componentes se convirtieron posteriormente en
elementos clave para definir el particular ascetismo de
los locos de Cristo en la imagen propuesta
por las hagiografías ortodoxas. La lógica de los
locos de Cristo en sus orígenes se centra en la
aceptación voluntaria de las humillaciones e insultos con el fin de mantener su humildad, bondad e
inocencia mientras cultivan el amor por sus enemigos y perseguidores. Deben abandonar las
comodidades terrenales, teniendo mucho cuidado de no verse envueltos en una reputación que los
21 N. Challis y H.W. Dewey (2000) aportan las siguientes referencias bíblicas: Is 20, 2-4; II Re 1-2; Jer 27,1-2 y Ez 4.
22 Jn 10,
20; Mt 27, 29-31, 39-42; Mc 15, 29-32; Lc 23, 35-37.
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